martes, 8 de mayo de 2007

LAS ABUELAS DE JESUCRISTO

LAS ABUELAS DE JESÚS.-

¿QUIENES FUERON LAS ABUELAS DE JESÚS?

Un comienzo que nadie lee
Para entender a una persona, no es necesario conocer sus abuelas. Es verdad que nuestros antepasados influyen sobre nosotros. Pero un puñado de mujeres, distanciadas por varias generaciones y lejanas en varios siglos, ¿ayudan a entender el sentido de una vida? Sería una exageración afirmar eso.

En el caso de Jesús, no. Tuvo unas abuelas, es decir, unas antepasadas tan particulares, que al conocerlas empezamos a entender mejor su persona, su misión y su grandeza de Hijo de Dios.
San Mateo inicia de una forma real- mente extraña su evangelio. Con una larga lista de nombres, llamada "genealogía", de todos los antepasados de Jesús (Mt 1 , 1 -17).

Enfrentar de entrada al lector con semejante lista extensa y aburrida de personajes parece un recurso poco feliz de : Mateo. Incluso es posible que ninguno de nosotros haya leído jamás este pasaje del evangelio, pesado y aparentemente sin mayor sentido. Pero si lo analizamos, veremos que no es así. Porque en medio de esta cadena de 42 nombres masculinos, la presencia de cuatro lejanas mujeres, las únicas cuatro antepasadas de Jesús que se nombran, proyecta uno de los mensajes más emotivos del Nuevo Testamento.

La importancia de tener abuelos

Las genealogías en la antigüedad eran muy importantes. Allí estaban todo el 1 registro de la ascendencia familiar. Aun hoy, entre nosotros, hay gente que conser- va con orgullo su árbol genealógico. Pero para los judíos eran aún más importantes, porque entre ellos resultaba indispensable demostrar la pureza de la raza. Poseer mezcla de sangre extranjera, es decir, tener a un no judío entre sus antepasados, significaba perder los derechos como miembro del pueblo de Dios.

Por ejemplo, si alguien quería ser sacerdote, debía mostrar que su línea genealógica descendía directamente del sacerdote Aarón, hermano de Moisés. Si alguien tenía la pretensión de ser rey, debía probar que pertenecía a la familia del rey David. Cuando alguno quería casarse, debía documentar la pureza racial de su futura esposa por lo menos desde cinco generaciones.
Sabemos que el mismo Herodes el Grande, que gobernaba el país en tiempos de Jesús, fue siempre despreciado por el pueblo debido a que tenía, heredada de sus antepasados, sangre del pueblo edomita. Este hecho llegó a fastidiarlo tanto, que ordenó en una oportunidad destruir todos los archivos de registros oficiales del país para que nadie pudiera demostrar que poseía una línea de antepasados más pura que la suya.

Tres etapas de la vida.

San Mateo, que escribe su evangelio para los judíos, quiere presentar a Jesús como el Mesías esperado, y por eso piensa que lo mejor es comenzar con una genealogía. Para ello elaboró cuidadosamente una lista, ordenada, meditada y pensada con todo detalle.
En primer lugar dividió a todos los antepasados de Jesús en tres grupos, según tres etapas importantes de la historia judía.

Un primer grupo, que va desde Abraham hasta el rey David (v. 2-6). Un segundo grupo, desde David hasta el destierro del pueblo en Babilonia (v. 6-11 ). y un tercer grupo de nombres, desde el destierro hasta la llegada de Jesucristo (v. 12-16). r
En estas tres secciones de nombres, el escritor sagrado quiso representar las ( tres etapas de la vida de toda persona.

Las lecciones de la historia.

Con la primera etapa, mostró que todo hombre nace para la grandeza. Por eso culmina con el rey David, el rey más grande de Israel, y el hombre que llevó al pueblo hebreo a su máximo esplendor y lo convirtió en una potencia mundial. Según Mateo, pues, todo hombre nace esencialmente para ser rey.

Con la segunda sección, quiso enseñar que todo hombre pierde su grandeza cuando peca, y que siempre terminará esclavo de sus malos actos. Por eso este grupo concluye con la esclavitud de Babilonia. Es la etapa de la vergüenza, el desastre y la tragedia de la nación hebrea.

Con la tercera sección muestra que el hombre recupera su grandeza gracias al Hijo de Dios. Por eso esta cadena termina en Jesucristo, la persona que liberó a los hombres de su esclavitud. Según nuestro evangelista, pues, Dios no permite que el final de la historia sea trágico. En Jesucristo toda desgracia puede convertirse en triunfo.

El Mesías escondido.

Mateo utiliza un segundo juego de números en su genealogía. Si contamos los nombres que van desde Abraham a David, de David a la esclavitud, y de la esclavitud hasta Jesucristo, en todos los casos da la cifra 14. El mismo lo dice al final: "El total de generaciones son: desde Abraham a
David 14 generaciones; desde David hasta el destierro 14 generaciones; desde el destierro hasta Cristo 14 generaciones"(1,17).

Esto no es posible. Mateo debió suprimir varios nombres para obtener esa cifra. Entre Fares y Naasón, por ejemplo, no puede haber sólo tres personas para cubrir los 430 años que según el libro del Exodo duró la esclavitud de Egipto. Tampoco pueden sólo dos ascendientes llenar los tres siglos que van de Salmón a Jesé.
¿Por qué razón utiliza, pues, artificialmente el número 14?

Para entenderlo hay que explicar una característica de la lengua hebrea. Mientras en castellano escribimos los números con ciertos signos (1,2,3), y las letras con otros diferentes (a,b,c), en hebreo se emplean las mismas letras para escribir los números. El1 es la misma letra "a"; el 2, la "b", etc.
Así, si sumamos las letras de cualquier palabra hebrea puede obtenerse siempre una cifra, llamada "gemátrica".
Ahora bien, según estos cálculos, muy conocidos y difundidos entre los judíos, el número gemátrico del rey David era justamente e114, ya que en sus letras tenemos: D (=4) + V (=6) + D (=4) =14.
Agrupando los nombres en 14, Mateo encontró una elegante e ingeniosa manera de decir a los judíos que Jesús era descendiente de David, y por lo tanto el verdadero Mesías. Más aún, al reunirlos en 3 listas de 14, como el 3 simbólicamente significa "totalidad", el evangelista quiso decir que Jesús es el 'triple David", y por lo tanto el Mesías total, el auténtico y verdadero descendiente de David.

No apta para mujeres

Pero lo realmente asombroso de esta genealogía, es que Mateo incluyó el nombre de cuatro mujeres.
En la lista de antepasados de los grandes personajes nunca figuraban las madres. La mujer en tiempos de Jesús no ejercía derechos legales, ni servía para testimoniar ninguna constancia.

No era considerada una persona sino una "cosa", propiedad de su padre, o de su esposo, y carecía de importancia en la sociedad, donde no contaba para nada. Esto lo vemos, por ejemplo, cuando al relatar la multiplicación de los panes por Jesús, dice el evangelio que fue ante una verdadera muchedumbre, compuesta por "unos cinco mil hombres, sin contar las mujeres y los niños" (Mt 14,21 ).
Era tal el desprecio por el sexo femenino en la antigüedad, que todo buen judío al levantarse por la mañana daba gracias a Dios por tres cosas: por no haber nacido pagano, por no haber nacido esclavo, y por no haber nacido mujer.

