En España siguen haciéndose terapias para "reparar" la homosexualidad
- En España aún se llevan a cabo "de manera encubierta" terapias cuyo objetivo es "reparar" la orientación sexual, denuncia la sexóloga Noemí Domínguez, del Instituto de Estudios de la Sexualidad y la Pareja de Barcelona.
A pesar de que los científicos han demostrado que la homosexualidad no es una enfermedad mental y que por tanto no requiere intervención terapéutica alguna, un colectivo minoritario de psiquiatras y psicólogos sí la considera una enfermedad que puede ser tratada con terapias reparadoras o de conversión.
Domínguez, psicóloga y sexóloga, quien afirma que la orientación sexual de las personas "no se puede cambiar", explicó que "el Colegio de Psicólogos no permite tratar este tipo de casos porque no son un trastorno. Pese a todo, hay gente que aún cree que la homosexualidad es un problema, una desviación o un trastorno mental".
Los efectos de estas terapias, que suelen durar varios años, pueden llegar a ser "destructivos", pues provocan daños emocionales, psicológicos, profesionales y hasta económicos a quienes los sufren.
Doce años en terapia
El barcelonés Àngel Llorent explica que pasó doce años de su vida acudiendo a la consulta de un psiquiatra que, presuntamente, iba a ayudarle a superar la "enfermedad" que le hacía sentir atracción física hacia los hombres.
Llorent, que acudió empujado por la presión de la familia y el entorno social más próximo, vivió de los 18 a los 30 años llevando "una doble vida", saliendo con mujeres a las que no quería, practicando deportes considerados masculinos, censurando sus propios pensamientos y, en definitiva, simulando ser una persona que no era.
"Después de doce años de tratamiento consideraron que me había curado y dejé de ir a la terapia, pero yo sabía internamente que aún tenía los mismos deseos", explica Llorent, que decidió comunicar a su familia lo que era y no se había atrevido a decir durante tantos años: que era homosexual.
Llorent, que ahora tiene 40 años, tuvo la suerte de contar con el apoyo de su familia, aunque sufrió el rechazo de sus amistades, vinculadas en su mayoría, como él, al mundo eclesiástico y cristiano de base.