miércoles, 28 de marzo de 2007
LA CULTURA IMPORTA
LA CULTURA IMPORTA
Enfermos de ideología
Por Saúl Hernández Bolívar
Si no conseguimos cambiar de mentalidad, seguiremos en las mismas, y el nuevo populismo que recorre Latinoamérica no hará sino agravar la tontería de aquellos pueblos que creen que son pobres por culpa de George Bush y compañía Saúl Hernández Bolívar
Alan García ha puesto en marcha en el Perú una campaña para promover la puntualidad. Alguien podría decir que se trata de una cortina de humo para desviar la atención de los verdaderos problemas del país, y que en el Perú hay cosas más importantes por resolver. Sin embargo, ese alguien pasaría por alto algo que no se puede ocultar: que la pobreza y el atraso tienen un gran componente cultural, que se manifiesta en aspectos como la falta de puntualidad, de limpieza, de orden, de respeto por las normas, etcétera.
Los economistas hablan de la "maldición de los recursos" para describir lo que sucede en países o regiones dotados de abundantes recursos naturales pero hundidos en la pobreza. Es lo que ocurre, por ejemplo, en esta parte del continente. La explicación tiene mucho que ver con lo que dice el historiador mexicano Alfredo Krauze: los latinoamericanos estamos enfermos de ideología, padecemos el "desvarío intelectual" de soñar una América mejor, "superior a la despreciable América sajona"; y este mal instila "una mentalidad precaria en los pueblos, una especie de distorsión en la idea de qué es la riqueza". En resumidas cuentas: nuestra cultura está enferma.
Desde que somos niños se nos vende la idea de una Colombia inmensamente rica: dos océanos, tres cordilleras con todos los climas, tierras fértiles, tupidas selvas, aguas por doquier, multiplicidad de especies de fauna y flora, interesantes yacimientos de minerales... y la gente, supuestamente mejor que la de otros lugares. Pero la pobreza y el atraso siguen ahí, y se advierte muy claramente la enfermedad de que habla Krauze.
Sabemos que países como Japón y Suiza carecen de recursos naturales. El primero, que sufrió una gran devastación durante la Segunda Guerra Mundial, es la segunda economía del mundo. Su territorio equivale a la cuarta parte de Colombia, y frecuentemente se ve sometido a graves perturbaciones sísmicas. Su potente economía se basa en el acero, los productos químicos, la automoción y la electrónica, y su verdadero recurso es la gente. Por su parte, Suiza es el país con mayor nivel de vida, y es famosa por sus chocolates –a pesar de que no tiene plantaciones de cacao–, sus productos lácteos –a pesar de que durante buena parte del año padece un clima inhóspito–, sus relojes y sus bancos. ¿Cuál es su mejor recurso? Como en el caso de Japón, la respuesta es: la gente.
La pobreza y el atraso no se disuelven en un mar de petróleo; tampoco desaparecen en cuanto topan con una mina de oro, o con un río saturado de peces. Si analizamos caso por caso la situación de cada uno de los países que hay en el mundo, veremos que su riqueza o pobreza es consecuencia directa de la mentalidad de sus pobladores; o sea, de su cultura. Hay municipios que no tienen agua potable y llevan años pidiéndole a papá Gobierno que se la ponga, con protestas y tumultos cada tanto, mientras que otros gozan de ella desde hace decenios, gracias a su propia gestión, al liderazgo ejercido por algunos integrantes de la comunidad, al ahorro colectivo, a la capacidad de ejecución; es decir, gracias a que han cambiado de mentalidad o a que poseen rasgos culturales distintos.
Bienvenida sea la idea de preservar la diversidad cultural, la riqueza cultural de las comunidades, pero eso no puede equivaler a considerar deseables todas y cada una de las manifestaciones culturales. Todas las culturas tienen cosas buenas que deben salvaguardarse y cosas que no son aceptables y deben ser abolidas. El respeto cultural no debe llevarnos a aceptar que algunas tribus musulmanas de África practiquen la salvaje ablación del clítoris a las niñas, o que los indios uwa de Colombia sacrifiquen a los niños gemelos por malignos.
Bajo el manto de las diferencias culturales se esconde muchas veces la pereza, la apatía, la desidia. Los indios semínolas de la Florida acaban de comprar la cadena de restaurantes Hard Rock Café por 700 millones de dólares... y siguen prestando gran atención a su cultura. ¿El hecho de que hayan vencido a la pobreza y el atraso ha puesto en peligro sus creencias? Todo lo contrario, les está facilitando su conservación. En el extremo opuesto de los prósperos semínolas encontramos a esos indígenas colombianos que se costean sus interminables borracheras mandando a sus mujeres e hijos a las ciudades a pedir limosna.
Quién sabe adónde apunta Alan García con su campaña por la puntualidad, y si logrará con ella algún cambio cultural profundo. Lo cierto es que, si no conseguimos cambiar de mentalidad, seguiremos en las mismas, y el nuevo populismo que recorre Latinoamérica no hará sino agravar la tontería de aquellos pueblos que creen que son pobres por culpa de George Bush y compañía.
© AIPE
SAÚL HERNÁNDEZ BOLÍVAR, periodista y escritor colombiano.
Enfermos de ideología
Por Saúl Hernández Bolívar
Si no conseguimos cambiar de mentalidad, seguiremos en las mismas, y el nuevo populismo que recorre Latinoamérica no hará sino agravar la tontería de aquellos pueblos que creen que son pobres por culpa de George Bush y compañía Saúl Hernández Bolívar
Alan García ha puesto en marcha en el Perú una campaña para promover la puntualidad. Alguien podría decir que se trata de una cortina de humo para desviar la atención de los verdaderos problemas del país, y que en el Perú hay cosas más importantes por resolver. Sin embargo, ese alguien pasaría por alto algo que no se puede ocultar: que la pobreza y el atraso tienen un gran componente cultural, que se manifiesta en aspectos como la falta de puntualidad, de limpieza, de orden, de respeto por las normas, etcétera.
Los economistas hablan de la "maldición de los recursos" para describir lo que sucede en países o regiones dotados de abundantes recursos naturales pero hundidos en la pobreza. Es lo que ocurre, por ejemplo, en esta parte del continente. La explicación tiene mucho que ver con lo que dice el historiador mexicano Alfredo Krauze: los latinoamericanos estamos enfermos de ideología, padecemos el "desvarío intelectual" de soñar una América mejor, "superior a la despreciable América sajona"; y este mal instila "una mentalidad precaria en los pueblos, una especie de distorsión en la idea de qué es la riqueza". En resumidas cuentas: nuestra cultura está enferma.
Desde que somos niños se nos vende la idea de una Colombia inmensamente rica: dos océanos, tres cordilleras con todos los climas, tierras fértiles, tupidas selvas, aguas por doquier, multiplicidad de especies de fauna y flora, interesantes yacimientos de minerales... y la gente, supuestamente mejor que la de otros lugares. Pero la pobreza y el atraso siguen ahí, y se advierte muy claramente la enfermedad de que habla Krauze.
Sabemos que países como Japón y Suiza carecen de recursos naturales. El primero, que sufrió una gran devastación durante la Segunda Guerra Mundial, es la segunda economía del mundo. Su territorio equivale a la cuarta parte de Colombia, y frecuentemente se ve sometido a graves perturbaciones sísmicas. Su potente economía se basa en el acero, los productos químicos, la automoción y la electrónica, y su verdadero recurso es la gente. Por su parte, Suiza es el país con mayor nivel de vida, y es famosa por sus chocolates –a pesar de que no tiene plantaciones de cacao–, sus productos lácteos –a pesar de que durante buena parte del año padece un clima inhóspito–, sus relojes y sus bancos. ¿Cuál es su mejor recurso? Como en el caso de Japón, la respuesta es: la gente.
La pobreza y el atraso no se disuelven en un mar de petróleo; tampoco desaparecen en cuanto topan con una mina de oro, o con un río saturado de peces. Si analizamos caso por caso la situación de cada uno de los países que hay en el mundo, veremos que su riqueza o pobreza es consecuencia directa de la mentalidad de sus pobladores; o sea, de su cultura. Hay municipios que no tienen agua potable y llevan años pidiéndole a papá Gobierno que se la ponga, con protestas y tumultos cada tanto, mientras que otros gozan de ella desde hace decenios, gracias a su propia gestión, al liderazgo ejercido por algunos integrantes de la comunidad, al ahorro colectivo, a la capacidad de ejecución; es decir, gracias a que han cambiado de mentalidad o a que poseen rasgos culturales distintos.
Bienvenida sea la idea de preservar la diversidad cultural, la riqueza cultural de las comunidades, pero eso no puede equivaler a considerar deseables todas y cada una de las manifestaciones culturales. Todas las culturas tienen cosas buenas que deben salvaguardarse y cosas que no son aceptables y deben ser abolidas. El respeto cultural no debe llevarnos a aceptar que algunas tribus musulmanas de África practiquen la salvaje ablación del clítoris a las niñas, o que los indios uwa de Colombia sacrifiquen a los niños gemelos por malignos.
Bajo el manto de las diferencias culturales se esconde muchas veces la pereza, la apatía, la desidia. Los indios semínolas de la Florida acaban de comprar la cadena de restaurantes Hard Rock Café por 700 millones de dólares... y siguen prestando gran atención a su cultura. ¿El hecho de que hayan vencido a la pobreza y el atraso ha puesto en peligro sus creencias? Todo lo contrario, les está facilitando su conservación. En el extremo opuesto de los prósperos semínolas encontramos a esos indígenas colombianos que se costean sus interminables borracheras mandando a sus mujeres e hijos a las ciudades a pedir limosna.
Quién sabe adónde apunta Alan García con su campaña por la puntualidad, y si logrará con ella algún cambio cultural profundo. Lo cierto es que, si no conseguimos cambiar de mentalidad, seguiremos en las mismas, y el nuevo populismo que recorre Latinoamérica no hará sino agravar la tontería de aquellos pueblos que creen que son pobres por culpa de George Bush y compañía.
© AIPE
SAÚL HERNÁNDEZ BOLÍVAR, periodista y escritor colombiano.
martes, 27 de marzo de 2007
EL PRESERVATIVO
TRIBUNA LIBRE
López Trujillo
Justo Aznar es jefe del departamento de Biopatología Clínica del Hospital Universitario La Fe de Valencia
Unas declaraciones a la BBC del cardenal Alfonso López Trujillo, presidente del Consejo Pontificio para la Familia, han levantado en la opinión pública una importante polémica al afirmar que «el espermatozoide puede pasar fácilmente a través de la red formada por el preservativo». Ciertamente, esto no es cierto, pero parece razonable admitir que la idea de fondo que transmite en su entrevista es que el preservativo no es un método seguro para prevenir la transmisión del Sida. Y a ello quiero referirme.
En efecto, el preservativo es uno de los métodos menos seguros para prevenir embarazos no deseados, pues, según abundantes datos de la literatura médica, tiene un índice de fallos que oscila entre 10 y 12 embarazos al año por cada 100 parejas que lo utilizan.
Por tanto, si falla para prevenir el embarazo, con más razón puede fallar para evitar el contagio de cualquier enfermedad de transmisión sexual, y entre ellas el Sida. Y así lo confirman los datos. En efecto, en el más amplio estudio realizado hasta la fecha para valorar la capacidad del preservativo para impedir la transmisión del VIH, trabajo que recoge todos los publicados en lengua inglesa hasta 1990 (Soc. Sci. Med. 36; 1335, 1993), se concluye que el preservativo reduce la posibilidad de contagio en un 69,9 por ciento.
Datos más recientes publicados por los institutos de la Salud de Estados Unidos (N. Engl. J. Med. 344; 611, 2001) incrementan esta tasa de protección hasta un 85 por ciento, por lo que siempre queda un porcentaje de 15 a 30 por ciento de contactos sexuales no protegidos.
Sin embargo, a mi juicio, la forma más objetiva para valorar en qué medida protege el preservativo de la transmisión heterosexual del Sida es estudiar si se contagia la persona sana de una pareja heteróloga (uno sano y otro VIH positivo), que tengan relaciones sexuales normales y que usen sistemáticamente el preservativo.
En un estudio realizado con parejas en las que el varón era hemofílico y VIH positivo y ella no, tras dos años de seguimiento, el 27 por ciento de las mujeres se habían contagiado (V Internacional Congreso on AIDS. 1989. Abstract MAO 33). Estos, y otros datos parecidos, han hecho que importantes asociaciones médicas, no precisamente afines a la ideología del cardenal López Trujillo, claramente subrayen la insuficiencia del preservativo para garantizar la no transmisión del VIH.
En efecto, el Centro para el Control y la Prevención de las Enfermedades Infecciosas de Atlanta afirma: «La abstinencia y las relaciones sexuales con una pareja sana son las únicas estrategias absolutamente seguras para evitar el Sida. El adecuado uso del condón en cada acto sexual puede reducir, pero no eliminar el riesgo de transmisión de enfermedades sexuales (JAMA 259; 1921, 1988).
También el consejo de la Sociedad Americana de Enfermedades Infecciosas indica que: «El mejor consejo para evitar la transmisión del Sida es abstenerse de las relaciones sexuales, y para aquellos con riesgo de infectarse, seguir una relación monógama con una pareja sana. El uso del condón en las relaciones sexuales reduce, pero no elimina totalmente el riesgo de transmisión del Sida (J. Infec. Disease 158; 273, 1988). Pero hay otro dato más que merece ser considerado. Las grandes campañas publicitarias realizadas para incrementar el uso del preservativo no sólo no han disminuido el número de contagios de enfermedades de transmisión sexual, sino que incluso las han aumentado.