En las listas genealógicas de la Biblia no suelen aparecer las mujeres. Por eso la presencia de nombres femeninos en la de Jesús es un hecho sorprendente y revolucionario. y si indagamos quiénes fueron estas mujeres, su aparición nos deja aún más estupefactos. Ellas son: Tamar, la incestuosa (v. 3); Rahab, la prostituta (v.5); Rut la excomulgada (v.5); y Betsabé, la adúltera (v. 6).
La abuela Tamar

La primera antepasada de Jesús que Mateo menciona es Tamar. Su historia aparece en Génesis 38. Se casó muy joven con Er, y enviudó poco después sin tener hijos. Según una ley de aquel tiempo llamada "levirato", su cuñado debía tener relaciones con ella para dejarle un hijo, que sería de su difunto esposo. Así, éste no quedaría sin descendencia, ya que no había peor desgracia para alguien que morir sin hijos.
Su cuñado Onán se casó, pues, con Tamar, pero convivía con ella evitando los hijos. Finalmente también murió, y Tamar, dos veces viuda, siguió sin hijos.

Judá, el padre de los dos muchachos, sospechando que ella era una mujer fatídica, se negó a entregarle su tercer hijo como esposo. No quería perder al último que quedaba.
Entonces Tamar planeó una estratagema. Un día, disfrazada de prostituta, se sentó junto a un cruce de caminos justo cuando pasaba su suegro. Este, confundiéndola, le prometió un cabrito a cambio de sus favores, y como seña le dejó su bastón, su cinturón y su sello identificatorio. Cuando más tarde él le envió el cabrito como pago, ella ya no estaba, y no hallaron ni noticias de ninguna prostituta en ese lugar .

Pero de esta unión ella quedó embarazada. Al enterarse Judá de que su nuera esperaba un hijo, se enfureció, y avergonzado exclamó: "Sáquenla de la casa y quémenla viva"' Tamar, entonces, activó la segunda parte de su plan. Envió un mensaje a su suegro: "El dueño de este bastón, este cinturón y este sello es el padre del hijo que espero en mis entrañas."
Así consiguió un hijo Tamar. Y así salvó su vida. ¿Mujer perversa o astuta? Lo cierto es que Mateo puso el escandaloso nombre de Tamar entre los antepasados de Jesús.

La abuela Rahab

La segunda mujer mencionada es Rahab. Su historia es una historia de espionaje militar, durante la época de la conquista (Josué 21 )o
Cuando Josué, caudillo del ejército de Israel, llegó a las puertas de la tierra prometida, se encontró con la ciudad de Jericó. Para saber si era posible tomarla o no, envió unos espías a explorar. Ellos se alojaron en casa de Rahab, una prostituta de )a ciudad.

Descubiertos por la policía local, la mujer los escondió y los ayudó a huir, descolgándolos con unas cuerdas por la ventana de las murallas. Pero antes, les pidió que el ejército hebreo respetara la vida de ella y la de su familia al tomar la ciudad. Ellos aceptaron, y le ordenaron atar una cinta roja a los barrotes de la ventana para identificar la casa.

El asalto a la ciudad fue tremendo. Los soldados de Josué destruyeron y saquearon Jericó, y todos sus habitantes fueron asesi nados. Pero Rahab salvó su vida y la de su d familia como había convenido con los a espías. Poco después Rahab llegó a estar e entre las antepasadas de Jesús. Y Mateo h no se olvidó de colocar su nombre en la genealogía.

La abuela Rut

Era una muchacha moabita, es decir , del país de Moab (Rut 1-4)" Conoció el amor desde muy jovencita. Pero también el dolor y la soledad, ya que enviudó sin haber tenido hijos"
A partir de entonces fue un ejemplo de fidelidad a su suegra Noemí, a la que acompañó siempre para ayudarla. Fue una mujer de trabajo, muy sacrificada para ganarse el pan.
Más tarde volvió a conocer el amor en la persona de Booz. Vivió, entonces, un segundo idilio en los campos de Belén. Y halló- finalmente la felicidad, I como premio a su trabajo, su abnegación y su fidelidad.

Pero si bien su moral era intachable, tenía algo vergonzoso para cualquier judío: era extranjera. Peor aún, pertenecía a los moabitas, uno de los pueblos más odiados por los judíos" Tan despreciables eran, que la misma Ley judía los había excomulgado para siempre, y no se les permitía jamás formar parte de la fe de Israel.

El mismo libro del Deuteronomio mandaba: “Los moabitas no serán admitidos en la asamblea de Yahvé ni aun en la décima generación- No serán admitidos nunca jamás"
Esta mujer. excomulgada y despreciada. fue elegida por Mateo para figurar entre las predecesoras de Jesús.

La abuela Betsabé

Era una mujer hitita, esposa de Urías, oficial del rey David (2 Sm 11 ). Vivía con su esposo en Jerusalén, cerca del palacio del rey.
Era muy hermosa, tan hermosa que el rey David se enamoró perdidamente de ella. Aprovechando que Urías había marchado a la guerra el rey mandó a llamarla al palacio.
Ella, entonces, quedó embarazada. Para evitar el escándalo, David hizo venir al Urías del frente de batalla y le dio unos días de vacaciones en su casa, a fin de que éste conviviera con su mujer un tiempo razonable y cubriera las apariencias. Pero Urías se opuso a este privilegio, sabiendo ( que sus soldados estaban en plena guerra. )

Ante esto, el rey hizo que lo mandaran ( nuevamente a la lucha, a la zona más fragorosa y de mayor peligro. Así murió Urías, y David pudo quedarse con Betsabé.
Tiempo después un profeta, mediante una conmovedora parábola le hizo ver a David su crimen y su gravísimo pecado. David, humildemente, reconoció su culpa, se arrepintió y pidió perdón.

Betsabé proporcionó a David mucho amor. Pero también muchas intrigas, celos, lágrimas y dolor. y Mateo ubicó a esta mujer como la cuarta antecesora de Jesús.

Los parientes pobres

Estas son las únicas cuatro abuelas de Jesús que comparecen en su genealogía. Cuatro mujeres de distintos siglos, en ( medio de la cadena masculina. Si Mateo hubiera buscado con mayor ahínco en todo el Antiguo Testamento, no habría podido encontrar cuatro personajes más indignos , de ser antepasados del Señor.

Resulta en verdad asombroso hallarlas en este lugar. Una genealogía era, para los antiguos, su motivo de orgullo, la razón de su honra y renombre. AQuí, en cambio, semejantes mujeres no son sino causa de vergüenza.

Con la genealogía uno demostraba provenir de personajes importantes y famosos del pasado. Aquí se demuestra Que Jesús proviene también de la miseria humana.
Sin embargo hay un gesto de gran delicadeza en la mención de estas mujeres por Mateo. Se trata de un recuerdo intencional.

Es como si de entrada quisiera dejar en claro cuál fue la misión de Jesús, y su programa de vida. Más allá de su historia personal, estas abuelas suyas tienen una realidad simbólica Que las trasciende. En el amor y el dolor, en el pecado y en la alegría, en el perdón de cada una, se nos retrata la historia de la humanidad peregrinante y sufriente, pecadora y esperanzada, la gran familia de la Que forma parte el Señor.

