sábado, 17 de enero de 2009

ELCARBÓN DE JOSE LUIS

ELCARBÓN DE JOSE LUIS.

Es difícil imaginar que los Reyes Magos de Oriente premiasen a quien ha hecho tantos destrozos en tampoco tiempo a un país como España que, hasta su llegada al poder, se encaminaba a ocupar un puesto entre entre los grandes del mundo.

Si José Luis Rodríguez Zapatero fuese todavía un tierno infante y creyese en-los Reyes Magos, estos habrían depositado carbón en sus zapatos, y no del dulce. Es difícil imaginar que SS.MM. de Oriente pre­miasen a quien ha hecho tantos destrozos en tan poco tiempo a un país como España que, hasta su llegada al poder, se encaminaba a ocupar un puesto entre los grandes del mundo. Su cortedad de miras y su sectarismo han destruido las brillantes perspectivas del país, creando un modelo a medio camino entre el capitalismo oligárquico y el populismo sudameri­cano. Es la España de «Chiquilicuatre». En su carta a los Reyes Magos, Zetapé habrá pedido casi con total certeza seguir engañando a los españoles un año más para conservar el poder.

Con contumacia afirma aún que la crisis es mun­dial y que España no tiene problemas propios: Su único propósito es ganar elecciones pactando con quien sea al precio que sea. Para ello está dispuesto a dilapidar dinero público y así financiar los placebos que enmascaren las consecuencias de la crisis. Por eso sostiene con ignorancia supina que las negras predicciones sobre la economía española en 2009, formuladas por todos los analistas y organismos na­cionales e internacionales, no se cumplirán. En sus casi cinco años al frente de los destinos de Hispania, este presidente ha logrado records propios del Guin­ness.

Ha convertido a la economía con mayores tasas de crecimiento de la UE en otra en la que la recesión se instaura a mayor velocidad e intensidad.

Ha conseguido que el sector energético, estratégico según los propios socialistas, haya caído en manos de empresas extranjeras, dominadas por el sector público en unos casos y sometidas en otros, léase Lukoil, a un control político evidente. Ha transformado a un país líder en la creación de empleo en Europa en otro campeón en cifras de paro.

Ha devorado el superávit presupuestario mediante un descabellado incremento del gasto y de la deuda pública que hipotecarán el crecimiento futuro y el nivel de vida de las generacio­nes venideras.

En 2009, la ratio déficit público/PIB es fácil que supere con creces el SOlo. Ha sustituido un sistema de financiación autonómica aprobado por unanimidad por todas las CC.AA. por otro que discrimina a los ciudadanos según dónde vivan y pone en peligro la financiación de las competencias básicas del Estado. SS..MM. de Oriente, como el resto de los españoles, no pueden creer en Zapatero; no ha sido un niño bueno. A él se debe todo ese conjunto de desafueros puestos al servicio de la gran mentira: la negación de la crisis.

Es el Pinocha de la política española. En septiembre de 2007, todavía conside­raba a la española la economía de «mayor margen de maniobra para afrontar los retos del futuro». Con «un par» decía que nuestro país jugaba la «Cham­pions League», que España es la que más partidos gana, más goles ha metido y la menos goleada... En 2008, afirmaba que «la peor previsión de paro de su Gobierno será siempre mejor que la mejor que tuvo el PP». Sus profecías han muerto de éxito…

¿Qué pensará hoy Zapatero de sus predicciones? El PP redujo la tasa de paro en más de once puntos durante su mandato. A su término esa variable se situó en el 11,5% desde el 22;8 %. En el tercer tri­mestre de 2008, el desempleo alcanza el 11,3% y es muy probable que supere el 18% en 2009. En la España del PSOE hay casi un millón más de parados de los que había cuando el PP dejó el gobierno. Este drama no tiene visos de corregirse ante la política económica socialista que se limita a ofrecer subsidios sin medida alguna que sirva para crear empleos. España se precipita hacia una depresión que será dolorosa y prolongada.

El Sr. Rodríguez Zapatero ha negado la existencia de la crisis, ha engañado a los españoles diciendo que aquí no pasaría nada y que el país se encaminaba al pleno empleo... pero lo más grave es su incompe­tencia teñida de una ideología trasnochada que sólo dispone de la demagogia y de la propaganda como armas para intentar ocultar la dura realidad.

El Go­bierno no ha hecho los deberes y cuesta creer que no sepa que con sus actuaciones está causando un daño enorme a la economía. En España se ha instalado la desconfianza, la desesperanza.

El Índice de Confianza del Consumidor, publicado por el ICO, ha caído más de cuarenta puntos. Ha ba­jado del aceptable 93,6 % en 2004 a un escalofriante 48,9% en diciembre de 2008. Esto evidencia del desconcierto de los españoles ante una situación «imprevista» porque el Gobierno no les había preparado para afrontada. Por el contrario, la ocultó. Ahora, los ciudadanos observan entre asombrados y perplejos, la falta de iniciativa e ideas del Gobierno y los palos al aire que las improvisadas, costosas, e ineficaces medidas que se ponen encima de la mesa suponen.

Como es inevitable, la desconfianza profundiza la crisis. El crédito no llega ni a los consumidores ni a las pymes con independencia de su solvencia. Los agentes económicos no entienden cómo las sumas millonarias que el Gobierno ha puesto a disposición del sistema financiero no llegan a la economía real. Por desgracia, todo indica que la situación crediticia empeorará en próximos trimestres, por lo menos, en el que el incremento de esa variable se aproximará a cero. Ciudadanos desesperados, un presidente sin ideas, un Gobierno quemado y pese a todo no se ha producido todavía un cambio en la opinión pública.

Los Reyes tampoco habrán sido muy generosos con el principal partido de la oposición. El PP está perdiendo una 'oportunidad de oro para conectar con los españoles con mensajes valientes y claros. En la era Aznar, el centro-derecha consiguió una gran credi­bilidad, un respeto unánime a su gestión económica. Hasta ahora no ha logrado construir y transmitir un mensaje ilusionante y coherente capaz de restaurar la confianza en el futuro.

Por eso no despega en las encuestas a pesar del caos económico del Gobierno. El PP ha de recuperar el discurso de la libertad eco­nómica, de la vuelta a la disciplina presupuestaria, de los impuestos bajos y de un Estado pequeño y eficiente.

España tiene un brillante porvenir si un gobierno-serio crea las condiciones oportunas. De momento, la economía se hunde en algo que se va a parecer más a una depresión que a una recesión. En 2009, las mentiras de Pinocho/Zetapé se verán desenmascaradas por la realidad, la peor crisis de la historia económica de los últimos dos siglos. A él le crecerá la nariz y a los sufridos españolitos la mala fortuna.