El mantra de la superioridad moral de la izquierda. Ante esta izquierda, tantas veces plegada al nacionalismo radical, ya puede la derecha comportarse con más auto confianza en sus principios sociales y en sus políticas En las últimas semanas, la izquierda ha vuelto a exhi¬bir la arrogancia y la falta de pudor. con la que se atri¬buye el monopolio de las mismas causas sociales que, cuando está en el poder, suele dejar arruinadas o mal¬trechas. La educación es uno de los ejemplos más sangrantes de esta falsa superioridad de valores de la izquierda, la cual re¬vienta actos académicos al grito de «enseñanza pública y de calidad», sin ruborizarse un segundo ante la realidad de que el sistema educativo español sólo ha tenido leyes socialistas. El resultado no hace faltar comentarIo: está reflejado en los pues¬tos de cola que ocupa España en las listas de calidad educati¬va en Europa. Por si fuera poco, el secretario general de los so¬cialistas, Alfredo Pérez Ruba1caba, advierte a quien le quiere oír que la reforma del Gobierno en educación será derogada en cuanto el PP abandone el poder. Lo dice uno de los correspon¬sables del desastre educativo en España. Las urgencias de la izquierda en evitar que la educación española tenga un mode¬lo alternativo al suyo demuestra su miedo a quedar en eviden¬cia como los responsables del fracaso escolar en España. La izquierda se rasga las vestiduras con la reforma de las pensiones, cuando fue el Gobierno del PP el que garantizó ley su solvencia y fue el Gobierno de Zapatero el primero y único que las congeló. Pero hay que reconocer que la izquierda sabe sembrar el temor entre los sectores sociales más desprotegidos, sin que la derecha sepa responder con similares recursos dialécticos, confiando excesivamente en que los hchos hablarán por sí solos. La sanidad tampoco escapa a la agitación propagandística de la izquierda, que aprovecha las medidas de austeridad y de cambio de gestión impulsadas por el PP algunas mal explicadas, para volver a la carga con la sempiterna privatización, que debe ser un proceso que dura decenas todas las que el PSOE y demás partidos de izquierda llevan utilizando esta coartada para atemorizar a los ciudadanos. En el terreno más ideológico, la izquierda no ha cesado de, vociferar sobre el auge del fascismo en España, con el motivo de los inaceptables incidentes protagonizados por ultraderechistas en la Delegación de la Generalidad en Madrid. Pero la bomba puesta por un grupo de extrema izquierda en El Pilar de Zaragoza que podía haber causado daños personales muy graves, no parece suficiente motivo para movilizar la sensibilidad de de una izquierda que sí se fija en la Iglesia Católica para prohibir a sus profesores que salgan al recreo en los colegios públicos de Andalucía. Ante esta izquierda, tantas veces plegada al nacionalismo radical que pretende socavar el marco constitucional, ya puede la derecha comportarse con más autoconfianza en sus principios sociales y en sus políticas.
martes, 8 de octubre de 2013
LA GENERALITAT VAPULEA LA HISTORIA
La Generalitat catalana fabrica su «reino» vapuleando la historia Cataluña fue un reino, la Casa de Barcelona se anexionó Aragón en 1137, y el «rey de Cataluña» Jaime I el Conquistador creó los «Países Catalanes». Son algunas de las perlas que salpican el particular relato de la historia que difunde la Generalitat de forma oficial a través de su portal de internet, tanto con textos como con diversos vídeos. En su afán por hacer valer un pretendido carácter histórico de «nación» y de «estado» catalán, la web de la Generalitat se explaya en un relato en el que vapulea la realidad y llega a afirmar que adquirió la soberanía del Reino de Aragón en 1137. Una suerte de supuesta «anexión» -en los rótulos de uno de sus vídeos utiliza expresamente este término- que choca con la verdad histórica y con lo que reflejan los archivos regios de la Edad Media, en los que nunca aparece Cataluña como reino, sino únicamente como Condado de Barcelona. En 1137, el rey Ramiro II de Aragón pactó el matrimonio de su hija Petronela con