El evangelista Quiso mostrar Que Jesús no se avergonzó jamás de sus parientes, ni de contar entre su familia a grandes peca- dores. A todos los aceptó así como fueron. Ya todos los estrechó en un abrazo, eterno, único, sentido, como no Queriendo soltarlos jamás. Y que Mateo se encargó de registrar en su genealogía, para siempre.

¿ERA JESUCRISTO UN ESENIO?








ENIGMAS DE LA HISTORIA
¿Fue Jesús de Nazaret un esenio?
La identificación de Jesús con un grupo determinado de entre los que circulaban por el Israel del siglo I ha dado origen a no escasas especulaciones. Una de las más populares —especialmente tras el descubrimiento de los denominados documentos del mar Muerto— ha sido la de identificarlo con uno de los miembros de la secta esenia que residía en Qumrán.



César Vidal



Sin duda, la documentación de que disponemos para analizar esta cuestión no es en el momento actual escasa. Eso nos permite plantearnos y responder categóricamente a la siguiente pregunta: ¿Fue Jesús un esenio? La cuestión de las relaciones, posibles o ficticias, entre Jesús y la secta del mar Muerto es un tema que, por razones obvias, ha estado en tela de discusión desde la misma aparición de los documentos del mar Muerto.

Hoy por hoy, existe una práctica unanimidad en afirmar que ni los documentos de Qumrán ni tampoco los esenios pueden identificarse con el cristianismo primitivo. Los análisis paleográficos y las dataciones con C 14 dejan fuera de duda que los manuscritos son anteriores a Jesús y, por otro lado, el contenido de los mismos tampoco coincide con la enseñanza que aparece en los documentos cristianos primitivos.Con todo, sigue en pie la cuestión de las posibles relaciones entre Jesús y Qumrán. Aún aceptando —y no parece que tal cuestión pueda ya negarse científicamente— que los esenios de Qumrán no eran cristianos primitivos y que el Maestro de Justicia fue anterior en más de un siglo al nacimiento de Jesús, hay que interrogarse sobre los posibles puntos de contacto entre este último y Qumrán. Incluso sigue siendo válido formular la vieja pregunta: ¿fue Jesús un esenio?



Para empezar hay que señalar que no puede negarse la existencia de puntos de contacto claros entre Jesús y los esenios de Qumrán. Profundizar en ellos implicaría una monografía específica por lo que aquí nos limitaremos a señalarlos. A nuestro juicio, existen, al menos, doce puntos principales de contacto entre Jesús y los esenios de Qumrán: 1. Tanto los esenios de Qumrán (en adelante EQ) como Jesús vivieron en el período del judaísmo conocido como Judaísmo del Segundo Templo.



2. Tanto los EQ como Jesús eran judíos.

3. Tanto los EQ como Jesús tenían enemigos comunes en el seno del judaísmo. Estos eran los escribas, los sacerdotes del Templo, los saduceos y algunos (pero no todos) los fariseos.

De hecho, sabemos que algunos fariseos se unieron al grupo de Jesús tras su muerte y es muy posible que durante el reinado de Alejandro Janeo algunos de los nuevos miembros de la secta de Qumrán procedieran de los fariseos.
4. Tanto los EQ como Jesús creían en un solo Dios que cumpliría las promesas hechas a Israel.

5. Tanto Jesús como los EQ utilizaban el Antiguo Testamento judío.

6. Tanto Jesús como los EQ insistían en el papel del Espíritu Santo en la era presente.

7. Tanto Jesús como los EQ consideraban que el Nuevo Pacto profetizado por Jeremías era una realidad presente y tangible.
8. Tanto Jesús como los EQ creían en un mundo sometido a la acción de los ángeles y de los demonios.

9. Tanto Jesús como los EQ creían que la salvación no podía ser obtenida por el propio esfuerzo (aunque esto es más claro en el Maestro de Justicia que en sus seguidores) y que el perdón sólo venía de Dios.

10. Tanto Jesús como los EQ daban un enorme énfasis a la oración.
11. Tanto Jesús como los EQ condenaban radicalmente el divorcio y la poligamia.

12. Tanto Jesús como los EQ eran célibes.

Ciertamente, algunos de estos aspectos eran compartidos por otros grupos judíos pero, en general, eso no resta fuerza al argumento de la coincidencia entre Jesús y los EQ.

A la vez que se daban estos puntos de contacto, no puede negarse que en las fuentes históricas referidas a Jesús hallamos algunas notas que lo diferencian sustancialmente de los esenios de Qumrán. En primer lugar, está el hecho de que, al contrario que los esenios de Qumrán, Jesús ni pertenecía a la tribu sacerdotal de Leví ni dio importancia a la institución del sacerdocio. No tenemos tampoco ningún dato que señale que alguno de los Doce apóstoles fuera de estirpe sacerdotal y el mismo Jesús no creó ningún sistema sacerdotal paralelo al del Templo de Jerusalén, tal y como hizo el Maestro de Justicia en Qumrán.



En segundo lugar, también es divergente el papel que otorgaban Jesús y los EQ a la tradición. Cuestiones relacionadas con el calendario o con el sistema de pureza se definían en Qumrán de acuerdo a una tradición concreta y enfrentada además con el resto del judaísmo. Por el contrario, Jesús rechazó identificarse con alguna forma de tradición e incluso llegó a criticar ésta de forma directa, algo que provocaba la sorpresa de sus contemporáneos (Mateo 7, 28).
28 Y sucedió que cuando acabó Jesús estos discursos, la gente se asombraba de su doctrina; 29 porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como sus escribas.

De hecho, Jesús, siempre que menciona la tradición —venga de donde venga— es para presentarla en términos negativos. Su deseo era volver al sentido primigenio de la Torah y, a su juicio, este quedaba oscurecido, opacado e incluso prostituído por las diversas tradiciones religiosas (Mateo 15, 6).

Porque Dios dijo: Honra a tu padre y a tu madre, y: El que maldiga a su padre o a su madre, sea castigado con la muerte. 5 Pero vosotros decís: El que diga a su padre o a su madre: `Lo que de mí podrías recibir como ayuda es ofrenda', 6 ése no tendrá que honrar a su padre y a su madre. Así habéis anulado la palabra de Dios por vuestra tradición.7 Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías cuando dijo:

8 Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí.
9 En vano me rinden culto,ya que enseñan doctrinas que son preceptos de hombres.»
En tercer lugar, la conciencia de pecado es una de las características más evidentes de la mentalidad de la secta del mar Muerto. Así, en los documentos del mar Muerto podemos encontrar afirmaciones como las siguientes: "A los malvados los has creado para el tiempo de la ira, desde el vientre los has predestinado para el día de la ruina".

(1 QH 7, 21). "Yo sé que entre todos los has elegido a ellos y que ellos Te servirán a Ti por siempre". (1 QH 7, 27-8). En otras palabras, Dios simplemente salvaba sólo a unos cuantos de una Humanidad abocada en su totalidad a la ruina final.