Entre otros muchos trabajos, en un reciente informe (BMJ 327; 62,2003), se constata que, en los últimos seis años, en el Reino Unido, las infecciones por clamidia han aumentado un 108 por ciento y las sífilis un 500 por cien. Aunque en este trabajo no se dan porcentajes respecto a la infección por el VIH, también se refiere que el número de personas infectadas por el virus del Sida ha aumentado cada año.
Finalmente, un último aspecto que considero de interés, porque también a él se han referido con insistencia los medios de comunicación que han comentado las declaraciones del cardenal López Trujillo, es en qué medida la actitud del responsable vaticano podría afectar a la prevención del Sida en África. En este sentido, creo que es de interés resaltar que datos recientes demuestran de forma inequívoca que la gran disminución de la infección por VIH conseguida en Uganda, el país de África donde mejor se ha combatido la expansión de este virus, es atribuible al éxito de la campaña educacional que promueve en los jóvenes la abstinencia sexual.
La educación en la abstinencia es poco eficaz cuando los adolescentes ya se han iniciado en las prácticas sexuales, pero es muy eficaz en los adolescentes más jóvenes, y no es incompatible con una educación sexual que contemple también la contracepción (Lancet 360, 1792, 2002).
Es decir, parece una evidencia médica que el preservativo disminuye las posibilidades de contagio del Sida, pero no las excluye totalmente; pero si las campañas realizadas para promocionar su uso, indirectamente, inducen a que aumenten los contactos sexuales, el incremento absoluto de infectados por enfermedades de transmisión sexual, no solamente no disminuye, sino que incluso, como se ha constatado en el Reino Unido, aumentan.
Por todo ello, estoy convencido de que, con independencia de lo manifestado por el señor cardenal sobre la posibilidad de que los espermatozoides pueda atravesar el látex, si esto fue ciertamente afirmado por él, su mensaje de fondo es o debería ser que, para los que quieran tener relaciones sexuales promiscuas, el preservativo reduce la posibilidad de contagio pero no la elimina; pero, para evitar con seguridad infectarse por el Sida, sólo hay un método que no falla, las relaciones sexuales con persona sana o la abstinencia hasta poder conseguir esto.
López Trujillo
Justo Aznar es jefe del departamento de Biopatología Clínica del Hospital Universitario La Fe de Valencia
Unas declaraciones a la BBC del cardenal Alfonso López Trujillo, presidente del Consejo Pontificio para la Familia, han levantado en la opinión pública una importante polémica al afirmar que «el espermatozoide puede pasar fácilmente a través de la red formada por el preservativo». Ciertamente, esto no es cierto, pero parece razonable admitir que la idea de fondo que transmite en su entrevista es que el preservativo no es un método seguro para prevenir la transmisión del Sida. Y a ello quiero referirme.
En efecto, el preservativo es uno de los métodos menos seguros para prevenir embarazos no deseados, pues, según abundantes datos de la literatura médica, tiene un índice de fallos que oscila entre 10 y 12 embarazos al año por cada 100 parejas que lo utilizan.
Por tanto, si falla para prevenir el embarazo, con más razón puede fallar para evitar el contagio de cualquier enfermedad de transmisión sexual, y entre ellas el Sida. Y así lo confirman los datos. En efecto, en el más amplio estudio realizado hasta la fecha para valorar la capacidad del preservativo para impedir la transmisión del VIH, trabajo que recoge todos los publicados en lengua inglesa hasta 1990 (Soc. Sci. Med. 36; 1335, 1993), se concluye que el preservativo reduce la posibilidad de contagio en un 69,9 por ciento.
Datos más recientes publicados por los institutos de la Salud de Estados Unidos (N. Engl. J. Med. 344; 611, 2001) incrementan esta tasa de protección hasta un 85 por ciento, por lo que siempre queda un porcentaje de 15 a 30 por ciento de contactos sexuales no protegidos.
Sin embargo, a mi juicio, la forma más objetiva para valorar en qué medida protege el preservativo de la transmisión heterosexual del Sida es estudiar si se contagia la persona sana de una pareja heteróloga (uno sano y otro VIH positivo), que tengan relaciones sexuales normales y que usen sistemáticamente el preservativo.
En un estudio realizado con parejas en las que el varón era hemofílico y VIH positivo y ella no, tras dos años de seguimiento, el 27 por ciento de las mujeres se habían contagiado (V Internacional Congreso on AIDS. 1989. Abstract MAO 33). Estos, y otros datos parecidos, han hecho que importantes asociaciones médicas, no precisamente afines a la ideología del cardenal López Trujillo, claramente subrayen la insuficiencia del preservativo para garantizar la no transmisión del VIH.
En efecto, el Centro para el Control y la Prevención de las Enfermedades Infecciosas de Atlanta afirma: «La abstinencia y las relaciones sexuales con una pareja sana son las únicas estrategias absolutamente seguras para evitar el Sida. El adecuado uso del condón en cada acto sexual puede reducir, pero no eliminar el riesgo de transmisión de enfermedades sexuales (JAMA 259; 1921, 1988).
También el consejo de la Sociedad Americana de Enfermedades Infecciosas indica que: «El mejor consejo para evitar la transmisión del Sida es abstenerse de las relaciones sexuales, y para aquellos con riesgo de infectarse, seguir una relación monógama con una pareja sana. El uso del condón en las relaciones sexuales reduce, pero no elimina totalmente el riesgo de transmisión del Sida (J. Infec. Disease 158; 273, 1988). Pero hay otro dato más que merece ser considerado. Las grandes campañas publicitarias realizadas para incrementar el uso del preservativo no sólo no han disminuido el número de contagios de enfermedades de transmisión sexual, sino que incluso las han aumentado.
Entre otros muchos trabajos, en un reciente informe (BMJ 327; 62,2003), se constata que, en los últimos seis años, en el Reino Unido, las infecciones por clamidia han aumentado un 108 por ciento y las sífilis un 500 por cien. Aunque en este trabajo no se dan porcentajes respecto a la infección por el VIH, también se refiere que el número de personas infectadas por el virus del Sida ha aumentado cada año.
Finalmente, un último aspecto que considero de interés, porque también a él se han referido con insistencia los medios de comunicación que han comentado las declaraciones del cardenal López Trujillo, es en qué medida la actitud del responsable vaticano podría afectar a la prevención del Sida en África. En este sentido, creo que es de interés resaltar que datos recientes demuestran de forma inequívoca que la gran disminución de la infección por VIH conseguida en Uganda, el país de África donde mejor se ha combatido la expansión de este virus, es atribuible al éxito de la campaña educacional que promueve en los jóvenes la abstinencia sexual.
La educación en la abstinencia es poco eficaz cuando los adolescentes ya se han iniciado en las prácticas sexuales, pero es muy eficaz en los adolescentes más jóvenes, y no es incompatible con una educación sexual que contemple también la contracepción (Lancet 360, 1792, 2002).
Es decir, parece una evidencia médica que el preservativo disminuye las posibilidades de contagio del Sida, pero no las excluye totalmente; pero si las campañas realizadas para promocionar su uso, indirectamente, inducen a que aumenten los contactos sexuales, el incremento absoluto de infectados por enfermedades de transmisión sexual, no solamente no disminuye, sino que incluso, como se ha constatado en el Reino Unido, aumentan.
Por todo ello, estoy convencido de que, con independencia de lo manifestado por el señor cardenal sobre la posibilidad de que los espermatozoides pueda atravesar el látex, si esto fue ciertamente afirmado por él, su mensaje de fondo es o debería ser que, para los que quieran tener relaciones sexuales promiscuas, el preservativo reduce la posibilidad de contagio pero no la elimina; pero, para evitar con seguridad infectarse por el Sida, sólo hay un método que no falla, las relaciones sexuales con persona sana o la abstinencia hasta poder conseguir esto.
DE HOMOSEXUALES, CURAS Y RACIONALIDAD
De homosexuales, curas y racionalidadPor Francisco Cabrillo Las recientes declaraciones del cura párroco de Valverde del Camino, reivindicando su derecho a ser homosexual y –lo que es mucho más importante– a ejercer públicamente de tal han saltado a la primera página de casi todos los periódicos españoles. Como siempre que se plantean dudas sobre la interpretación de un problema de teología o derecho canónico, lo primero que se ha puesto de manifiesto es la profunda ignorancia que tanto los periodistas como la opinión pública –incluso la que se declara católica– tienen sobre todas las cuestiones relacionadas tanto con lal doctrina como con la organización misma de la Iglesia. Es verdad que en España, a diferencia de otros países, tradicionalmente sólo han estudiado estos temas quienes han pensado dedicarse a la vida religiosa. Pero antes, al menos, los que se consideraban católicos tenían algunas ideas más o menos claras de lo que significaba pertenecer a la Iglesia. Hoy todo esto ha desaparecido. Y, aunque no frecuento demasiado los ambientes clericales, algunas experiencias personales me indican que la incultura de los propios sacerdotes, en lo que a estas cuestiones respecta, empieza a ser también considerable. En resumen, los curas españoles saben muy poco de lo que deberían saber y pretenden sustituir una formación teológica y jurídica seria por unos conocimientos mal hilvanados de economía y sociología, con los que son capaces de construir las más disparatadas teorías, para explicarlas después a la parroquia.Un hecho que debería ser conocido, y no escandalizar a nadie, es el elevado número de homosexuales que ha existido siempre entre los frailes y sacerdotes católicos. La explicación es bastante simple, en términos de racionalidad en la toma de decisiones sobre orientación sexual. Aunque no existe ninguna teoría de aceptación general sobre las causas de la homosexualidad, se sabe que el ambiente en el que una persona vive puede condicionar en buena medida tal orientación. Hablando en términos económicos, diríamos que los costes de oportunidad de orientarse hacia la homosexualidad son más elevados en unos ámbitos que en otros. No es extraño, por tanto, que en el ejército, los Colleges masculinos de la Universidad de Oxford o un convento de frailes haya un porcentaje más elevado de homosexuales que, por ejemplo, entre los empleados de El Corte Inglés o los funcionarios del Ministerio de Hacienda. Es cierto que determinadas preferencias pueden orientar a la gente en cierto grado hacia una opción homosexual. Se ha planteado así, por ejemplo, la posibilidad de que el afán de elitismo y de situarse por encima de los convencionalismos dirigiera hacia la homosexualidad a muchos de los miembros de la sociedad de los Apóstoles de Cambridge, tan influyente en la cultura británica de la primera mitad del siglo XX (lo que explicaría, por ejemplo, la homosexualidad de un personaje como Keynes). Pero es muy probable que si Keynes hubiera sido un catedrático en la universidad de Chicago de los años cincuenta y L. Strachey hubiera convivido con Pío Baroja o Valle Inclán en vez de con Ducan Grant o Virginia Woolf, sus intereses sexuales hubieran sido distintos. La exigencia del celibato a sus clérigos ha obligado, por tanto, a la Iglesia Católica a convivir desde siempre con el problema de la homosexualidad de muchos de sus sacerdotes. Es posible que el número de homosexuales sea hoy mayor entre los religiosos que en épocas pasadas. En este sentido, Richard Posner ha argumentado que, dado que los costes de tener experiencias heterosexuales son hoy más reducidos que nunca, la obligación del celibato y la castidad que la Iglesia impone a sus sacerdotes haya reducido sensiblemente los incentivos para seguir esta vocación. Pero pecaríamos de ingenuidad si pensáramos que nos encontramos ante un problema nuevo.Y se trata de un problema que la Iglesia católica ha tratado siempre de resolver con discreción. Resulta totalmente injusto acusarla de intransigencia ante esta cuestión. Por el contrario, todo indica que nunca la Iglesia Católica ha adoptado actitudes inquisitoriales en este sentido; y su comportamiento hacia sus miembros homosexuales ha sido bastante más tolerante que el vigente en otras culturas occidentales, especialmente en los Estados Unidos de América. Los escándalos recientes que se han dado en este país en relación con sacerdotes u obispos homosexuales se han debido mucho más a la cultura de rechazo dominante en aquel país –y a la presencia de menores en algunos casos– que al papel desempeñado por la Iglesia misma.A lo que la Iglesia Católica realmente se opone no es tanto a las inclinaciones homosexuales de sus miembros como a su manifestación pública. Y esta actitud es perfectamente racional. Para los católicos, la sexualidad está claramente dirigida a la reproducción en el seno de la institución familiar; y por ello la Iglesia considera inaceptable no sólo las prácticas homosexuales, sino también las heterosexuales que no busquen tal objetivo. Esto podrá gustarnos o no. Pero la doctrina católica es clara en este sentido. Y resulta absurdo, por tanto, que un sacerdote –que, se supone, debe orientar a los fieles en su vida religiosa– manifieste en público su desprecio por aquello que él mismo está obligado a enseñar. Por poner un ejemplo muy sencillo: está muy bien comer jamón de Jabugo... excepto, claro está, si uno pretende ser rabino ortodoxo. Decir, en tal caso, que la prohibición de comer jamón atenta a mis derechos humanos es una solemne estupidez.Y mucho me temo que esta es, exactamente, la postura del cura Mantero. El problema es poco relevante y tiene una solución bastante fácil. Reverendo, cambie usted de profesión.