el conde de Barcelona, Ramón Berenguer IV. Ramiro II no otorgó el título de rey al catalán, sino únicamente le reconoció el de Príncipe, por la vía de este matrimonio. Petronela queda como única titular del Reino, y en documentos oficiales librados por ella se refiere a su marido exclusivamente como Conde de Barcelona. Casi un siglo después, el rey Jaime I se expresa oficialmente como «Rey de Aragón y de Mallorca y de Valencia, conde de Barcelona y de Urgel». Desde el matrimonio entre la reina Petronila y el conde Ramón Berenguer IV, Cataluña quedó como un territorio más de la Corona de Aragón. Sin embargo, la web de la Generalitat llega a asegurar que «en 1137, el rey Ramiro II de Aragón cedió la soberanía de su reino y la mano de su hija, Petronela, al conde de Barcelona, Ramón Berenguer IV». Nada que ver con el auténtico pacto matrimonial. Para eludir el hecho de que las tierras catalanas eran en realidad parte de la Corona de Aragón, la web de la Generalitat acuña otro término: «confederación catalano-aragonesa», que gusta alternar con otra invención nacionalista, la «Corona catalano-aragonesa». La realidad es que jamás existieron tales. Imperio mediterráneo Pero eso le permite hilar el discurso para, en otra parte de esa historia difundida por la Generalitat, presentar al rey de Aragón Jaime I como «rey Jaime I de Cataluña». En otra sección de la misma web oficial se muestra un vídeo, elaborado por el propio Gobierno catalán, en el que se habla de «La expansión del Casal de Barcelona por el Mediterráneo». En él se elogia a Jaime I El Conquistador, pero en ningún momento se le cita como rey de Aragón. La omisión ayuda a dejar el poso -falso- de que se trataba de un rey catalán y de que Cataluña era reino. En el mismo vídeo se llega a afirmar que «Jaime I es un monarca muy importante para la historia de Cataluña», porque «conquistó cuatro reinos y creó lo que denominamos los Países Catalanes». A renglón seguido asegura que, con él, «los dominios de Cataluña se extendieron por todo el Mediterráneo», que «tras Mallorca y Valencia llega Sicilia», y que años después se incorporarían a esos «dominios de Cataluña» Cerdeña y Nápoles. La realidad histórica es que nunca existió un reino de Cataluña. Ese territorio se unió al Reino de Aragón como Condado de Barcelona, y esa fue la condición que tuvo en todo momento dentro de la Corona de Aragón. Desde entonces -y nunca varió la fórmula-, el monarca tenía los títulos de rey de Aragón y conde de Barcelona. Es clarificador el propio pacto entre el rey aragonés Ramiro II y el conde de Barcelona Ramón Berenguer IV. Cuando Ramiro II dispuso unir en matrimonio a su hija Petronila con el conde de Barcelona, dictó una declaración en 1137 en la que, lejos de «ceder la soberanía» de Aragón a Cataluña -como afirma la web de la Generalitat-, el rey aragonés dejó claro cómo se hacía esa unión: «Yo seré Rey, señor y padre en el citado reino y en todos los condados hasta que me plazca». 1. Jaime I creó los «países catalanes» El imperio mediterráneo de la gran Cataluña Lo que dice la web «Jaime I es un monarca muy importante para la historia de Cataluña», relata un vídeo oficial de la Generalitat colgado en su web institucional. «Conquistó cuatro reinos y creó lo que denominamos los Países Catalanes». Eludiendo por completo a la Corona de Aragón, a la que pertenecían los territorios de la actual Cataluña, el mismo montaje asegura que «los dominios de Cataluña se extendieron por todo el mediterráneo». Incluye como tales a Mallorca, Valencia, Sicilia, Cerdeña y Nápoles. La web de la Generalitat gusta en pregonar términos de nuevo cuño como «Confederación catalano-aragonesa» o «Corona catalano-aragonesa». La realidad El rey Jaime I era el titular de la Corona de Aragón, y Cataluña nunca tuvo dominios en el Mediterráneo porque no tuvo entidad regia diferenciada. No pasó de ser uno de los territorios que quedaron incorporados al Reino de Aragón como consecuencia de la expansión de éste a lo largo de la historia. Fue la Corona de Aragón la que fue extendiendo sus dominios por la Península y el Mediterráneo, primero con el rey Jaime I y luego con sus descendientes, que mantuvieron siempre la misma condición de reyes de la Corona de Aragón. Jamás existieron los «Países Catalanes» ni la «Confederación catalano-aragonesa» o la «Corona catalano-aragonesa», términos acuñados por el nacionalismo catalán a los que la Generalitat recurre con frecuencia en su particular relato histórico. Los dominios del Mediterráneo lo fueron exclusivamente de la Corona de Aragón, no como los presenta la Generalitat: una pretendida posesión del «Casal de Barcelona». 