Sin embargo, esa visión no aparece, en absoluto, en Jesús. No hay la más mínima referencia textual que señale, siquiera indirectamente, que se considerara pecador. En realidad, una de las circunstancias que más irritación parece haber causado en sus contemporáneos era la manera en que Jesús señalaba a todos como personas tocadas por el pecado, en que se autodesignaba para perdonar los pecados de la gente y en que, además, se presentaba como exento de la más mínima falta.

(Mateo 9, 1-8;
1 Subiendo a la barca, pasó a la otra orilla y vino a su ciudad. 2 En esto le trajeron un paralítico postrado en una camilla. Viendo Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: «¡Ánimo!, hijo, tus pecados te son perdonados.» 3 Pero he aquí que algunos escribas dijeron para sí: «Éste está blasfemando.» 4 Jesús, conociendo sus pensamientos, dijo: «¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil, decir: `Tus pecados te son perdonados', o decir: 5 `Levántate y anda'? 6 Pues para que sepáis que el Hijo del hombre tiene en la tierra poder de perdonar pecados -dice entonces al paralítico-: `Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa'.» 7 Él se levantó y se fue a su casa. 8 Y al ver esto, la gente temió y glorificó a Dios, que había dado tal poder a los hombres.

Vocación de Mateo.
9 Cuando se iba de allí, al pasar vio Jesús a un hombre llamado Mateo, sentado en el despacho de impuestos, y le dice: «Sígueme.» Él se levantó y le siguió.

Marcos 2, 1ª12,

Curación de un paralítico.
2

1 Entró de nuevo en Cafarnaún; al poco tiempo había corrido la voz de que estaba en casa. 2 Se agolparon tantos que ni siquiera ante la puerta había ya sitio, y él les anunciaba la palabra. 3 Y le vienen a traer a un paralítico llevado entre cuatro. 4 Al no poder presentárselo a causa de la multitud, abrieron el techo encima de donde él estaba y, a través de la abertura que hicieron, descolgaron la camilla donde yacía el paralítico. 5 Viendo Jesús la fe de ellos, dice al paralítico: «Hijo, tus pecados te son perdonados.» 6 Estaban allí sentados algunos escribas que pensaban en sus corazones: 7 «¿Por qué éste habla así? Está blasfemando.¿Quién puede perdonar pecados, sino Dios sólo?» 8 Pero, al instante, conociendo Jesús en su espíritu lo que ellos pensaban en su interior, les dice: «¿Por qué pensáis así en vuestros corazones? 9 ¿Qué es más fácil, decir al paralítico: `Tus pecados te son perdonados', o decir: `Levántate, toma tu camilla y anda?' 10




Pues para que sepáis que el Hijo del hombre tiene en la tierra poder de perdonar pecados -dice al paralítico-: 11 `A ti te digo, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa.'» 12 Se levantó y, al instante, tomando la camilla, salió a la vista de todos, de modo que quedaban todos asombrados y glorificaban a Dios, diciendo: «Jamás vimos cosa parecida.»

Lucas 5, 17-26;

Curación de un paralítico.
17 Un día que estaba enseñando, había sentados algunos fariseos y doctores de la ley que habían venido de todos los pueblos de Galilea y Judea, y de Jerusalén. El poder del Señor le hacía obrar curaciones. 18 En esto, unos hombres trajeron en una camilla a un paralítico y trataban de introducirle, para ponerle delante de él. 19 Pero no encontrando por dónde meterle, a causa de la multitud, subieron al terrado, le bajaron con la camilla a través de las tejas y le pusieron en medio, delante de Jesús. 20 Viendo Jesús la fe que tenían, dijo: «Hombre, tus pecados te quedan perdonados.»

21 Los escribas y fariseos empezaron a pensar: «¿Quién es éste, que dice blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados sino sólo Dios?» 22 Conociendo Jesús sus pensamientos, les dijo: «¿Qué estáis pensando en vuestros corazones? 23 ¿Qué es más fácil, decir: `Tus pecados te quedan perdonados', o decir: `Levántate y anda'? 24 Pues para que sepáis que el Hijo del hombre tiene en la tierra poder de perdonar pecados -dijo al paralítico-: `A ti te digo, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa'.» 25 Y al instante, levantándose delante de ellos, tomó la camilla en que yacía y se fue a su casa, glorificando a Dios.
26 El asombro se apoderó de todos y glorificaban a Dios. Y llenos de temor, decían: «Hoy hemos visto cosas increíbles.»

Juan 8, 46).
46 ¿Quién de vosotros puede probar que soy pecador?
Si digo la verdad, ¿por qué no me creéis? 47 El que es de Dios, escucha las palabras de Dios; vosotros no las escucháis, porque no sois de Dios.»
Al mismo tiempo, en la enseñanza de Jesús no hay el menor indicio de que creyera en la predestinación. Uno de sus llamados registrado en Mateo 11, 28-29 hace referencia a todos y no sólo a los supuestamente elegidos: "Venid a mi todos los que estáis trabajados y cargados y yo os haré descansar. Llevad mi yugo encima vuestro, y aprended de mi que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas, porque mi yugo es fácil y mi carga es ligera". Jesús, lejos de considerarse un pecador, se veía como manso y humilde.

Además no creía que Dios guiaría a donde el estuviera a aquellos que estaban predestinados a salvarse. Finalmente, llamaba a todos —sin excepción— los que tuvieran necesidad. Los que acudieran a él no se verían defraudados.



En cuarto lugar, existe una diferencia notable entre los EQ y Jesús en lo relativo al tema de la revelación divina. Los primeros la habían recibido del Maestro de Justicia quien, a su vez, se consideraba indigno de tal don divino. Por el contrario, Jesús, según sus palabras, tenía una revelación especial pero relacionada con su especial posición en relación a Dios Padre, una relación que no admitía parangón con la de nadie.

Un pasaje, cuya autenticidad histórica no puede ser cuestionada, ha recogido precisamente esta autoconciencia de Jesús de manera especialmente clarificadora: "Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre; y nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni nadie conoce al Padre, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar".
(Mateo 11, 27).
a pequeños.26 Sí, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito. 27 Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, ni al Padre le conoce nadie sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.

Jesús se presentaba como el Hijo, el único que conocía al Padre y podía revelarlo y, a su vez, aquel al que sólo el Padre conocía realmente.
En quinto lugar, los EQ seguían esperando para el futuro la llegada del Mesías (o de los dos Mesías, según las fuentes). El caso de Jesús es obviamente distinto. Ciertamente, no se vio a si mismo como el Mesías nacionalista y violento de algunos grupos zelotes de varias décadas después de su muerte, ya que se proclamó como el Mesías-Siervo e Hijo del Hombre que, pacífico y sufriente, se entregaría a una muerte de contenido sacrificial y expiatorio.

No todo concluiría empero con este hecho. Tras entregar su vida en ofrenda por el pecado, vería la luz de la vida y, al final de los tiempos, regresaría para juzgar a la Humanidad. Para Jesús era pues presente lo que en el caso de los EQ se proyectaba aún en el futuro.