© www.libertaddigital.com 2002Todos los derechos reservados
Obispo de Huelva suspende al sacerdote que declaró su práctica homosexualEl padre Mantero había reconocido que la Iglesia está en su derecho MADRID, (ZENIT.org).- El obispo de Huelva anunció este miércoles su decisión de retirar formalmente «todas las licencias ministeriales» al sacerdote José Mantero que anunció en una revista su tendencia homosexual y su inobservancia del celibato. En una carta pública, monseñor Ignacio Noguer Carmona, revela que antes de tomar esta decisión «he intentado inútilmente durante varios días celebrar una entrevista con don José, con la afectuosa naturalidad de siempre, para poder obrar mejor, a mi parecer, la búsqueda de la verdad y con caridad fraterna». «Los hechos son tan manifiestos y comprobados --por confesión de parte--, que reclaman por sí mismos la aplicación responsable, prudente y caritativa de las medidas establecidas por la legislación general de la Iglesia (cf. Código de Derecho Canónico, n. 1395) para casos como el presente», sigue diciendo la carta episcopal. De hecho, en la portada de la edición de ese viernes de la revista «Zero», el padre Mantero decía en titulares «Doy gracias a Dios por ser gay». Desde ese día, el sacerdote había abandonado la parroquia en que trabajaba y se había negado a encontrarse con su obispo. «El propio interesado, al abandonar bruscamente su servicio parroquial y mantener, con publicidad y propaganda, la ruptura de su compromiso celibatario, se ha situado a sí mismo fuera de la disciplina de la Iglesia, en materia de suma gravedad y de escándalo para los fieles», constata monseñor Noguer Carmona. «Lo cual me obliga, no sin hondo pesar, a retirar formalmente a don José Mantero todas las licencias ministeriales», añade. «La Iglesia, por fidelidad a los sagrados dones recibidos y a los fieles a los que se debe, no puede hacer compatible el ejercicio de las funciones sacerdotales con la ruptura de aquellos compromisos, sagrados también, que llevan aparejados y han sido libremente contraídos», explica el obispo. «Por mucho que lo fomente la cultura dominante, ni en la ética, ni menos en la Iglesia, vale todo --concluye--. Esto no quita, sino todo lo contrario, para que la Iglesia procure con toda verdad seguir siendo madre y maestra de todos, de modo que, en éste y en cualquier caso, los que yerran o se alejan de ella encuentren siempre sus brazos abiertos al reencuentro y al perdón». El martes pasado, el sacerdote reconoció en el programa «Sabor a ti» de Antena 3 que la Iglesia tiene todo el derecho a suspenderle en su ejercicio, tras haber anunciado públicamente su ruptura del celibato. La carta completa de monseñor Noguer Carmona puede leerse en la página web del obispado de Huelva http://www3.planalfa.es/obhuelva/.
CARTA DEL SR. OBISPO SOBRE EL TEMA DE D. JOSÉ MANTERO
Queridos sacerdotes y fieles:
Considero llegado el momento de decir mi palabra de Pastor sobre las manifestaciones hechas públicas por el sacerdote don José Mantero acerca de su condición de homosexual y su inobservancia del celibato, en términos de alarde y de escándalo, tanto para la Comunidad cristiana como para la sociedad en general.
Antes de pronunciarme sobre esto, he intentado inútilmente durante varios días celebrar una entrevista con don José, con la afectuosa naturalidad de siempre, para poder obrar mejor, a mi parecer, la búsqueda de la verdad y con caridad fraterna.
Los hechos son tan manifiestos y comprobados –por confesión de parte–, que reclaman por sí mismos la aplicación responsable, prudente y caritativa de las medidas establecidas por la legislación general de la Iglesia (cfr. CIC, cn. 1395) para casos como el presente.
El propio interesado, al abandonar bruscamente su servicio parroquial y mantener, con publicidad y propaganda, la ruptura de su compromiso celibatario, se ha situado a sí mismo fuera de la disciplina de la Iglesia, en materia de suma gravedad y de escándalo para los fieles. Lo cual me obliga, no sin hondo pesar, a retirar formalmente a don José Mantero todas las licencias ministeriales.
La Iglesia, por fidelidad a los sagrados dones recibidos y a los fieles a los que se debe, no puede hacer compatible el ejercicio de las funciones sacerdotales con la ruptura de aquellos compromisos, sagrados también, que llevan aparejados y han sido libremente contraídos. Por mucho que lo fomente la cultura dominante, ni en la ética, ni menos en la Iglesia, vale todo.
Esto no quita, sino todo lo contrario, para que la Iglesia procure con toda verdad seguir siendo madre y maestra de todos, de modo que, en éste y en cualquier caso, los que yerran o se alejan de ella encuentren siempre sus brazos abiertos al reencuentro y al perdón.
Huelva, seis de febrero de dos mil dos.a Ignacio Noguer Carmona
DEL CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA
Castidad y homosexualidad
2357. La homosexualidad designa las relaciones entre hombres o mujeres que experimentan una atracción sexual, exclusiva o predominante, hacia personas del mismo sexo. Reviste formas muy variadas a través de los siglos y las culturas. Su origen psíquico permanece en gran medida inexplicado. Apoyándose en la Sagrada Escritura que los presenta como depravaciones graves (cf Gn 19, 1-29; Rm 1, 24-27; 1 Co 6, 10; I Tm 1, 10), la Tradición ha declarado siempre que "los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados" (CDF, decl "Persona humana" 8). Son contrarios a la ley natural. Cierran el acto sexual al don de la vida. No proceden de una verdadera complementariedad afectiva y sexual. No pueden recibir aprobación en ningún caso.
2358. Un número apreciable de hombres y mujeres presentan tendencias homosexuales profundamente radicadas. Esta inclinación, objetivamente desordenada, constituye para la mayoría de ellos una auténtica prueba. Deben ser acogidos con respeto, compasión y delicadeza. Se evitará, respecto a ellos, todo signo de discriminación injusta. Estas personas están llamadas a realizar la voluntad de Dios en su vida, y, si son cristianas, a unir al sacrificio de la cruz del Señor las dificultades que pueden encontrar a causa de su condición.
2359. Las personas homosexuales están llamadas a la castidad. Mediante virtudes de dominio de sí mismo que eduquen la libertad interior, y a veces mediante el apoyo de una amistad desinteresada, de la oración y la gracia sacramental, pueden y deben acercarse gradual y resueltamente a la perfección cristiana.
El prelado de Huelva justifica que «mantuvo, con publicidad y propaganda, la ruptura» del celibato - Mantero podrá decir misa y administrar otros sacramentos.
El obispo aplica la pena mínima al cura 'gay' y le impide confesar JOSE MANUEL VIDAL MADRID. No pudo aguantar la presión y, «no sin hondo pesar», tuvo que sancionar. Pero le aplicó la sanción mínima. El obispo de Huelva, monseñor Ignacio Noguer Carmona, retiró ayer las «licencias ministeriales» a José Mantero, el cura que se proclamó gay en ejercicio.
Aunque suena a castigo grave, la «retirada de las licencias ministeriales» es la pena mínima que se puede aplicar a un cura que comete algún delito. Consiste en prohibirle formalmente confesar a los fieles. Desde ahora, pues, y hasta que su ordinario le levante esta pena, José Mantero no podrá impartir la absolución a los fieles, a no ser en caso de peligro de muerte del penitente.
La retirada de las licencias ministeriales no le prohíbe, en cambio, decir misa ni administrar los demás sacramentos. Con esta medida, más medicinal que punitiva, la Iglesia quiere preservar ante todo la idiosincrasia del sacramento más delicado, que es el sacramento de la penitencia y, al mismo tiempo, dar un «toque de atención» al cura sancionado.
Monseñor Noguer justifica su decisión en el hecho de que el cura Mantero «abandonó bruscamente su servicio parroquial y mantuvo, con publicidad y propaganda, la ruptura de su compromiso celibatario».
A pesar de que el prelado onubense califica la situación del cura José Mantero de «suma gravedad y de escándalo para los fieles», con este castigo mínimo deja una puerta abierta para que su cura vuelva al seno del presbiterio y al redil de la Iglesia.
«Brazos abiertos»
«Esto no quita», explica el obispo, «para que la Iglesia procure con toda la verdad seguir siendo madre y maestra de todos, de modo que, en este y en cualquier caso, los que yerran o se alejan de ella encuentren siempre sus brazos abiertos al reencuentro y al perdón».
Una clara y evangélica propuesta de reconciliación dirigida por monseñor Noguer al cura Mantero. En el comunicado, el obispo, dolido por la actitud de su presbítero, se queja de que Mantero haya «alardeado» de su condición de homosexual y de su «inobservancia del celibato», lo cual, a su juicio, puede provocar «escándalo tanto para la comunidad cristiana como para la sociedad en general».
Como queriendo disculparse, Noguer explica que «antes de pronunciarme sobre esto, he intentado inútilmente durante varios días celebrar una entrevista con José, con la afectuosa naturalidad de siempre, para poder obrar mejor a mi parecer en la búsqueda de la verdad y de la caridad fraterna».
Pero el cura no contestó a las llamadas de su obispo que, ante «unos hechos tan manifiestos y comprobados», no tuvo más remedio que aplicar de una forma «responsable, prudente y caritativa las medidas establecidas por la legislación de la Iglesia para casos como el presente».
Ahora, el peso de la actividad de la Parroquia de Valverde del Camino recae sobre el sacerdote José Ramos, de avanzada edad, a quien no se descarta que el Obispado proporcione un nuevo sacerdote al objeto de compartir la labor pastoral, informa Antonio Candilejos.
Ramos, precisamente, recriminó el martes a Mantero, a través de la prensa, que no hubiese llamado a la Parroquia de Valverde desde que decidió ausentarse coincidiendo con su outing.
El prelado de Hueva concluye en su comunicado oficial difundido ayer que sigue teniendo sus «brazos abiertos» para acoger al cura José Mantero. La pelota está, pues, en el tejado del sacerdote.Si éste sigue en su actitud de romper puentes con la Iglesia, el obispo de Huelva, tras una prudente espera, se verá obligado a incoarle un proceso eclesiástico, del que se pueden derivar penas mucho más graves, como la suspensión a divinis (prohibición de ejercer cualquier función ministerial), la reducción al estado laical (obligarle a pedir la secularización) e, incluso, la excomunión.
Primer acto de la historia de un pastor bueno y una oveja descarriada y, según algunos, manipulada por el lobby gay.
«No sé de qué viviré», asegura Mantero «No sé de qué viviré si se produce la suspensión. Aún no me lo he planteado». Habla José Mantero, esta vez entrevistado en el programa La Columna (TV3), minutos antes de conocer la decisión de su obispo.
Por lo pronto, tiene claro que no vivirá de vender su historia a la prensa. «Yo no cobro ni cobraré nada por ninguna entrevista. Me he lanzado por una causa que he estimado noble y justa».
«Llamar a los gays y lesbianas enfermos no sólo es propio de un enfermo mental, sino de juzgado de guardia», replicó, en referencia a las declaraciones de Monseñor Gea, obispo de Mondoñedo-Ferrol.
Para Mantero, su confesión ya está dando frutos: «He hablado con compañeros sacerdotes que se han puesto en contacto conmigo y me daban las gracias. Uno de ellos se estaba planteando ciertas cosas en su vida».
¿Lo sancionan por ser gay o por saltarse la abstinencia? «Lo más provocador es confesar que has tenido relaciones con un hombre», responde. «También la ruptura del celibato, pero con ese añadido, que tiene mucha importancia para la mentalidad de muchos eclesiásticos, de que eres gay».
Por otro lado, el presidente de la Federación Estatal de Lesbianas y Gays, Pedro Zerolo, pidió a los homosexuales católicos que envíen a la Iglesia su declaración de apostasía ante la decisión del Obispado. Zerolo hizo este llamamiento ante «una Iglesia, que como organización, nos sigue negando, condenando, injuriando y vejando».
El portavoz de esta Federación recordó que él apostató, es decir, rompió los vínculos con la Iglesia católica, en el año 2000.
LA DIRECCIÓN DE MOCEOP ES: WWW. Arrakis.es/ moceop
Los obispos desautorizan a los curas que cuestionan el celibato
Álex Navajas - Madrid.-Ayer, el arzobispo de Madrid, monseñor Rouco, durante la Misa Crismal en la que se bendicen los óleos que se emplean durante todo el año en el sacramento de la unción de los enfermos y se renuevan las promesas sacerdotales, defendió el celibato por su «luminosa belleza». «¿No nos dejemos confundir, ni perturbar, ni desilusionar respecto a la riqueza personal y eclesial que atesora nuestra vocación simultánea al sacerdocio y al celibato por el Reino de los Cielos!», exclamó durante la homilía ante casi todos los sacerdotes de la diócesis de Madrid, que ayer acudieron a la misa en la catedral de la Almudena. Para Rouco, la experiencia histórica ha demostrado que los intentos de instaurar el celibato opcional y de «reformular el sacerdocio ministerial» «no conducen sino al debilitamiento y frustración simultánea de su fuerza evangelizadora» y acaban haciendo del sacerdote un funcionario. Rouco dijo que hay que desconfiar de estas corrientes supuestamente progresistas y avezadas, que no tienen nada de novedoso porque «ya vienen de viejo». Las palabras de Rouco corroboran las que pronunció en el pregón de Semana Santa de la pasada noche del lunes el obispo de Gerona, monseñor Carles Soler, cuando afirmó que las conclusiones del Concilio Vaticano II no pueden debatirse continuamente, según ha informado la agencia Efe. Para el prelado catalán, no es positiva «la actitud de aquellos que querrían un Concilio permanente, de los que querrían someter a debate permanente lo que el Concilio ya ha establecido». Monseñor Soler respondía así a los sacerdotes de su diócesis que integran el foro Joan Alsina, que agrupa a un tercio de los curas gerundenses, y que recientemente pidieron el celibato opcional. Monseñor Soler recomendó en cambio «un estilo de vida sobrio» y tener «un sentimiento cristiano vivo». La postura de los sacerdotes es comprensible teniendo en cuenta que el anterior obispo, monseñor Jaume Camprodón, defendía que los curas gerundenses secularizados pudieran volver a ejercer el sacerdocio antes que traer «a curas de fuera porque no se integran». En una coyuntura similar se ha visto monseñor Jaume Traserra, nombrado obispo de Solsona (Lérida) hace pocos meses. El prelado ha tenido que enfrentarse a la «herencia» dejada por su antecesor, monseñor Antoni Deig, fervoroso nacionalista célebre por sus críticas a Juan Pablo II, quien tenía la costumbre de celebrar confesiones colectivas. Traserra ha vuelto a la absolución individual, por lo que ha recibido la desaprobación de algunos de sus feligreses.