2. Cataluña como «reino» La imaginativa «anexión» de Aragón con un matrimonio Lo que dice la web El linaje Wifredo el Velloso (siglo IX) fue «el embrión de la Corona de Aragón, al unir su destino al reino aragonés en virtud de los problemas dinásticos que sufría esta monarquía». «Ramón Berenguer I, conde de Barcelona, es prácticamente rey de Cataluña; su poder sobre el resto de condados no hace sino aumentar». «A partir de Ramón Berenguer IV, los condes de Barcelona también serán reyes de Aragón», fruto de una supuesta «anexión» del Reino de Aragón al «reino» de Cataluña. Y Jaime I (siglo XIII) fue «rey de Cataluña y Aragón». La realidad En el siglo IX el norte de Cataluña era un territorio dividido en condados. El linaje de Wifredo el Velloso nunca fue «embrión» alguno de la Corona de Aragón, sino una línea hereditaria de dominios condales. Así se llega al conde Ramón Berenguer IV, que incorporó esos territorios condales al dominio del Reino de Aragón cuando el rey aragonés Ramiro II casó a su hija Petronila con Ramón Berenguer IV. El pacto matrimonial fue nítido al respecto. Y los documentos reales posteriores así lo destacan también. El Reino de Aragón se anexionó por la vía del matrimonio el Condado de Barcelona y configuró la Corona de Aragón, y no al revés -la Generalitat sostiene la falsa e imaginativa tesis de que la anexión fue a la inversa, que un condado, el de Barcelona, se anexionó un reino, el de Aragón-. Por ejemplo, ante el nacimiento del hijo de Petronela y Ramón Berenguer IV, la reina firma un documento en el que deja claro que ella es la titular del reino, no su marido, al que se refiere exclusivamente como «Conde de los barceloneses». La web de la Generalitat se refiere a Jaime I como «rey de Cataluña y Aragón» tratando de equiparar la condición histórica del Reino de Aragón a un supuesto reino de Cataluña que jamás existió. El propio Jaime I -y fue norma extendida por todos los monarcas de la Corona de Aragón- se expresó en todo momento como «Rey de Aragón y de Mallorca y de Valencia, conde de Barcelona y de Urgel». 3. el «estado» catalán Cataluña era un «Estado» hasta que Felipe V acabó con él... Lo que dice la web Sobre la etapa de la Guerra de Sucesión (1701-1713) se afirma que «la apuesta de Cataluña en favor de Carlos de Austria y contra Felipe V, en el conflicto sucesorio por la corona española, supuso la pérdida de todos los derechos y de las instituciones de gobierno que tenía como estado, dentro de la monarquía hispánica». La realidad Cataluña no tuvo nunca la consideración real de «Estado». No pasó de ser uno más de los dominios de la histórica Corona de Aragón. Los nacionalistas presentan la Guerra de Sucesión y los posteriores Decretos de Nueva Planta de Felipe V como un episodio de represión sufrido por el «país». La realidad es que Cataluña no fue un «Estado dentro de la Monarquía Hispánica», como apunta la web. 4. en el nuevo mundo ...Y ya era un «país europeo» cuando se descubrió América Lo que dice la web La Generalitat afirma que «Cataluña, como otros países europeos», operaba comercialmente con América desde Sevilla y Cádiz porque «el Nuevo Mundo, por orden de Isabel la Católica, se incorporó en exclusiva al Reino de Castilla». La realidad Ni antes, ni durante ni después del reinado de los Reyes Católicos Cataluña tuvo la consideración de «país europeo» ni, por tanto, operó como tal en el comercio con América. Cataluña era una parte más de la histórica Corona de Aragón.
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