En sexto lugar, los EQ aparecen en los manuscritos del mar Muerto dotados de un deseo poderoso de cumplir con el mayor rigor la ley de Moisés, de acuerdo a su estricta interpretación. Jesús, por el contrario, que se manifestó como superior a Salomón, los profetas y el Templo, dejó en claro que mantenía una actitud de absoluta libertad frente a la misma e incluso se permitía discutirla en algunos aspectos concretos.

Así, frente a los EQ que aplicaban la pena de muerte, Jesús enseñó que no se podía matar e incluso insistía en el hecho de que el enojo o el insulto eran asimismo dignos del infierno y que, por ello, la reconciliación con el prójimo estaba antes que el cumplimiento de los preceptos rituales (Mateo 5, 22-26).

22 Pues yo os digo: Todo aquel que se encolerice contra su hermano, será reo ante el tribunal; pero el que llame a su hermano `imbécil', será reo ante el Sanedrín; y el que le llame `renegado', será reo de la gehenna de fuego. 23 Si, pues, al presentar tu ofrenda en el altar te acuerdas entonces de que tu hermano tiene algo contra ti, 24 deja tu ofrenda allí, delante del altar, y vete primero a reconciliarte con tu hermano; luego vuelves y presentas tu ofrenda. 25 Ponte enseguida a buenas con tu adversario mientras vas con él por el camino; no sea que tu adversario te entregue al juez y el juez al guardia, y te metan en la cárcel. 26 Yo te aseguro: no saldrás de allí hasta que no hayas pagado el último céntimo.

De la misma manera, en contra de la ley de Moisés que establecía la ley de talión expresada en la máxima "ojo por ojo y diente por diente" (Éxodo 21,24; Levítico 24, 20, Deuteronomio 19, 21), Jesús mantuvo una enseñanza mucho más radical: "No resistáis al malvado. Antes a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, ponle también la otra; y al que desee ponerte a pleito y quitarte la túnica, déjale también la capa; y a cualquiera que te obligue a llevar carga una milla, ve con él dos. Al que te pida, dale; y al que quiera tomar de ti prestado, no se lo niegues". (Mateo 5, 39-42).



38 «Habéis oído que se dijo: Ojo por ojo y diente por diente. 39 Pues yo os digo: no resistáis al mal; antes bien, al que te abofetee en la mejilla derecha ofrécele también la otra; 40 al que quiera pleitear contigo para quitarte la túnica déjale también el manto; 41 y al que te obligue a andar una milla vete con él dos. 42 A quien te pida da, y al que desee que le prestes algo no le vuelvas la espalda.

En séptimo lugar, también fue distinto el acercamiento que a la cuestión del Templo de Jerusalén realizaron los EQ y Jesús. Para los primeros, aquel no era ya sino un lugar desechado por YHVH y sustituido por ellos mismos, la comunidad de Qumrán. Participar en su culto resultaba intolerable para los sectarios del mar Muerto. Jesús, por el contrario, no se opuso a participar en el culto del Templo. Tenemos noticia de que asistió a sus celebraciones relacionadas con las festividades judías anuales y no parece que disuadiera de hacer lo mismo a los discípulos.

De hecho, éstos continuaron participando en el servicio del Templo incluso después de la muerte de Jesús. Con todo, la visión del Templo que encontramos en Jesús fue muy crítica. Sabemos que reaccionó indignadamente contra los que comerciaban en el interior del Templo, privando así a los no judíos de adorar al Dios de Israel y contaminando el carácter sagrado del lugar que estaba destinado a ser "casa de oración".
A la vez, entendía, posiblemente a causa de la clara contradicción entre los fines del lugar y la vida real del mismo, así como por el rechazo evidente del mismo Jesús como Mesías, que los días del Templo estaban contados.

Lucas 13, 31-35

31 En aquel mismo momento se acercaron algunos fariseos y le dijeron: «Sal y vete de aquí, porque Herodes quiere matarte.» 32 Él les contestó: «Id a decir a ese zorro: Yo expulso demonios y llevo a cabo curaciones hoy y mañana, y al tercer día soy consumado. 33 Pero conviene que hoy y mañana y pasado siga adelante, porque no cabe que un profeta perezca fuera de Jerusalén.

Apóstrofe a Jerusalén.
34 «¡Jerusalén, Jerusalén!, la que mata a los profetas y apedrea a los que le son enviados. ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como una gallina su nidada bajo las alas, y no habéis querido! 35

y Mateo 23, 37-9

37 «¡Jerusalén, Jerusalén, la que mata a los profetas y apedrea a los que le son enviados! ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como una gallina reúne a sus pollos bajo las alas, y no habéis querido! 38 Pues bien, se os va a dejar desierta vuestra casa. 39 Porque os digo que ya no me volveréis a ver hasta que digáis:
¡Bendito el que viene en nombre del Señor!»

reproducen una enseñanza de Jesús procedente del Documento Q en la que aquel dejó bien claro que el Templo ("vuestra casa") se convertirá en un lugar desolado.

Algo similar podemos decir de los denominados —muy discutiblemente, a nuestro juicio— "apocalipsis sinópticos" (Mateo 24, Marcos 13 y Lucas 21) donde Jesús anuncia la destrucción del Templo. Aunque en el pasado algunos autores tendieron a pensar que estos pasajes eran "vaticinia ex eventu" que nunca fueron pronunciados realmente por Jesús, hoy en día la práctica totalidad de los historiadores ha llegado a la conclusión opuesta: Jesús realmente profetizó la destrucción del Templo. De hecho, la acusación de haberlo hecho fue uno de los argumentos barajados por sus enemigos para condenarlo a muerte.
En octavo lugar, el concepto de Nuevo Pacto es distinto en los EQ y en Jesús. Los primeros creían estar viviendo ya en esa situación pero como consecuencia directa de su huída desde Jerusalén al desierto de Judea. Por el contrario, el punto de vista de Jesús no giraba en torno a la pertenencia a una organización sino al papel desempeñado por su misma persona.

Su muerte en favor de muchos era lo que daba inicio a un Nuevo Pacto. Igual que el sacrificio del cordero había sido señal de que se acercaba la liberación de Israel en Egipto, el sacrificio de Jesús indicaba los inicios de un Nuevo Pacto. Este Nuevo Pacto comenzaba con él y la inclusión en el mismo derivaba asimismo de aceptar o no a Jesús como el Siervo-Mesías-Hijo del Hombre-Señor y vincularse al mismo a través de la fe.

Aquellos que creyeran en él, tal y como él se presentaba, podían entrar en el Nuevo Pacto prescindiendo, como veremos, de su procedencia concreta. Los demás habían quedado excluidos y, a semejanza del Templo de Jerusalén, sólo podían esperar la ruina como consecuencia de sus actos.

Resumiendo pues, podemos señalar que un análisis comparativo entre los EQ y Jesús nos obliga a reconocer que en ambos existen puntos de contacto innegables. Posiblemente, tal circunstancia quepa atribuirla al hecho de estar ambos incardinados en el judaísmo del Segundo Templo, pero, de cualquier forma, los puntos de coincidencia resultan innegables.

Al mismo tiempo, sin embargo, son aún más evidentes las enormes diferencias conceptuales entre Jesús y los EQ. La espiritualidad de los EQ partía de la condición universal de pecado del hombre, pero combinaba tal aspecto con un énfasis considerable en el sacerdocio, un enorme apego a una tradición religiosa concreta y a una interpretación específica de la Torah.