El tormento y el éxtasis
Por IGNACIO CAMACHO
Las estadísticas sostienen que ha disminuido la práctica religiosa de los españoles, pero cierta juventud comulga los fines de semana con las ruedas de molino de un éxtasis que no es precisamente místico ni penitencial. Este nuevo rito profano de las noches de fiesta se presenta, como el litúrgico, bajo las dos especies: líquida, como la que ingirieron los jóvenes hospitalizados en Tarrasa, o sólida, como la que tenían en su poder los detenidos de ayer en Málaga, presuntos concelebrantes de la fiesta «rave» en la que fallecieron dos personas tras consumir pastillas de diseño.
Lo malo de estas ceremonias es que se cobran víctimas, como los ritos paganos de la Antigüedad. En la Fiesta del Dragón de Órgiva ya han aparecido dos fiambres, producto de la permisividad con que las autoridades enfocaron esta concentración hippy, tras una escaramuza inicial en la que los participantes descalabraron a algunos miembros de la Benemérita.
Al final, el Estado decidió inhibirse y recular, quizá en la idea de que era peor el remedio de la prohibición que la enfermedad de la concentración multitudinaria e incontrolada. Se confió en la autorregulación de los participantes, pero a medida que se van apagando los rescoldos de la «kermesse» campestre granadina han ido apareciendo cadáveres como los muertos después de una batalla. Probablemente, en Órgiva se ha hecho el amor más que la guerra, pero a alguien se le ha ido la mano en los estupefacientes sin que las autoridades hayan sabido hacer otra cosa que enviar el coche escoba (más bien un coche fúnebre) para recoger los restos del naufragio.
En Málaga, donde aún no se ha aclarado el papel de la radiotelevisión andaluza en la (des)organización de la macrofiesta «rave» que acabó con dos jóvenes en la congeladera del Instituto Anatómico, la Policía se ha tomado el asunto algo más en serio. Los ocho detenidos ayer tenían más de 5.200 pastillas de éxtasis, suficientes para repartir una comunión que no era desde luego la de los santos. Una de las muchachas apresadas tiene 15 años. Otro guardaba un enorme cuchillo jamonero. Quizá cuando acabe la multitudinaria entrega colectiva a los ritos de la Pasión cristiana convendría reflexionar sobre la clase de cofradías subterráneas en la que parte de nuestra juventud participa con fervor ante la pasividad cómplice de una sociedad asustada que no se quiere enterar de sus propios errores.
© www.libertaddigital.com 2002Todos los derechos reservados
Obispo de Huelva suspende al sacerdote que declaró su práctica homosexualEl padre Mantero había reconocido que la Iglesia está en su derecho MADRID, (ZENIT.org).- El obispo de Huelva anunció este miércoles su decisión de retirar formalmente «todas las licencias ministeriales» al sacerdote José Mantero que anunció en una revista su tendencia homosexual y su inobservancia del celibato. En una carta pública, monseñor Ignacio Noguer Carmona, revela que antes de tomar esta decisión «he intentado inútilmente durante varios días celebrar una entrevista con don José, con la afectuosa naturalidad de siempre, para poder obrar mejor, a mi parecer, la búsqueda de la verdad y con caridad fraterna». «Los hechos son tan manifiestos y comprobados --por confesión de parte--, que reclaman por sí mismos la aplicación responsable, prudente y caritativa de las medidas establecidas por la legislación general de la Iglesia (cf. Código de Derecho Canónico, n. 1395) para casos como el presente», sigue diciendo la carta episcopal. De hecho, en la portada de la edición de ese viernes de la revista «Zero», el padre Mantero decía en titulares «Doy gracias a Dios por ser gay». Desde ese día, el sacerdote había abandonado la parroquia en que trabajaba y se había negado a encontrarse con su obispo. «El propio interesado, al abandonar bruscamente su servicio parroquial y mantener, con publicidad y propaganda, la ruptura de su compromiso celibatario, se ha situado a sí mismo fuera de la disciplina de la Iglesia, en materia de suma gravedad y de escándalo para los fieles», constata monseñor Noguer Carmona. «Lo cual me obliga, no sin hondo pesar, a retirar formalmente a don José Mantero todas las licencias ministeriales», añade. «La Iglesia, por fidelidad a los sagrados dones recibidos y a los fieles a los que se debe, no puede hacer compatible el ejercicio de las funciones sacerdotales con la ruptura de aquellos compromisos, sagrados también, que llevan aparejados y han sido libremente contraídos», explica el obispo. «Por mucho que lo fomente la cultura dominante, ni en la ética, ni menos en la Iglesia, vale todo --concluye--. Esto no quita, sino todo lo contrario, para que la Iglesia procure con toda verdad seguir siendo madre y maestra de todos, de modo que, en éste y en cualquier caso, los que yerran o se alejan de ella encuentren siempre sus brazos abiertos al reencuentro y al perdón». El martes pasado, el sacerdote reconoció en el programa «Sabor a ti» de Antena 3 que la Iglesia tiene todo el derecho a suspenderle en su ejercicio, tras haber anunciado públicamente su ruptura del celibato. La carta completa de monseñor Noguer Carmona puede leerse en la página web del obispado de Huelva http://www3.planalfa.es/obhuelva/.
CARTA DEL SR. OBISPO SOBRE EL TEMA DE D. JOSÉ MANTERO
Queridos sacerdotes y fieles:
Considero llegado el momento de decir mi palabra de Pastor sobre las manifestaciones hechas públicas por el sacerdote don José Mantero acerca de su condición de homosexual y su inobservancia del celibato, en términos de alarde y de escándalo, tanto para la Comunidad cristiana como para la sociedad en general.
Antes de pronunciarme sobre esto, he intentado inútilmente durante varios días celebrar una entrevista con don José, con la afectuosa naturalidad de siempre, para poder obrar mejor, a mi parecer, la búsqueda de la verdad y con caridad fraterna.
Los hechos son tan manifiestos y comprobados –por confesión de parte–, que reclaman por sí mismos la aplicación responsable, prudente y caritativa de las medidas establecidas por la legislación general de la Iglesia (cfr. CIC, cn. 1395) para casos como el presente.
El propio interesado, al abandonar bruscamente su servicio parroquial y mantener, con publicidad y propaganda, la ruptura de su compromiso celibatario, se ha situado a sí mismo fuera de la disciplina de la Iglesia, en materia de suma gravedad y de escándalo para los fieles. Lo cual me obliga, no sin hondo pesar, a retirar formalmente a don José Mantero todas las licencias ministeriales.
La Iglesia, por fidelidad a los sagrados dones recibidos y a los fieles a los que se debe, no puede hacer compatible el ejercicio de las funciones sacerdotales con la ruptura de aquellos compromisos, sagrados también, que llevan aparejados y han sido libremente contraídos. Por mucho que lo fomente la cultura dominante, ni en la ética, ni menos en la Iglesia, vale todo.
Esto no quita, sino todo lo contrario, para que la Iglesia procure con toda verdad seguir siendo madre y maestra de todos, de modo que, en éste y en cualquier caso, los que yerran o se alejan de ella encuentren siempre sus brazos abiertos al reencuentro y al perdón.
Huelva, seis de febrero de dos mil dos.a Ignacio Noguer Carmona
DEL CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA
Castidad y homosexualidad
2357. La homosexualidad designa las relaciones entre hombres o mujeres que experimentan una atracción sexual, exclusiva o predominante, hacia personas del mismo sexo. Reviste formas muy variadas a través de los siglos y las culturas. Su origen psíquico permanece en gran medida inexplicado. Apoyándose en la Sagrada Escritura que los presenta como depravaciones graves (cf Gn 19, 1-29; Rm 1, 24-27; 1 Co 6, 10; I Tm 1, 10), la Tradición ha declarado siempre que "los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados" (CDF, decl "Persona humana" 8). Son contrarios a la ley natural. Cierran el acto sexual al don de la vida. No proceden de una verdadera complementariedad afectiva y sexual. No pueden recibir aprobación en ningún caso.
2358. Un número apreciable de hombres y mujeres presentan tendencias homosexuales profundamente radicadas. Esta inclinación, objetivamente desordenada, constituye para la mayoría de ellos una auténtica prueba. Deben ser acogidos con respeto, compasión y delicadeza. Se evitará, respecto a ellos, todo signo de discriminación injusta. Estas personas están llamadas a realizar la voluntad de Dios en su vida, y, si son cristianas, a unir al sacrificio de la cruz del Señor las dificultades que pueden encontrar a causa de su condición.
2359. Las personas homosexuales están llamadas a la castidad. Mediante virtudes de dominio de sí mismo que eduquen la libertad interior, y a veces mediante el apoyo de una amistad desinteresada, de la oración y la gracia sacramental, pueden y deben acercarse gradual y resueltamente a la perfección cristiana.
El prelado de Huelva justifica que «mantuvo, con publicidad y propaganda, la ruptura» del celibato - Mantero podrá decir misa y administrar otros sacramentos.
El obispo aplica la pena mínima al cura 'gay' y le impide confesar JOSE MANUEL VIDAL MADRID. No pudo aguantar la presión y, «no sin hondo pesar», tuvo que sancionar. Pero le aplicó la sanción mínima. El obispo de Huelva, monseñor Ignacio Noguer Carmona, retiró ayer las «licencias ministeriales» a José Mantero, el cura que se proclamó gay en ejercicio.
Aunque suena a castigo grave, la «retirada de las licencias ministeriales» es la pena mínima que se puede aplicar a un cura que comete algún delito. Consiste en prohibirle formalmente confesar a los fieles. Desde ahora, pues, y hasta que su ordinario le levante esta pena, José Mantero no podrá impartir la absolución a los fieles, a no ser en caso de peligro de muerte del penitente.
La retirada de las licencias ministeriales no le prohíbe, en cambio, decir misa ni administrar los demás sacramentos. Con esta medida, más medicinal que punitiva, la Iglesia quiere preservar ante todo la idiosincrasia del sacramento más delicado, que es el sacramento de la penitencia y, al mismo tiempo, dar un «toque de atención» al cura sancionado.
Monseñor Noguer justifica su decisión en el hecho de que el cura Mantero «abandonó bruscamente su servicio parroquial y mantuvo, con publicidad y propaganda, la ruptura de su compromiso celibatario».
A pesar de que el prelado onubense califica la situación del cura José Mantero de «suma gravedad y de escándalo para los fieles», con este castigo mínimo deja una puerta abierta para que su cura vuelva al seno del presbiterio y al redil de la Iglesia.
«Brazos abiertos»
«Esto no quita», explica el obispo, «para que la Iglesia procure con toda la verdad seguir siendo madre y maestra de todos, de modo que, en este y en cualquier caso, los que yerran o se alejan de ella encuentren siempre sus brazos abiertos al reencuentro y al perdón».
Una clara y evangélica propuesta de reconciliación dirigida por monseñor Noguer al cura Mantero. En el comunicado, el obispo, dolido por la actitud de su presbítero, se queja de que Mantero haya «alardeado» de su condición de homosexual y de su «inobservancia del celibato», lo cual, a su juicio, puede provocar «escándalo tanto para la comunidad cristiana como para la sociedad en general».
Como queriendo disculparse, Noguer explica que «antes de pronunciarme sobre esto, he intentado inútilmente durante varios días celebrar una entrevista con José, con la afectuosa naturalidad de siempre, para poder obrar mejor a mi parecer en la búsqueda de la verdad y de la caridad fraterna».
Pero el cura no contestó a las llamadas de su obispo que, ante «unos hechos tan manifiestos y comprobados», no tuvo más remedio que aplicar de una forma «responsable, prudente y caritativa las medidas establecidas por la legislación de la Iglesia para casos como el presente».
Ahora, el peso de la actividad de la Parroquia de Valverde del Camino recae sobre el sacerdote José Ramos, de avanzada edad, a quien no se descarta que el Obispado proporcione un nuevo sacerdote al objeto de compartir la labor pastoral, informa Antonio Candilejos.
Ramos, precisamente, recriminó el martes a Mantero, a través de la prensa, que no hubiese llamado a la Parroquia de Valverde desde que decidió ausentarse coincidiendo con su outing.
El prelado de Hueva concluye en su comunicado oficial difundido ayer que sigue teniendo sus «brazos abiertos» para acoger al cura José Mantero. La pelota está, pues, en el tejado del sacerdote.Si éste sigue en su actitud de romper puentes con la Iglesia, el obispo de Huelva, tras una prudente espera, se verá obligado a incoarle un proceso eclesiástico, del que se pueden derivar penas mucho más graves, como la suspensión a divinis (prohibición de ejercer cualquier función ministerial), la reducción al estado laical (obligarle a pedir la secularización) e, incluso, la excomunión.
Primer acto de la historia de un pastor bueno y una oveja descarriada y, según algunos, manipulada por el lobby gay.
«No sé de qué viviré», asegura Mantero «No sé de qué viviré si se produce la suspensión. Aún no me lo he planteado». Habla José Mantero, esta vez entrevistado en el programa La Columna (TV3), minutos antes de conocer la decisión de su obispo.
Por lo pronto, tiene claro que no vivirá de vender su historia a la prensa. «Yo no cobro ni cobraré nada por ninguna entrevista. Me he lanzado por una causa que he estimado noble y justa».
«Llamar a los gays y lesbianas enfermos no sólo es propio de un enfermo mental, sino de juzgado de guardia», replicó, en referencia a las declaraciones de Monseñor Gea, obispo de Mondoñedo-Ferrol.
Para Mantero, su confesión ya está dando frutos: «He hablado con compañeros sacerdotes que se han puesto en contacto conmigo y me daban las gracias. Uno de ellos se estaba planteando ciertas cosas en su vida».
¿Lo sancionan por ser gay o por saltarse la abstinencia? «Lo más provocador es confesar que has tenido relaciones con un hombre», responde. «También la ruptura del celibato, pero con ese añadido, que tiene mucha importancia para la mentalidad de muchos eclesiásticos, de que eres gay».
Por otro lado, el presidente de la Federación Estatal de Lesbianas y Gays, Pedro Zerolo, pidió a los homosexuales católicos que envíen a la Iglesia su declaración de apostasía ante la decisión del Obispado. Zerolo hizo este llamamiento ante «una Iglesia, que como organización, nos sigue negando, condenando, injuriando y vejando».
El portavoz de esta Federación recordó que él apostató, es decir, rompió los vínculos con la Iglesia católica, en el año 2000.
LA DIRECCIÓN DE MOCEOP ES: WWW. Arrakis.es/ moceop
Los obispos desautorizan a los curas que cuestionan el celibato
Álex Navajas - Madrid.-Ayer, el arzobispo de Madrid, monseñor Rouco, durante la Misa Crismal en la que se bendicen los óleos que se emplean durante todo el año en el sacramento de la unción de los enfermos y se renuevan las promesas sacerdotales, defendió el celibato por su «luminosa belleza». «¿No nos dejemos confundir, ni perturbar, ni desilusionar respecto a la riqueza personal y eclesial que atesora nuestra vocación simultánea al sacerdocio y al celibato por el Reino de los Cielos!», exclamó durante la homilía ante casi todos los sacerdotes de la diócesis de Madrid, que ayer acudieron a la misa en la catedral de la Almudena. Para Rouco, la experiencia histórica ha demostrado que los intentos de instaurar el celibato opcional y de «reformular el sacerdocio ministerial» «no conducen sino al debilitamiento y frustración simultánea de su fuerza evangelizadora» y acaban haciendo del sacerdote un funcionario. Rouco dijo que hay que desconfiar de estas corrientes supuestamente progresistas y avezadas, que no tienen nada de novedoso porque «ya vienen de viejo». Las palabras de Rouco corroboran las que pronunció en el pregón de Semana Santa de la pasada noche del lunes el obispo de Gerona, monseñor Carles Soler, cuando afirmó que las conclusiones del Concilio Vaticano II no pueden debatirse continuamente, según ha informado la agencia Efe. Para el prelado catalán, no es positiva «la actitud de aquellos que querrían un Concilio permanente, de los que querrían someter a debate permanente lo que el Concilio ya ha establecido». Monseñor Soler respondía así a los sacerdotes de su diócesis que integran el foro Joan Alsina, que agrupa a un tercio de los curas gerundenses, y que recientemente pidieron el celibato opcional. Monseñor Soler recomendó en cambio «un estilo de vida sobrio» y tener «un sentimiento cristiano vivo». La postura de los sacerdotes es comprensible teniendo en cuenta que el anterior obispo, monseñor Jaume Camprodón, defendía que los curas gerundenses secularizados pudieran volver a ejercer el sacerdocio antes que traer «a curas de fuera porque no se integran». En una coyuntura similar se ha visto monseñor Jaume Traserra, nombrado obispo de Solsona (Lérida) hace pocos meses. El prelado ha tenido que enfrentarse a la «herencia» dejada por su antecesor, monseñor Antoni Deig, fervoroso nacionalista célebre por sus críticas a Juan Pablo II, quien tenía la costumbre de celebrar confesiones colectivas. Traserra ha vuelto a la absolución individual, por lo que ha recibido la desaprobación de algunos de sus feligreses.
El tormento y el éxtasis
Por IGNACIO CAMACHO
Las estadísticas sostienen que ha disminuido la práctica religiosa de los españoles, pero cierta juventud comulga los fines de semana con las ruedas de molino de un éxtasis que no es precisamente místico ni penitencial. Este nuevo rito profano de las noches de fiesta se presenta, como el litúrgico, bajo las dos especies: líquida, como la que ingirieron los jóvenes hospitalizados en Tarrasa, o sólida, como la que tenían en su poder los detenidos de ayer en Málaga, presuntos concelebrantes de la fiesta «rave» en la que fallecieron dos personas tras consumir pastillas de diseño.
Lo malo de estas ceremonias es que se cobran víctimas, como los ritos paganos de la Antigüedad. En la Fiesta del Dragón de Órgiva ya han aparecido dos fiambres, producto de la permisividad con que las autoridades enfocaron esta concentración hippy, tras una escaramuza inicial en la que los participantes descalabraron a algunos miembros de la Benemérita.
Al final, el Estado decidió inhibirse y recular, quizá en la idea de que era peor el remedio de la prohibición que la enfermedad de la concentración multitudinaria e incontrolada. Se confió en la autorregulación de los participantes, pero a medida que se van apagando los rescoldos de la «kermesse» campestre granadina han ido apareciendo cadáveres como los muertos después de una batalla. Probablemente, en Órgiva se ha hecho el amor más que la guerra, pero a alguien se le ha ido la mano en los estupefacientes sin que las autoridades hayan sabido hacer otra cosa que enviar el coche escoba (más bien un coche fúnebre) para recoger los restos del naufragio.
En Málaga, donde aún no se ha aclarado el papel de la radiotelevisión andaluza en la (des)organización de la macrofiesta «rave» que acabó con dos jóvenes en la congeladera del Instituto Anatómico, la Policía se ha tomado el asunto algo más en serio. Los ocho detenidos ayer tenían más de 5.200 pastillas de éxtasis, suficientes para repartir una comunión que no era desde luego la de los santos. Una de las muchachas apresadas tiene 15 años. Otro guardaba un enorme cuchillo jamonero. Quizá cuando acabe la multitudinaria entrega colectiva a los ritos de la Pasión cristiana convendría reflexionar sobre la clase de cofradías subterráneas en la que parte de nuestra juventud participa con fervor ante la pasividad cómplice de una sociedad asustada que no se quiere enterar de sus propios errores.
CUANDO LAS MUJERES ERAN SACERDOTES
Cuando las mujeres eran sacerdotes JUAN JOSÉ TAMAYO-ACOSTA
Juan José Tamayo-Acosta es director de la Cátedra de Teología y Ciencias de la Religión en la Universidad Carlos III de Madrid.
Durante los últimos meses han aparecido numerosos documentos y declaraciones de teólogos y teólogas, grupos de sacerdotes y religiosos, movimientos cristianos y organizaciones cívico-sociales, e incluso de obispos y cardenales de la Iglesia católica, pidiendo el acceso de las mujeres al sacerdocio. Todos ellos consideran la exclusión femenina del ministerio sacerdotal como una discriminación de género que es contraria a la actitud inclusiva de Jesús de Nazaret y del cristianismo primitivo, va en dirección opuesta a los movimientos de emancipación de la mujer y a las tendencias igualitarias en la sociedad, la política, la vida doméstica y la actividad laboral.
El alto magisterio eclesiástico responde negativamente a esa reivindicación, apoyándose en dos argumentos: uno teológico-bíblico y otro histórico, que pueden resumirse así: Cristo no llamó a ninguna mujer a formar parte del grupo de los apóstoles, y la tradición de la Iglesia ha sido fiel a esta exclusión, no ordenando sacerdotes a las mujeres a lo largo de los veinte siglos de historia del catolicismo. Esta práctica se interpreta como voluntad explícita de Cristo de conferir sólo a los varones, dentro de la comunidad cristiana, el triple poder sacerdotal de enseñar, santificar y gobernar. Sólo ellos, por su semejanza de sexo con Cristo, pueden representarlo y hacerlo presente en la eucaristía.
Estos argumentos vienen repitiéndose sin apenas cambios desde hace siglos y son expuestos en tres documentos de idéntico contenido, a los que apelan los obispos cada vez que los movimientos cristianos críticos se empeñan en reclamar el sacerdocio para las mujeres: la declaración de la Congregación para la Doctrina de la Fe Inter insigniores (15 de octubre de 1976) y dos cartas apostólicas de Juan Pablo II: Mulieris dignitatem (15 de agosto de 1988) y Ordinatio sacerdotalis.
Sobre la ordenación sacerdotal reservada sólo a los hombres (22 de mayo de 1984). La más contundente de todas las declaraciones al respecto es esta última, que zanja la cuestión y cierra todas las puertas a cualquier cambio en el futuro: 'Declaro que la Iglesia no tiene en modo alguno facultad de conferir la ordenación sacerdotal a las mujeres, y que este dictamen debe ser considerado como definitivo por todos los fieles de la Iglesia'.
Es verdad que la historia no es pródiga en narrar casos de mujeres sacerdotes. Esto no debe extrañar, ya que ha sido escrita por varones, en su mayoría clérigos, y su tendencia ha sido a ocultar el protagonismo de las mujeres en la historia del cristianismo. 'Si las mujeres hubieran escrito los libros, estoy segura de que lo habrían hecho de otra manera, porque ellas saben que se les acusa en falso'.
Esto escribía Cristina de Pisan, autora de La ciudad de las damas (1404). Sin embargo, importantes investigaciones históricas desmienten tan contundentes afirmaciones del magisterio, hasta invalidarlas y convertirlas en pura retórica al servicio de una institución patriarcal. Entre los estudios más relevantes al respecto cabe citar Mujeres en el altar, de Lavinia Byrne, religiosa expulsada de su congregación por publicar este libro; Cuando las mujeres eran sacerdotes, de Karen Jo Torjesen, catedrática de Estudios sobre la Mujer y la Religión en Claremont Graduate School, y los trabajos del historiador Giorgio Otranto, director del Instituto de Estudios Clásicos y Cristianos de la Universidad de Bari. En ellos se demuestra, mediante inscripciones en tumbas y mosaicos, cartas pontificias y otros textos, que las mujeres ejercieron el sacerdocio católico durante los 13 primeros siglos de la historia de la Iglesia. Veamos algunas de estas pruebas que quitan todo valor a los argumentos del magisterio eclesiástico.
Debajo del arco de una basílica romana aparece un fresco con cuatro mujeres. Dos de ellas son las santas Práxedes y Prudencia, a quienes está dedicada la iglesia. Otra es María, madre de Jesús de Nazaret. Sobre la cabeza de la cuarta hay una inscripción que dice: Theodora Episcopa (= Obispa). La 'a' de Theodora está raspada en el mosaico, no así la 'a' de Episcopa.
En el siglo pasado se descubrieron inscripciones que hablan a favor del ejercicio del sacerdocio de las mujeres en el cristianismo primitivo. En una tumba de Tropea (Calabria meridional, Italia) aparece la siguiente dedicatoria a 'Leta Presbytera', que data de mediados del siglo V: 'Consagrada a su buena fama, Leta Presbytera vivió cuarenta años, ocho meses y nueve días, y su esposo le erigió este sepulcro. La precedió en paz la víspera de los Idus de Marzo'.
Otras inscripciones de los siglos VI y VII atestiguan igualmente la existencia de mujeres sacerdotes en Salone (Dalmacia) (presbytera, sacerdota), Hipona, diócesis africana de la que fue obispo san Agustín cerca de cuarenta años (presbiterissa), en las cercanías de Poitires (Francia) (presbyteria), en Tracia (presbytera, en griego), etcétera.
En un tratado sobre la virtud de la virginidad, del siglo IV, atribuido a san Atanasio, se afirma que las mujeres consagradas pueden celebrar juntas la fracción del pan sin la presencia de un sacerdote varón: 'La santas vírgenes pueden bendecir el pan tres veces con la señal de la cruz, pronunciar la acción de gracias y orar, pues el reino de los cielos no es ni masculino ni femenino. Todas las mujeres que fueron recibidas por el Señor alcanzaron la categoría de varones' (De virginitate, PG 28, col. 263).