Para obtener salvación, había, inexcusablemente, que abandonar el culto judío centrado en Jerusalén y vivir en un Nuevo Pacto centrado en Qumrán cumpliendo las normas específicas de la secta. Jesús, por el contrario, no sólo no se consideró pecador sino que además se presentaba a si mismo dotado de una autoridad especial para perdonar pecados.

Lejos de esperar la venida del Mesías, se presentaba también como el Mesías ya venido, y, convencido de ser el Hijo de Dios, en un sentido sin paralelos ni aproximaciones con otros seres humanos, también se consideró receptáculo de un conocimiento especial que, en su caso concreto, emanaba de que sólo él conocía al Padre igual que a él sólo el Padre lo conocía. Precisamente a partir de su propia conciencia personal (afirmó ser mayor que Salomón, los profetas, el Templo) se manifestó enemigo de las tradiciones religiosas, actuó con una considerable libertad frente a la Torah en cuestiones como la pureza, el sábado o los alimentos. Finalmente, aunque participó en el culto del Templo, consideró que sus días estaban contados porque su muerte iba a inaugurar un Nuevo Pacto.



Jesús, en virtud de sus acciones y pretensiones, sobrepasaba la línea que separa claramente lo divino de lo humano. En su pensamiento, en su forma de actuar no existe nada en absoluto que evidencie influencia del MJ o de la secta de Qumrán. Su peculiar visión obligaba a optar por lo que el profesor C. S. Lewis definió como el famoso trilema: o era un loco de la peor especie, o era un blasfemo o era quien decía ser.

En otras palabras, como señala el Talmud, o era un embaucador que "extraviaba al pueblo" y, por ello, merecía la muerte en la cruz o era el "Mesías, el Hijo del Dios vivo" (Mateo 16: 16).
15 Díceles él: «Y vosotros ¿quién decís que soy yo?» 16 Simón Pedro contestó: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo.» 17 Replicando Jesús le dijo: «Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. 18 Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro

Cualquier otra categorización sólo niega las evidencias que aparecen en las fuentes históricas.
Por lo tanto, a la luz que nos proporcionan las fuentes, debemos contestar que Jesús, a lo largo de su predicación pública, ni se comportó como un esenio de Qumrán ni manifestó de acuerdo con las doctrinas más esenciales de estos. Su enseñanza no fue esenia sino, más bien, antiesenia. A la cuestión, por otra parte, de si Jesús estuvo alguna vez en Qumrán no podemos contestar ya de una manera tan tajante. Pero, si efectivamente ese fue el caso, de su trayectoria a orillas del mar Muerto no sólo no le quedó ninguna influencia notable, sino que además habría que deducir que brotó una mentalidad diametralmente enfrentada. La razón es obvia: la cosmovisión de los esenios de Qumrán y la de Jesús resultaba medularmente incompatible.

ESENIOS
Miembros de un grupo religioso judío, organizado en torno a bases comunitarias profundas y a prácticas de un estricto ascetismo. La hermandad, que llegó a contar con aproximadamente 4.000 miembros, vivió en Siria y en Palestina desde el siglo II a.C. hasta el siglo II d.C. Sus principales asentamientos se encontraban a orillas del mar Muerto.
Los esenios no son mencionados ni en la Biblia ni en la literatura rabínica. Toda la información que se tiene de ellos proviene de los escritos y obras de Filón de Alejandría, Plinio el Viejo y Flavio Josefo. Se han identificado distintos grupos como posibles prototipos de lo que era la comunidad de los esenios.



Dentro de estos grupos, los principales fueron los tsenuim (los modestos o castos), los jashaim (los callados), los jasidim harishonim (los santos ancianos o mayores), los nigiyye, los jad da at (los puros de pensamiento) y los vatikim (los hombres rigurosos).
Estos términos informan acerca de las características de esta comunidad, cuyas enseñanzas fundamentales eran el amor a Dios, el amor a la virtud y el amor al prójimo. Sus rasgos distintivos más importantes eran: la comunidad de bienes y propiedades (distribuidas de acuerdo con las necesidades de cada uno), la estricta observancia del shabat y un aseo escrupuloso (dentro del que se incluía el lavarse con agua fría y usar prendas de vestir blancas). Tenían prohibido jurar, emitir votos (salvo los exigidos para ser miembros de la orden), sacrificar animales, fabricar armas y participar en el comercio o hacer negocios.



Sus miembros eran reclutados a través de la adopción de niños o bien entre aquellos que habían renunciado a todos sus bienes materiales. Se exigía una prueba temporal de tres años antes de que el novicio pudiera emitir sus votos definitivos, que exigían una total obediencia y discreción. La prohibición de ingerir alimentos impuros constituía una ley que podía llegar a significar la muerte por inanición. Los esenios fueron los primeros en condenar la esclavitud, considerándola una violación de los derechos consustanciales a los hombres; se sabe que, incluso, compraban y luego liberaban a personas que habían sido hechas esclavas.




Los esenios vivían en pequeñas comunidades. Su trabajo fundamental se centraba en la agricultura y en la artesanía.
El estudio del mundo de los esenios reapareció con gran fuerza en 1947, año en que fueron descubiertos unos antiguos manuscritos hebreos, cerca del mar Muerto, en Qumran, lugar que pudo haber sido, en el siglo I d.C., zona de asentamiento de alguna comunidad esenia. Entre los manuscritos, había un manual de observancias religiosas y vida común, que puede relacionarse con el modelo de vida de los esenios, según lo que se ha podido averiguar en las fuentes griegas y latinas que hacen referencia a ellos.



QUMRAN



Antiguo asentamiento judío en Palestina, cerca de las grutas donde se encontraron los denominados Manuscritos del Mar Muerto en 1947; está situado en la orilla noroeste de dicho mar. En la época de Cristo.
En 1947 Jum'a, un pastor de la tribu Ta'amireh de los beduinos nómadas, descubrió unos manuscritos antiguos en piel y tela en una cueva al noroeste del mar Muerto, en el valle de Qumran. Importantísimo hallazgo arqueológico, estos manuscritos constituían la primera parte de una colección de textos hebreos y arameos que se fueron descubriendo tras el primer hallazgo de Jum'a.
Estos antiguos textos, que incluyen el Libro de Isaías completo y fragmentos de todos los demás libros del Antiguo Testamento, excepto del Libro de Ester, han resultado ser 1.000 años más antiguos que cualquier otro texto hebreo conocido.



Qumran era el centro de una gran comunidad religiosa, probablemente de la secta esenia. Los esenios se escindieron de la religión judía en el siglo II a.C., y, perseguidos por los Macabeos, huyeron al desierto, que les pareció muy adecuado para su vida ascética.
El enclave de Qumran, donde muchos vivían en las cuevas y en los acantilados circundantes, fue probablemente ocupado hacia el 135 a.C. Abandonado tras un terremoto en el 31 a.C., fue finalmente destruido por los romanos en el 68 d.C. Tras el descubrimiento de los manuscritos, Qumran fue cuidadosamente excavada. Los arqueólogos pudieron identificar algunas habitaciones que se habían utilizado para el estudio y el culto, otras aparentemente usadas para las comidas comunales, una espaciosa cámara con tinteros (quizá el escritorio donde se copiaron los manuscritos) y piscinas para el baño. En un cementerio situado en las proximidades aparecieron más de mil tumbas.