En una carta del papa Gelasio I (492-496) dirigida a los obispos del sur de Italia el año 494 les dice que se ha enterado, para gran pesar suyo, de que los asuntos de la Iglesia han llegado a un estado tan bajo que se anima a las mujeres a oficiar en los sagrados altares y a participar en todas las actividades del sexo masculino al que ellas no pertenecen. Los propios obispos de esa región italiana habían concedido el sacramento del orden a mujeres, y éstas ejercían las funciones sacerdotales con normalidad.
Un sacerdote llamado Ambrosio pregunta a Atón, obispo de Vercelli, que vivió entre los siglos IX y X y era buen conocedor de las disposiciones conciliares antiguas, qué sentido había que dar a los términos presbytera y diaconisa, que aparecían en los cánones antiguos. Atón le responde que las mujeres también recibían los ministerios ad adjumentum virorum, y cita la carta de san Pablo a los Romanos, donde puede leerse: 'Os recomiendo a Febe, nuestra hermana y diaconisa en la Iglesia de Cencreas'.
Fue el concilio de Laodicea, celebrado durante la segunda mitad del siglo IV, sigue diciendo en su contestación el obispo Aton, el que prohibió la ordenación sacerdotal de las mujeres. Por lo que se refiere al término presbytera, reconoce que en la Iglesia antigua también podía designar a la esposa del presbítero, pero él prefiere el significado de sacerdotisa ordenada que ejercía funciones de dirección, de enseñanza y de culto en la comunidad cristiana.
En contra de conceder la palabra a las mujeres se manifestaba el papa Honorio III (1216-1227) en una carta a los obispos de Burgos y Valencia, en la que les pedía que prohibieran hablar a las abadesas desde el púlpito, práctica habitual entonces. Éstas son sus palabras: 'Las mujeres no deben hablar porque sus labios llevan el estigma de Eva, cuyas palabras han sellado el destino del hombre'.
Estos y otros muchos testimonios que podría aportar son rechazados por el magisterio papal y episcopal y por la teología de él dependiente, alegando que carecen de rigor científico. Pero ¿quién es la teología y quiénes son el papa, los cardenales y los obispos para juzgar sobre el valor de las investigaciones históricas? La verdadera razón de su rechazo son los planteamientos patriarcales en que están instalados. El reconocimiento de la autenticidad de esos testimonios les llevaría a revisar sus concepciones androcéntricas y a abandonar sus prácticas misóginas. Y a eso no parecen estar dispuestos. Prefieren ejercer el poder autoritariamente y en solitario encerrados en la torre de su 'patriarquía', a ejercerlo democráticamente y compartirlo con las mujeres creyentes, que hoy son mayoría en la Iglesia católica y, sin embargo, carecen de presencia en sus órganos directivos y se ven condenadas a la invisibilidad y al silencio
Juan José Tamayo-Acosta es director de la Cátedra de Teología y Ciencias de la Religión en la Universidad Carlos III de Madrid.
Durante los últimos meses han aparecido numerosos documentos y declaraciones de teólogos y teólogas, grupos de sacerdotes y religiosos, movimientos cristianos y organizaciones cívico-sociales, e incluso de obispos y cardenales de la Iglesia católica, pidiendo el acceso de las mujeres al sacerdocio. Todos ellos consideran la exclusión femenina del ministerio sacerdotal como una discriminación de género que es contraria a la actitud inclusiva de Jesús de Nazaret y del cristianismo primitivo, va en dirección opuesta a los movimientos de emancipación de la mujer y a las tendencias igualitarias en la sociedad, la política, la vida doméstica y la actividad laboral.
El alto magisterio eclesiástico responde negativamente a esa reivindicación, apoyándose en dos argumentos: uno teológico-bíblico y otro histórico, que pueden resumirse así: Cristo no llamó a ninguna mujer a formar parte del grupo de los apóstoles, y la tradición de la Iglesia ha sido fiel a esta exclusión, no ordenando sacerdotes a las mujeres a lo largo de los veinte siglos de historia del catolicismo. Esta práctica se interpreta como voluntad explícita de Cristo de conferir sólo a los varones, dentro de la comunidad cristiana, el triple poder sacerdotal de enseñar, santificar y gobernar. Sólo ellos, por su semejanza de sexo con Cristo, pueden representarlo y hacerlo presente en la eucaristía.
Estos argumentos vienen repitiéndose sin apenas cambios desde hace siglos y son expuestos en tres documentos de idéntico contenido, a los que apelan los obispos cada vez que los movimientos cristianos críticos se empeñan en reclamar el sacerdocio para las mujeres: la declaración de la Congregación para la Doctrina de la Fe Inter insigniores (15 de octubre de 1976) y dos cartas apostólicas de Juan Pablo II: Mulieris dignitatem (15 de agosto de 1988) y Ordinatio sacerdotalis.
Sobre la ordenación sacerdotal reservada sólo a los hombres (22 de mayo de 1984). La más contundente de todas las declaraciones al respecto es esta última, que zanja la cuestión y cierra todas las puertas a cualquier cambio en el futuro: 'Declaro que la Iglesia no tiene en modo alguno facultad de conferir la ordenación sacerdotal a las mujeres, y que este dictamen debe ser considerado como definitivo por todos los fieles de la Iglesia'.
Es verdad que la historia no es pródiga en narrar casos de mujeres sacerdotes. Esto no debe extrañar, ya que ha sido escrita por varones, en su mayoría clérigos, y su tendencia ha sido a ocultar el protagonismo de las mujeres en la historia del cristianismo. 'Si las mujeres hubieran escrito los libros, estoy segura de que lo habrían hecho de otra manera, porque ellas saben que se les acusa en falso'.
Esto escribía Cristina de Pisan, autora de La ciudad de las damas (1404). Sin embargo, importantes investigaciones históricas desmienten tan contundentes afirmaciones del magisterio, hasta invalidarlas y convertirlas en pura retórica al servicio de una institución patriarcal. Entre los estudios más relevantes al respecto cabe citar Mujeres en el altar, de Lavinia Byrne, religiosa expulsada de su congregación por publicar este libro; Cuando las mujeres eran sacerdotes, de Karen Jo Torjesen, catedrática de Estudios sobre la Mujer y la Religión en Claremont Graduate School, y los trabajos del historiador Giorgio Otranto, director del Instituto de Estudios Clásicos y Cristianos de la Universidad de Bari. En ellos se demuestra, mediante inscripciones en tumbas y mosaicos, cartas pontificias y otros textos, que las mujeres ejercieron el sacerdocio católico durante los 13 primeros siglos de la historia de la Iglesia. Veamos algunas de estas pruebas que quitan todo valor a los argumentos del magisterio eclesiástico.
Debajo del arco de una basílica romana aparece un fresco con cuatro mujeres. Dos de ellas son las santas Práxedes y Prudencia, a quienes está dedicada la iglesia. Otra es María, madre de Jesús de Nazaret. Sobre la cabeza de la cuarta hay una inscripción que dice: Theodora Episcopa (= Obispa). La 'a' de Theodora está raspada en el mosaico, no así la 'a' de Episcopa.
En el siglo pasado se descubrieron inscripciones que hablan a favor del ejercicio del sacerdocio de las mujeres en el cristianismo primitivo. En una tumba de Tropea (Calabria meridional, Italia) aparece la siguiente dedicatoria a 'Leta Presbytera', que data de mediados del siglo V: 'Consagrada a su buena fama, Leta Presbytera vivió cuarenta años, ocho meses y nueve días, y su esposo le erigió este sepulcro. La precedió en paz la víspera de los Idus de Marzo'.
Otras inscripciones de los siglos VI y VII atestiguan igualmente la existencia de mujeres sacerdotes en Salone (Dalmacia) (presbytera, sacerdota), Hipona, diócesis africana de la que fue obispo san Agustín cerca de cuarenta años (presbiterissa), en las cercanías de Poitires (Francia) (presbyteria), en Tracia (presbytera, en griego), etcétera.
En un tratado sobre la virtud de la virginidad, del siglo IV, atribuido a san Atanasio, se afirma que las mujeres consagradas pueden celebrar juntas la fracción del pan sin la presencia de un sacerdote varón: 'La santas vírgenes pueden bendecir el pan tres veces con la señal de la cruz, pronunciar la acción de gracias y orar, pues el reino de los cielos no es ni masculino ni femenino. Todas las mujeres que fueron recibidas por el Señor alcanzaron la categoría de varones' (De virginitate, PG 28, col. 263).
En una carta del papa Gelasio I (492-496) dirigida a los obispos del sur de Italia el año 494 les dice que se ha enterado, para gran pesar suyo, de que los asuntos de la Iglesia han llegado a un estado tan bajo que se anima a las mujeres a oficiar en los sagrados altares y a participar en todas las actividades del sexo masculino al que ellas no pertenecen. Los propios obispos de esa región italiana habían concedido el sacramento del orden a mujeres, y éstas ejercían las funciones sacerdotales con normalidad.
Un sacerdote llamado Ambrosio pregunta a Atón, obispo de Vercelli, que vivió entre los siglos IX y X y era buen conocedor de las disposiciones conciliares antiguas, qué sentido había que dar a los términos presbytera y diaconisa, que aparecían en los cánones antiguos. Atón le responde que las mujeres también recibían los ministerios ad adjumentum virorum, y cita la carta de san Pablo a los Romanos, donde puede leerse: 'Os recomiendo a Febe, nuestra hermana y diaconisa en la Iglesia de Cencreas'.
Fue el concilio de Laodicea, celebrado durante la segunda mitad del siglo IV, sigue diciendo en su contestación el obispo Aton, el que prohibió la ordenación sacerdotal de las mujeres. Por lo que se refiere al término presbytera, reconoce que en la Iglesia antigua también podía designar a la esposa del presbítero, pero él prefiere el significado de sacerdotisa ordenada que ejercía funciones de dirección, de enseñanza y de culto en la comunidad cristiana.
En contra de conceder la palabra a las mujeres se manifestaba el papa Honorio III (1216-1227) en una carta a los obispos de Burgos y Valencia, en la que les pedía que prohibieran hablar a las abadesas desde el púlpito, práctica habitual entonces. Éstas son sus palabras: 'Las mujeres no deben hablar porque sus labios llevan el estigma de Eva, cuyas palabras han sellado el destino del hombre'.
Estos y otros muchos testimonios que podría aportar son rechazados por el magisterio papal y episcopal y por la teología de él dependiente, alegando que carecen de rigor científico. Pero ¿quién es la teología y quiénes son el papa, los cardenales y los obispos para juzgar sobre el valor de las investigaciones históricas? La verdadera razón de su rechazo son los planteamientos patriarcales en que están instalados. El reconocimiento de la autenticidad de esos testimonios les llevaría a revisar sus concepciones androcéntricas y a abandonar sus prácticas misóginas. Y a eso no parecen estar dispuestos. Prefieren ejercer el poder autoritariamente y en solitario encerrados en la torre de su 'patriarquía', a ejercerlo democráticamente y compartirlo con las mujeres creyentes, que hoy son mayoría en la Iglesia católica y, sin embargo, carecen de presencia en sus órganos directivos y se ven condenadas a la invisibilidad y al silencio
EL VATICANO DENUNCIA....
El Vaticano denuncia la pesadilla en la que viven 860 millones de niños- Un informe de la Congregación para la Evangelización pone en evidencia las tragedias que afectan a los menores - Califica la situación como «el mayor escándalo» de nuestro tiempo
Madrid- En un informe, titulado «Herodes: la matanza de los inocentes continúa», la Congregación vaticana para la Evangelización de los Pueblos ha puesto en evidencia la situación en la que viven 860 millones de niños en nuestro planeta.
«La aldea global es sólo una inmensa periferia para millones de niños desnutridos, vendidos, explotados, enfermos», denuncia la institución vaticana encargada de la propagación de la fe, que, para elaborar este estudio, se ha basado en datos de organismos internacionales y en información remitida por los misioneros católicos.
El problema que se plantea no es baladí, pues como señala el texto, «cuando se habla de los derechos de los niños se habla de un problema que afecta a 2,2 millones de seres humanos, la mitad de los cuales viven en la pobreza».
Además, el hambre, la explotación en el trabajo, el sida, la guerra, el abandono en la calle o la prostitución «roban la infancia» a buena parte de estos niños, para quienes, según la Congregación, «el futuro es una incógnita, el presente una pesadilla que debe recaer sobre las conciencias de los adultos». Explotación infantil.
El informe revela que en el siglo XXI, mientras las nuevas tecnologías «consienten la mejora de las condiciones de trabajo» en los países más desarrollados, 211 millones de niños menores de 14 años son obligados a trabajar, de los cuales 120 millones lo hacen «a tiempo completo».
Por si fuera poco, la mayoría de estos niños, 171 millones, «trabajan en condiciones arriesgadas, con maquinaria peligrosa, en la minería, sin luz y con poco oxígeno, o manejando materias tóxicas».
El problema se reparte por todo el mundo, desde las «minas de Costa de Marfil, Sudáfrica o Colombia», hasta las «plantaciones de caña de azúcar de Brasil», aunque Asia es el continente más afectado por este fenómeno.
El documento señala que «en la raíz de muchas formas de explotación está el hecho de que en los países más pobres entre aquellos en vías de desarrollo, más de 50 millones de niños ni siquiera son registrados cuando nacen».
Esta circunstacia les convierte en «clandestinos en su propia tierra» y les niega, para siempre, derechos fundamentales como la educación o la sanidad. Los «niños soldado» son otra forma de explotación infantil, más terrible si cabe, que también denuncia el informe. Más de 300.000 menores son «transformados en asesinos para matar sin piedad».
La mayoría de estos «reclutas» tiene entre 10 y 14 años, pero la tendencia en los últimos años es a rebajar la edad, «porque los más pequeños son considerados como la mejor mano de obra para el uso de armas ligeras, para esconderse, huir y espiar».
Estos menores, definidos por la Congregación como «carne de cañón», son puestos «en primera línea de fuego para realizar acciones suicidas, atiborrados de drogas para vencer el miedo y matar a sangre fría». Niños de la calle.
Otro de los puntos en que se centra el estudio son los «niños de la calle», que, abandonados por sus progenitores desde muy pequeños, se agrupan en bandas. Subsisten a base de pequeños hurtos o del «reciclaje de desechos en los enormes vertederos de las grandes megápolis del tercer milenio». Pocos de ellos llegan a adultos.
La mitad de los 120 millones de niños de la calle viven en Sudamerica y 30 millones en Asia, aunque la Congregación señala que este fenómeno está en aumento «en las ciudades más grandes de la Europa del Este».
El hambre en el mundo es otra tragedia que, cada año, produce la muerte de más de 11 millones de niños menores de cinco años. Además, las enfermedades se ceban especialmente en los niños, en especial el sida. El balance de 2005 arroja medio millón de niños muertos por esta causa y 2,5 millones de seropositivos menores de 14 años. Prostitución.
Otro azote es el tráfico de seres humanos, un problema de alcance mundial que involucra cada año al menos a 1,2 millones de menores de 18 años. El documento recoge también la desaparición de menores «huérfanos, o vendidos por su misma familia» en zonas de Centroamérica, a manos de las mafias dedicadas al tráfico ilegal de órganos humanos. Por otro lado, 4 millones de niñas son compradas y vendidas para matrimonios, prostitución y esclavitud.
«El problema de los matrimonios pactados, más de 80 millones en el mundo, impuestos a niñas de menos de 18 años, ha sido denunciado por muchas organizaciones humanitarias, también por el riesgo de muerte para las jovencísimas madres», apunta la Congregación. Las niñas representan además dos tercios de los menores que no reciben una educación; «la consecuencia es que después serán mujeres analfabetas: ¡actualmente 600 millones!», subraya.
La infancia de muchas niñas se enfrenta a la mutilación genital, una práctica que sufren cada año dos millones de pequeñas.
Madrid- En un informe, titulado «Herodes: la matanza de los inocentes continúa», la Congregación vaticana para la Evangelización de los Pueblos ha puesto en evidencia la situación en la que viven 860 millones de niños en nuestro planeta.
«La aldea global es sólo una inmensa periferia para millones de niños desnutridos, vendidos, explotados, enfermos», denuncia la institución vaticana encargada de la propagación de la fe, que, para elaborar este estudio, se ha basado en datos de organismos internacionales y en información remitida por los misioneros católicos.
El problema que se plantea no es baladí, pues como señala el texto, «cuando se habla de los derechos de los niños se habla de un problema que afecta a 2,2 millones de seres humanos, la mitad de los cuales viven en la pobreza».
Además, el hambre, la explotación en el trabajo, el sida, la guerra, el abandono en la calle o la prostitución «roban la infancia» a buena parte de estos niños, para quienes, según la Congregación, «el futuro es una incógnita, el presente una pesadilla que debe recaer sobre las conciencias de los adultos». Explotación infantil.
El informe revela que en el siglo XXI, mientras las nuevas tecnologías «consienten la mejora de las condiciones de trabajo» en los países más desarrollados, 211 millones de niños menores de 14 años son obligados a trabajar, de los cuales 120 millones lo hacen «a tiempo completo».
Por si fuera poco, la mayoría de estos niños, 171 millones, «trabajan en condiciones arriesgadas, con maquinaria peligrosa, en la minería, sin luz y con poco oxígeno, o manejando materias tóxicas».
El problema se reparte por todo el mundo, desde las «minas de Costa de Marfil, Sudáfrica o Colombia», hasta las «plantaciones de caña de azúcar de Brasil», aunque Asia es el continente más afectado por este fenómeno.
El documento señala que «en la raíz de muchas formas de explotación está el hecho de que en los países más pobres entre aquellos en vías de desarrollo, más de 50 millones de niños ni siquiera son registrados cuando nacen».
Esta circunstacia les convierte en «clandestinos en su propia tierra» y les niega, para siempre, derechos fundamentales como la educación o la sanidad. Los «niños soldado» son otra forma de explotación infantil, más terrible si cabe, que también denuncia el informe. Más de 300.000 menores son «transformados en asesinos para matar sin piedad».
La mayoría de estos «reclutas» tiene entre 10 y 14 años, pero la tendencia en los últimos años es a rebajar la edad, «porque los más pequeños son considerados como la mejor mano de obra para el uso de armas ligeras, para esconderse, huir y espiar».
Estos menores, definidos por la Congregación como «carne de cañón», son puestos «en primera línea de fuego para realizar acciones suicidas, atiborrados de drogas para vencer el miedo y matar a sangre fría». Niños de la calle.
Otro de los puntos en que se centra el estudio son los «niños de la calle», que, abandonados por sus progenitores desde muy pequeños, se agrupan en bandas. Subsisten a base de pequeños hurtos o del «reciclaje de desechos en los enormes vertederos de las grandes megápolis del tercer milenio». Pocos de ellos llegan a adultos.
La mitad de los 120 millones de niños de la calle viven en Sudamerica y 30 millones en Asia, aunque la Congregación señala que este fenómeno está en aumento «en las ciudades más grandes de la Europa del Este».
El hambre en el mundo es otra tragedia que, cada año, produce la muerte de más de 11 millones de niños menores de cinco años. Además, las enfermedades se ceban especialmente en los niños, en especial el sida. El balance de 2005 arroja medio millón de niños muertos por esta causa y 2,5 millones de seropositivos menores de 14 años. Prostitución.
Otro azote es el tráfico de seres humanos, un problema de alcance mundial que involucra cada año al menos a 1,2 millones de menores de 18 años. El documento recoge también la desaparición de menores «huérfanos, o vendidos por su misma familia» en zonas de Centroamérica, a manos de las mafias dedicadas al tráfico ilegal de órganos humanos. Por otro lado, 4 millones de niñas son compradas y vendidas para matrimonios, prostitución y esclavitud.
«El problema de los matrimonios pactados, más de 80 millones en el mundo, impuestos a niñas de menos de 18 años, ha sido denunciado por muchas organizaciones humanitarias, también por el riesgo de muerte para las jovencísimas madres», apunta la Congregación. Las niñas representan además dos tercios de los menores que no reciben una educación; «la consecuencia es que después serán mujeres analfabetas: ¡actualmente 600 millones!», subraya.
La infancia de muchas niñas se enfrenta a la mutilación genital, una práctica que sufren cada año dos millones de pequeñas.
lunes, 26 de marzo de 2007
La SER denuncia que el nieto de la hermana de la madre del suegro de Zaplana tiene un restaurante
La Cadena SER ha sorprendido con una exclusiva sobre Eduardo Zaplana. Un empresario, "pariente y socio de la familia política" del dirigente del PP, tiene un restaurante en una isla de Alicante propiedad del Estado. El PP ha querido precisar el parentesco del portavoz popular en el Congreso con el citado empresario: "La abuela del señor Cervera era hermana de la madre del suegro de Zaplana". Y el restaurante se comenzó a gestionar cuando Zaplana tenía 8 años y, ni era político, ni conocía a su mujer ni a su suegra.
(Libertad Digital, publicado el Martes 20 de febrero de 2005) La Cadena SER ha denunciado en su boletín de las 13.00 horas que el Ministerio de Medio Ambiente ha iniciado los trámites para recuperar una isla de la Bahía de Benidorm, propiedad del Estado, pero ocupada por empresarios particulares desde hace décadas.
En concreto, denunciaba que un empresario llamado José Cervera "pariente y socio de la familia política de Eduardo Zaplana, explota un restaurante y un servicio de rutas turísticas en barco". Es más, la SER precisa que "el socio de la suegra y del tío de la mujer de Zaplana monopoliza el servicio de barcos turísticos que unen el islote de Benidorm con la costa". Cervera, continúa el boletín "es socio en la empresa Promociones Financieras y Turísticas de Miguel Martorell Llorca, tío de la esposa del actual portavoz del PP en el Congreso". Puestos en contacto con el empresario Cervera, éste reconoce a la SER que tienen un restaurante en la isla y admite "que tiene acciones en un importante hotel de Benidorm del que es consejero el tío político de Zaplana".La radio de Prisa repitió la misma noticia en el informativo de las 14.00, que dirige José Antonio Marcos, aunque esta vez incluía los datos aportados por Jaime Linares, secretario comarcal del PSOE en Benidorm, para concretar el parentesco entre Zaplana y el empresario. "Sin duda hay un vínculo familiar y empresarial que llega a través de su familia política por medio del matrimonio de su mujer y respectivamente ya a sus suegros y hermanos de suegros. Creo que va por ahí la línea".
Asímismo recababan la opinión de la ministra de Medio Ambiente, Cristina Narbona: "Medio Ambiente actúa desde la aplicación de la ley. No va en contra de ningún ciudadano con nombre y apellido, sino estrictamente en lo que es el campo de nuestras competencias y no conozco esa actuación, la Dirección General de Costas desde el principio de esta legislatura ha puesto en marcha 55 actuaciones de derribos en la costa y algunas están más avanzadas que otras y afectan a todo el litoral español".También daba la versión de PP, especificando que Zaplana no había querido hacer declaraciones. Según la SER, Zaplana reconoce que "el empresario y su suegra son parientes lejanos y alega que cuando Cervera empezó a gestionar este restaurante, en 1.968, él tenía 8 años y no conocía ni a su mujer ni a su suegra".
Comunicado del PP "ante el nuevo despropósito de la SER"
A continuación reproducimos el comunicado del PP: "Ante el nuevo y sorprendente despropósito informativo emitido por la cadena SER en su boletín de las 13.00 horas, en la que se utiliza el nombre del portavoz del Grupo Parlamentario Popular en el Congreso, Eduardo Zaplana, para decir que un pariente de su familia política explota un restaurante y un servicio de rutas turísticas en barco en una isla de la Bahía de Benidorm, el señor Zaplana realiza las siguientes precisiones:
1. La relación parental a la que se alude, concretamente, es la siguiente: la abuela del señor José Cervera, empresario que "explota" este restaurante, era hermana de la madre del suegro del señor Zaplana. Lamentamos no poder precisar el grado de parentesco de este señor con el señor Zaplana, o la denominación concreta que en genealogía se le da a la abuela de un señor que era hermana de la madre del suegro de otro señor.
2. La explotación a la que alude la información la realiza el señor Cervera, según hemos podido acreditar esta mañana, desde hace 40 años, fecha en la que el señor Zaplana contaba con la temprana edad de 8 años. Es cierto que la cadena SER, en reiteradas informaciones, le atribuye al señor Zaplana una importante capacidad de influencia. No obstante, en este caso, es difícil coincidir con ellos, dado que a los 8 años el señor Zaplana tenía su domicilio en la ciudad de Cartagena, obviamente todavía no había iniciado su andadura política y no conoció hasta muchos años después a la que hoy es su mujer y a la familia de ésta.
3. Ante estas precisiones, no parece oportuno añadir más comentarios. La noticia se califica sola".
La Cadena SER ha sorprendido con una exclusiva sobre Eduardo Zaplana. Un empresario, "pariente y socio de la familia política" del dirigente del PP, tiene un restaurante en una isla de Alicante propiedad del Estado. El PP ha querido precisar el parentesco del portavoz popular en el Congreso con el citado empresario: "La abuela del señor Cervera era hermana de la madre del suegro de Zaplana". Y el restaurante se comenzó a gestionar cuando Zaplana tenía 8 años y, ni era político, ni conocía a su mujer ni a su suegra.
(Libertad Digital, publicado el Martes 20 de febrero de 2005) La Cadena SER ha denunciado en su boletín de las 13.00 horas que el Ministerio de Medio Ambiente ha iniciado los trámites para recuperar una isla de la Bahía de Benidorm, propiedad del Estado, pero ocupada por empresarios particulares desde hace décadas.
En concreto, denunciaba que un empresario llamado José Cervera "pariente y socio de la familia política de Eduardo Zaplana, explota un restaurante y un servicio de rutas turísticas en barco". Es más, la SER precisa que "el socio de la suegra y del tío de la mujer de Zaplana monopoliza el servicio de barcos turísticos que unen el islote de Benidorm con la costa". Cervera, continúa el boletín "es socio en la empresa Promociones Financieras y Turísticas de Miguel Martorell Llorca, tío de la esposa del actual portavoz del PP en el Congreso". Puestos en contacto con el empresario Cervera, éste reconoce a la SER que tienen un restaurante en la isla y admite "que tiene acciones en un importante hotel de Benidorm del que es consejero el tío político de Zaplana".La radio de Prisa repitió la misma noticia en el informativo de las 14.00, que dirige José Antonio Marcos, aunque esta vez incluía los datos aportados por Jaime Linares, secretario comarcal del PSOE en Benidorm, para concretar el parentesco entre Zaplana y el empresario. "Sin duda hay un vínculo familiar y empresarial que llega a través de su familia política por medio del matrimonio de su mujer y respectivamente ya a sus suegros y hermanos de suegros. Creo que va por ahí la línea".