BREVE HISTORIA DE JESUCRISTO

Jesucristo
I. INTRODUCCIÓN
Jesucristo (entre el 8 y el 4 a.C. y el 29 d.C.), figura principal del cristianismo, que nació en Belén, Judea. Desde el siglo VI se considera que la era cristiana comienza el año de su nacimiento, pero en la actualidad se cifra un error de cuatro a ocho años. Para los cristianos, Jesús fue el Hijo de Dios encarnado y concebido por María, la mujer de José, un carpintero de Nazaret. El nombre de Jesús se deriva de la palabra hebrea Joshua, que completa es Yehoshuah ('Yahvé es salvación'); y el título de Cristo, de la palabra griega christos, a su vez una traducción del hebreo mashiaj ('el ungido'), o Mesías. Los primeros cristianos emplearon Cristo por considerarle el libertador prometido de Israel; más adelante, la Iglesia lo incorporó a su nombre para designarle como redentor de toda la humanidad.

Las principales fuentes de información sobre su vida se encuentran en los Evangelios, escritos en la segunda mitad del siglo I para facilitar la difusión del cristianismo por todo el mundo antiguo. Las epístolas de san Pablo y el libro de los Hechos de los Apóstoles también aportan datos interesantes. La escasez de material adicional de otras fuentes y la naturaleza teológica de los relatos bíblicos provocaron que algunos exegetas bíblicos del siglo XIX dudaran de su existencia histórica. Otros, interpretando de diferente manera las fuentes disponibles, escribieron biografías naturalistas de Jesús. En la actualidad, los eruditos consideran auténtica su existencia, para lo que se basan en la obra de los escritores cristianos y en la de varios historiadores romanos y judíos.

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II. NACIMIENTO E INFANCIA
Los evangelios de san Mateo y san Lucas recogen datos sobre el nacimiento e infancia de Jesús, e incluyen su genealogía, que se remonta hasta Abraham y David (Mt. 1,1-17; Lc. 3,23-38). Se supone que la descripción de su genealogía se hizo para probar el mesianismo de Jesús. Según Mateo (1,18-25) y Lucas (1,1-2,20), Jesús fue concebido por su madre, que "aunque desposada con José, se encontró encinta por obra del Espíritu Santo" (Mt. 1, 18). Nació en Belén, donde José y María habían acudido para cumplir con el edicto romano que obligaba a inscribirse en el censo. Mateo es el único que describe (2,13-23) el viaje a Egipto, cuando José y María se llevaron al niño lejos del alcance del rey Herodes el Grande. Sólo Lucas relata el cumplimiento de José y María con la ley judía que requiere la circuncisión y presentación en el templo de todos los recién nacidos de Jerusalén (2,21-24); el mismo evangelista también describe su siguiente viaje (2,41-51) con el joven Jesús al templo para la fiesta de la Pascua. Los Evangelios omiten la vida de Jesús desde que tuvo 12 años hasta que empezó su ministerio público, unos 18 años después.

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III. COMIENZOS DE SU VIDA PÚBLICA
Todos los Evangelios sinópticos (los tres primeros, llamados así porque, en general, presentan una visión similar de la vida de Cristo) relatan que el ministerio público de Jesús comienza tras el encarcelamiento de Juan Bautista y se prolonga casi un año. El Evangelio según san Juan describe su labor, que comienza con la elección de sus primeros discípulos (1,40-51) y se prolonga quizá unos tres años.

El relato del ministerio público y los acontecimientos que le precedieron es similar en los Evangelios sinópticos. Los tres describen el bautismo de Jesús en el río Jordán por Juan Bautista y su retiro durante 40 días de ayuno y meditación al borde del desierto, que algunos exegetas consideran como un tiempo de preparación ritual, donde el demonio (o Satán) trató de tentarle. Mateo (4,3-9) y Lucas (4,3-12) añaden la descripción de las tentaciones.

Después del bautismo y el retiro en el desierto, Jesús volvió a Galilea y visitó su hogar en Nazaret (Lc. 4,16-30). Se trasladó a Cafarnaum y comenzó a predicar. Según los sinópticos, fue entonces cuando nombró a sus primeros discípulos, "Simón, que se llama Pedro, y su hermano Andrés" (Mt. 4,21) y "Santiago el de Zebedeo y Juan, su hermano" (Mt. 4,21). Más adelante, cuando el número de sus seguidores creció, escogió a doce discípulos para que le ayudaran.

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IV. AUMENTO DE LOS SEGUIDORES DE JESÚS
En compañía de sus discípulos, Jesús estableció su base en Cafarnaum y viajó a los pueblos y aldeas cercanas para proclamar la llegada del Reino de Dios, como hicieron muchos profetas hebreos antes que él. Cuando los enfermos de cuerpo o espíritu se acercaron a él en busca de ayuda, los curó con la fuerza de la fe. Insistió en el amor infinito de Dios por los más débiles y desvalidos, y prometió el perdón y la vida eterna en el cielo a los pecadores siempre que su arrepentimiento fuera sincero.

La esencia de estas enseñanzas se encuentra en el sermón de la montaña (Mt. 5,1-7), que contiene las bienaventuranzas (5,3-12) y la oración del Padrenuestro (6,9-13). El énfasis de Jesús en la sinceridad moral más que en la observancia estricta del ritual judío provocó la enemistad de los fariseos, que temían que sus enseñanzas pudieran incitar a los judíos a rechazar la autoridad de la Ley, o Torá. Otros judíos se mostraron recelosos ante las actividades de Jesús y sus seguidores porque podrían predisponer a las autoridades romanas contra una eventual restauración de la monarquía.

A pesar de esta creciente oposición, la fama de Jesús se extendió sobre todo entre los marginados y los oprimidos, y el entusiasmo de sus seguidores les llevó a tratar de "arrebatarle y hacerle rey" (Jn. 6,15), pero Jesús lo impidió cuando escapó con sus discípulos por el mar de Galilea (lago Tiberíades) a Cafarnaum (Jn. 6,15-21), donde pronunció un sermón en el que se proclamó "pan de la vida" (Jn. 6,35). Este sermón, que hace hincapié en la comunión espiritual con Dios, desconcertó a muchos de los que le escucharon, pensando que se trataba de "duras palabras" (Jn. 6,60), y desde entonces "muchos se retiraban y ya no le seguían" (Jn. 6,66).
Posteriormente, Jesús repartió su tiempo entre viajar a las ciudades dentro y fuera de la provincia de Galilea, enseñar a sus discípulos y retirarse en Betania (Mc. 11,11-12) y Efrem (Jn. 11,54), dos ciudades próximas a Jerusalén. Según los Evangelios sinópticos pasó la mayor parte del tiempo en Galilea, pero Juan centra el ministerio público de Jesús en la provincia de Judea y relata sus numerosas visitas a Jerusalén.