Asímismo recababan la opinión de la ministra de Medio Ambiente, Cristina Narbona: "Medio Ambiente actúa desde la aplicación de la ley. No va en contra de ningún ciudadano con nombre y apellido, sino estrictamente en lo que es el campo de nuestras competencias y no conozco esa actuación, la Dirección General de Costas desde el principio de esta legislatura ha puesto en marcha 55 actuaciones de derribos en la costa y algunas están más avanzadas que otras y afectan a todo el litoral español".También daba la versión de PP, especificando que Zaplana no había querido hacer declaraciones. Según la SER, Zaplana reconoce que "el empresario y su suegra son parientes lejanos y alega que cuando Cervera empezó a gestionar este restaurante, en 1.968, él tenía 8 años y no conocía ni a su mujer ni a su suegra".
Comunicado del PP "ante el nuevo despropósito de la SER"
A continuación reproducimos el comunicado del PP: "Ante el nuevo y sorprendente despropósito informativo emitido por la cadena SER en su boletín de las 13.00 horas, en la que se utiliza el nombre del portavoz del Grupo Parlamentario Popular en el Congreso, Eduardo Zaplana, para decir que un pariente de su familia política explota un restaurante y un servicio de rutas turísticas en barco en una isla de la Bahía de Benidorm, el señor Zaplana realiza las siguientes precisiones:
1. La relación parental a la que se alude, concretamente, es la siguiente: la abuela del señor José Cervera, empresario que "explota" este restaurante, era hermana de la madre del suegro del señor Zaplana. Lamentamos no poder precisar el grado de parentesco de este señor con el señor Zaplana, o la denominación concreta que en genealogía se le da a la abuela de un señor que era hermana de la madre del suegro de otro señor.
2. La explotación a la que alude la información la realiza el señor Cervera, según hemos podido acreditar esta mañana, desde hace 40 años, fecha en la que el señor Zaplana contaba con la temprana edad de 8 años. Es cierto que la cadena SER, en reiteradas informaciones, le atribuye al señor Zaplana una importante capacidad de influencia. No obstante, en este caso, es difícil coincidir con ellos, dado que a los 8 años el señor Zaplana tenía su domicilio en la ciudad de Cartagena, obviamente todavía no había iniciado su andadura política y no conoció hasta muchos años después a la que hoy es su mujer y a la familia de ésta.
3. Ante estas precisiones, no parece oportuno añadir más comentarios. La noticia se califica sola".
LA SANTA SEDE Y LOS ERRORES DE J. SOBRINO
LA SANTA SEDE Y LOS ERRORES DE JON SOBRINO
Tras recibir la Notificación de la Congregación para la Doctrina de la Fe que señala graves errores en dos de sus libros, el teólogo Jon Sobrino ha dicho que le preocupan más los pobres que el Vaticano. Dicho así, hasta puede sonar bien. Servir a los pobres ha sido desde siempre una seña de identidad de los cristianos, y el Vaticano, en boca de Sobrino, suena a estructura de poder. O sea, que él a lo suyo.
Pero resulta que desde los tiempos de la Iglesia naciente, jamás hubo contradicción entre el servicio de la caridad y la comunión con Pedro y con los apóstoles. Es cierto que desde la primera generación de cristianos hubo quienes se volcaron apasionadamente en los distintos aspectos de la misión, proyectando sus propios análisis más o menos geniales, y en ocasiones la autoridad de los apóstoles se vio en la necesidad de corregir errores o desviaciones. Porque la eficacia y la novedad del cristianismo, de su capacidad de liberar al hombre y a los pueblos de sus diversas esclavitudes, no depende esencialmente de la genialidad autónoma de sus testigos, sino de la comunión vital que cada uno de ellos mantiene con el tronco apostólico, ese que sólo garantizan en el tiempo y en el espacio Pedro y sus sucesores.
No me imagino a ninguno de los grandes Padres de la Iglesia antigua diciendo que a ellos les importaban más sus empeños, sus diatribas con los paganos, sus obras teológicas o hasta sus propias comunidades, que la opinión del obispo de Roma. Y no por cuestión de disciplina, sino porque sabían que su propia vida dependía de ese vínculo, y hubieran preferido morir antes que desprenderse de él.
Nadie cuestiona en la Iglesia la necesidad de servir a los pobres, y menos que nadie el Papa de la Deus caritas est. Otra cosa es cuál es el método para servirlos mejor, porque en no pocas ocasiones ha cundido la especie de que, en el fondo, no son el anuncio y la comunión cristiana la fuente de la liberación, sino proyectos ideológicos que han reducido al cristianismo a mera comparsa histórica, además de constituir sistemas opresivos cuyo fracaso ha tenido dimensiones épicas.
Precisamente por eso, Juan Pablo II llevó a cabo el precioso servicio del discernimiento de la Teología de la Liberación, con la impagable colaboración del cardenal Ratzinger. Tras ese discernimiento, lo más valioso de dicha aquella teología ha sido despojado de gangas ideológicas y ha quedado integrado en el gran árbol de la Tradición católica. Por supuesto, ha habido quienes han preferido seguir su propio camino al margen de la corrección maternal de la Iglesia; no hace falta ser profeta para intuir su destino.
Las cuestiones que la Santa Sede advierte en las obras de Sobrino no son una broma, ni un quítame allá esas pajas. No son asuntos que un cristiano comprometido con los pobres pueda dejar al margen, como si fueran debates bizantinos que no van con él. Se trata de saber en quién radica nuestra confianza, quién es la única roca sobre la que asienta nuestra esperanza. Se trata de saber si los cristianos portan consigo la única novedad de la historia capaz de liberar integralmente al hombre o si, en el fondo, pretenden la enésima utopía llamada al fracaso.
Jon Sobrino tiene ahora la palabra, y yo espero que predomine la humildad del hijo sobre el orgullo del intelectual. Pero de momento, le ha salido un abogado de oficio que no le hace ningún favor. Me refiero al editorial del diario El País del pasado 15 de marzo en el que, aparte de otras lindezas, recomienda a la curia romana defender con más ahínco "a la otra Iglesia", cuyos representantes explican la idea de "un Cristo por encima de todo humano, como defiende el teólogo Sobrino".
Del enemigo el consejo. Proponer un Cristo por encima de todo humano es la forma que tiene El País de invitar a la Iglesia a vaciarse de su propia sustancia, a convertirse en un proyecto de transformación social más, a abandonar su increíble pretensión de ser en el mundo la presencia del Resucitado. Así dejaría de ser "la extranjera" (como la denominaba el poeta Eliot) y se convertiría en una magnitud manejable. El País se creerá muy moderno, pero esa tentación, la más terrible que se le puede plantear a la Iglesia, no es de hoy. Y precisamente la roca de Pedro ha sido siempre el mejor antídoto contra esa posible traición. Como seguimos viendo.
Obras del padre Sobrino contienen "notables discrepancias" con la fe de la Iglesia
La Congregación para la Doctrina de la Fe publicó el pasado miércoles, 14 de marzo, una Notificación en la que constata que obras del sacerdote Jon Sobrino S.J. presentan "notables discrepancias con la fe de la Iglesia". El documento, firmado por el prefecto del dicasterio, Cardenal Levada, explica que estas discrepancias afectan a cuestiones centrales al cristianismo, como son "la divinidad de Jesús", "la encarnación del Hijo de Dios", "la relación entre Jesucristo y el Reino de Dios", "la autoconciencia de Jesucristo" y "el valor salvífico de su muerte".
El padre Sobrino, exponente de una de las corrientes de la Teología de la Liberación, ha dedicado la mayor parte de su vida a la docencia teológica en la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA) de San Salvador. La Notificación se centra en dos obras de Sobrino: Jesucristo liberador. Lectura histórico-teológica de Jesús de Nazaret y La fe en Jesucristo. Ensayo desde las víctimas.
La Congregación para la Doctrina de la Fe ha publicado el texto "para poder ofrecer a los fieles un criterio de juicio seguro, fundado en la doctrina de la Iglesia, acerca de las afirmaciones" del teólogo en sus libros.
Libertdaddigital 26/03/07
Tras recibir la Notificación de la Congregación para la Doctrina de la Fe que señala graves errores en dos de sus libros, el teólogo Jon Sobrino ha dicho que le preocupan más los pobres que el Vaticano. Dicho así, hasta puede sonar bien. Servir a los pobres ha sido desde siempre una seña de identidad de los cristianos, y el Vaticano, en boca de Sobrino, suena a estructura de poder. O sea, que él a lo suyo.
Pero resulta que desde los tiempos de la Iglesia naciente, jamás hubo contradicción entre el servicio de la caridad y la comunión con Pedro y con los apóstoles. Es cierto que desde la primera generación de cristianos hubo quienes se volcaron apasionadamente en los distintos aspectos de la misión, proyectando sus propios análisis más o menos geniales, y en ocasiones la autoridad de los apóstoles se vio en la necesidad de corregir errores o desviaciones. Porque la eficacia y la novedad del cristianismo, de su capacidad de liberar al hombre y a los pueblos de sus diversas esclavitudes, no depende esencialmente de la genialidad autónoma de sus testigos, sino de la comunión vital que cada uno de ellos mantiene con el tronco apostólico, ese que sólo garantizan en el tiempo y en el espacio Pedro y sus sucesores.
No me imagino a ninguno de los grandes Padres de la Iglesia antigua diciendo que a ellos les importaban más sus empeños, sus diatribas con los paganos, sus obras teológicas o hasta sus propias comunidades, que la opinión del obispo de Roma. Y no por cuestión de disciplina, sino porque sabían que su propia vida dependía de ese vínculo, y hubieran preferido morir antes que desprenderse de él.
Nadie cuestiona en la Iglesia la necesidad de servir a los pobres, y menos que nadie el Papa de la Deus caritas est. Otra cosa es cuál es el método para servirlos mejor, porque en no pocas ocasiones ha cundido la especie de que, en el fondo, no son el anuncio y la comunión cristiana la fuente de la liberación, sino proyectos ideológicos que han reducido al cristianismo a mera comparsa histórica, además de constituir sistemas opresivos cuyo fracaso ha tenido dimensiones épicas.
Precisamente por eso, Juan Pablo II llevó a cabo el precioso servicio del discernimiento de la Teología de la Liberación, con la impagable colaboración del cardenal Ratzinger. Tras ese discernimiento, lo más valioso de dicha aquella teología ha sido despojado de gangas ideológicas y ha quedado integrado en el gran árbol de la Tradición católica. Por supuesto, ha habido quienes han preferido seguir su propio camino al margen de la corrección maternal de la Iglesia; no hace falta ser profeta para intuir su destino.
Las cuestiones que la Santa Sede advierte en las obras de Sobrino no son una broma, ni un quítame allá esas pajas. No son asuntos que un cristiano comprometido con los pobres pueda dejar al margen, como si fueran debates bizantinos que no van con él. Se trata de saber en quién radica nuestra confianza, quién es la única roca sobre la que asienta nuestra esperanza. Se trata de saber si los cristianos portan consigo la única novedad de la historia capaz de liberar integralmente al hombre o si, en el fondo, pretenden la enésima utopía llamada al fracaso.
Jon Sobrino tiene ahora la palabra, y yo espero que predomine la humildad del hijo sobre el orgullo del intelectual. Pero de momento, le ha salido un abogado de oficio que no le hace ningún favor. Me refiero al editorial del diario El País del pasado 15 de marzo en el que, aparte de otras lindezas, recomienda a la curia romana defender con más ahínco "a la otra Iglesia", cuyos representantes explican la idea de "un Cristo por encima de todo humano, como defiende el teólogo Sobrino".
Del enemigo el consejo. Proponer un Cristo por encima de todo humano es la forma que tiene El País de invitar a la Iglesia a vaciarse de su propia sustancia, a convertirse en un proyecto de transformación social más, a abandonar su increíble pretensión de ser en el mundo la presencia del Resucitado. Así dejaría de ser "la extranjera" (como la denominaba el poeta Eliot) y se convertiría en una magnitud manejable. El País se creerá muy moderno, pero esa tentación, la más terrible que se le puede plantear a la Iglesia, no es de hoy. Y precisamente la roca de Pedro ha sido siempre el mejor antídoto contra esa posible traición. Como seguimos viendo.
Obras del padre Sobrino contienen "notables discrepancias" con la fe de la Iglesia
La Congregación para la Doctrina de la Fe publicó el pasado miércoles, 14 de marzo, una Notificación en la que constata que obras del sacerdote Jon Sobrino S.J. presentan "notables discrepancias con la fe de la Iglesia". El documento, firmado por el prefecto del dicasterio, Cardenal Levada, explica que estas discrepancias afectan a cuestiones centrales al cristianismo, como son "la divinidad de Jesús", "la encarnación del Hijo de Dios", "la relación entre Jesucristo y el Reino de Dios", "la autoconciencia de Jesucristo" y "el valor salvífico de su muerte".
El padre Sobrino, exponente de una de las corrientes de la Teología de la Liberación, ha dedicado la mayor parte de su vida a la docencia teológica en la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA) de San Salvador. La Notificación se centra en dos obras de Sobrino: Jesucristo liberador. Lectura histórico-teológica de Jesús de Nazaret y La fe en Jesucristo. Ensayo desde las víctimas.
La Congregación para la Doctrina de la Fe ha publicado el texto "para poder ofrecer a los fieles un criterio de juicio seguro, fundado en la doctrina de la Iglesia, acerca de las afirmaciones" del teólogo en sus libros.
Libertdaddigital 26/03/07
Suscribirse a:
Entradas (Atom)