Los sermones que pronunció y los milagros que realizó en esta época, en particular la resurrección de Lázaro en Betania (Jn. 11,1-44), hicieron que muchos creyeran en él (Jn. 11,45); pero el momento más importante de su vida pública ocurre en Cesarea de Filipo cuando Simón (después Pedro) comprobó que Jesús era Cristo (Mt. 16,16; Mc. 8,29; Lc. 9,20), a pesar de que Jesús nunca se lo había revelado (según los Evangelios sinópticos), ni a él ni a los demás discípulos. Esta revelación, además de la posterior predicción de su muerte y su resurrección, las condiciones que debían cumplir sus discípulos en su misión, y su transfiguración (momento en que se oyó una voz del cielo proclamándole hijo de Dios y confirmando así la revelación) constituyen la base principal de la misión histórica de la Iglesia cristiana (autorización explícita de Jesús recogida en Mt. 16,17-19).

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V. ÚLTIMOS DÍAS
Cerca de la Pascua, Jesús viajó a Jerusalén por última vez (Juan menciona numerosos viajes a Jerusalén y más de una Pascua, mientras que los sinópticos dividen el ministerio público en las provincias de Galilea y Judea, y mencionan sólo una Pascua después de que Jesús abandonara Galilea para ir a Judea y Jerusalén) y el domingo de víspera entró triunfante en la ciudad donde le recibió una gran muchedumbre que le aclamó. Allí (el lunes y el martes, según los sinópticos), expulsó del templo a los mercaderes y cambistas que, según una vieja costumbre estaban autorizados a realizar sus transacciones en el patio exterior (Mc. 11,15-19) y discutió con los sacerdotes, los escribas, los fariseos y los saduceos, que le hicieron preguntas sobre su autoridad, tributos del César, y la resurrección. El martes, Jesús reveló a sus discípulos los signos que acompañarían a la parusía, o su segunda venida.

El miércoles Jesús fue ungido en Betania por María, que anticipaba la unción de la sepultura (Mt. 26,6-13; Mc. 14,3-9). Mientras tanto, en Jerusalén, los sacerdotes y los escribas, preocupados porque las actividades de Jesús iban a poner a los romanos en su contra (Jn. 11,48), conspiraron con uno de sus discípulos, Judas Iscariote, para arrestar a Jesús de manera furtiva, "porque temían al pueblo" (Lc. 22,2). Juan 11,47-53 sitúa la conspiración antes de la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén. El jueves, Jesús celebró la cena de Pascua con sus discípulos y les habló de su inminente traición y muerte como sacrificio por los pecados de la humanidad. Durante la cena bendijo el pan ácimo y el vino, llamó al pan su cuerpo y al vino su "sangre de la alianza, que será derramada por muchos para remisión de los pecados" (Mt. 26,27), y pidió que lo repartieran entre todos. Desde entonces, los cristianos recuerdan este ritual, la eucaristía, en oficios de culto que constituyen el principal sacramento de la Iglesia.

Después de la Última Cena, Jesús y sus discípulos fueron al monte de los Olivos, donde según Mateo (26,30-32) y Marcos (14,26-28), les aseguró que resucitaría (de la muerte). Al presentir que la hora de su muerte estaba cerca, se retiró al huerto de Getsemaní, donde, "lleno de angustia" (Lc. 22,44), meditó y oró. Una muchedumbre enviada por los sacerdotes y los ancianos judíos, conducida por Judas Iscariote, le arrestó en Getsemaní.

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VI. JUICIO Y CRUCIFIXIÓN
Según Juan (18,13-24), primero le condujeron ante Anás, suegro del máximo sacerdote Caifás, para un interrogatorio preliminar. Los sinópticos no mencionan este incidente, sólo relatan que Jesús fue conducido al consejo supremo de los judíos, el Sanedrín, donde Caifás pidió a Jesús que declarase si era "el Mesías, el hijo de Dios" (Mt. 26,63). Por esta afirmación (Mc. 14,62), el consejo le condenó a muerte por blasfemia, pero como sólo el procurador romano tenía poder para imponer la pena capital, el viernes por la mañana condujeron a Jesús ante Poncio Pilatos para sentenciarle. Antes del juicio, Pilatos le preguntó si era el rey de los judíos, Jesús contestó: "Tú lo has dicho" (Mc. 15,2). Pilatos intentó varios recursos para salvarle antes de dejar la decisión final en manos de la muchedumbre. Cuando el populacho insistió en su muerte, Pilatos (Mt. 27,24) ordenó su ejecución. El papel real de Pilatos ha sido muy debatido por los historiadores. La Iglesia antigua tendió a culpar más a los judíos y a juzgar con menos severidad al gobernador romano.

Jesús fue llevado al Gólgota y crucificado, que era la pena romana para los criminales y los delincuentes políticos. Dos ladrones fueron también crucificados con él, uno a cada lado. En la cruz, sobre la cabeza de Jesús escribieron su acusación: "este es Jesús, el rey de los judíos" (Mt. 27,37). Al caer el día, su cuerpo fue descendido, y como estaba cerca el shabat (día festivo de los judíos), tiempo durante el cual no estaba permitido el enterramiento, fue rápidamente depositado en una tumba cercana por José de Arimatea (Jn. 19,39-42 relata que Nicodemo ayudó a José).


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VII. LA RESURRECCIÓN
El domingo siguiente, al amanecer, "María Magdalena, y María la madre de Santiago" (Mac. 16,1) fueron al sepulcro para ungir el cuerpo de Jesús antes de enterrarlo, y lo encontraron vacío. En Mt. 28,2 se recoge que después de un terremoto apareció un ángel y apartó la piedra de la entrada. En el interior de la tumba, "un joven" (Mc. 16,5) vestido de blanco les anunció que Jesús había resucitado (esta noticia es anunciada por el ángel en Mateo 28,5-6 y por dos hombres "con vestiduras deslumbrantes" en Lucas 24,4. Según Juan 21, 11-18, María Magdalena vio dos ángeles y después a Cristo resucitado). Más tarde, el mismo día (según Lucas, Juan y Marcos) Jesús se apareció a las mujeres y a otros discípulos en varios lugares en Jerusalén y sus proximidades.

La mayoría de los discípulos no dudaron en que habían visto y escuchado de nuevo al maestro que conocían y habían seguido durante el tiempo de su predicación en Galilea y Judea. Pero hubo discípulos que dudaron en un primer momento (Mt. 28,17), como Tomás, que no presenció las primeras apariciones (Jn. 20,24-29). Según recoge el Nuevo Testamento, la resurrección de Jesús se convirtió en una de las doctrinas esenciales de la cristiandad, pues al resucitar de la muerte dio esperanzas a la humanidad de una vida después de la muerte en el reino de los cielos.
Todos los Evangelios señalan que después de su resurrección Jesús siguió enseñando a sus discípulos sobre asuntos relativos al Reino de Dios. También les encomendó una misión: "Id, pues... haced discípulos de todas las naciones, bautizándoles en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo" (Mt. 28,19). Lucas (24,50-51) también relata que, en Betania, Jesús fue visto ascender a los cielos por sus discípulos. Los Hechos de los Apóstoles 1, 212 recogen que la ascensión ocurrió cuarenta días después de la resurrección. Todas las doctrinas de su ministerio fueron desarrolladas en los principios fundamentales de la teología cristiana.