viernes, 14 de diciembre de 2007

POR QUÉ CREEMOS EN DIOS?


¿Por qué creemos en Dios?

La cuestión religiosa ha estado presente siempre, en todas las sociedades. Y es que el hombre, desde el inicio de su andadura evolutiva, se ha planteado la existencia de Dios. A tratar este interesante pero controvertido asunto ha dedicado el filósofo Daniel Dennett su último libro, Romper el hechizo, donde confía en ofrecer una teoría omnicomprensiva sobre el origen de la religión.

Tal y como apunta Dennett, ser religioso suele estar bien visto debido a esa sensación de que los creyentes son personas "bien intencionadas, (...) que son serias en su deseo de no hacer el mal y que hacen enmiendas por sus transgresiones". De ahí que resulte tan difícil "romper el hechizo", el tabú de que no cabe investigar científicamente la religión como un fenómeno natural.
La postura que adopta Dennett desde el principio, es decir, su reconocimiento de que es un "filósofo ateo", hace que su empresa parezca estar tocada por el subjetivismo.


Una declaración tan sincera nos obliga, al menos, a acoger sus conclusiones con cierta cautela. (Por supuesto, lo mismo podría decirse si hubiese confesado ser fiel de cualquier religión). Si bien reconoce que en ocasiones produce buenos ciudadanos, Dennett considera que la religión crea monstruos intolerantes, fanáticos que oprimen a sus congéneres y predican el genocidio, como es el caso de ciertas sectas musulmanas.

Sea como fuere, lo cierto es que hay un problema entre la religión y la ciencia, por cuanto el evolucionismo prueba que no es necesario poner a Dios en el origen de la vida. En Estados Unidos, muchos cristianos tratan de escudarse en las teorías del diseño inteligente para negar validez científica a Darwin y a sus seguidores. Lamentablemente, renegar del evolucionismo es como predicar que la Tierra es plana. Semejante posicionamiento religioso está conduciendo a la expansión de la ignorancia en las escuelas.

A juicio de Dennett, la religión no la inventó nadie, como probablemente tampoco hubo un creador del mundo; es fruto de la evolución cultural, como el lenguaje o la música. El lenguaje es un buen ejemplo para entender lo que estamos diciendo. Como recuerda el autor, "las transformaciones graduales que convirtieron el latín en francés, en portugués y en otras lenguas descendientes no fueron pensadas, planificadas, previstas, deseadas ni ordenadas por nadie". La propagación de la lengua y la religión siguen cauces similares. Se transmiten de padres a hijos.

Una de las teorías que se manejan en Romper el hechizo para explicar el éxito de la religión es la de la selección sexual directa de determinados rasgos psicológicos. "Quizás las mujeres prefirieron machos que demostraran una sensibilidad por la música y las ceremonias, característica que pudo haber aumentado progresivamente hasta convertirse en una proclividad hacia los éxtasis elaborados –escribe Dennett–.

Las hembras que tuvieron esta preferencia no habrían tenido que entender por qué la tenían; pudo haber sido un simple capricho, un gusto personal ciego que las incitó a escoger. Pero si las parejas que escogieron resultaron ser no sólo mejores proveedores sino hombres muchos más fieles a la familia, estas madres y estos padres tenderían a criar muchos más hijos y nietos que el resto, y en consecuencia se propagarían tanto la sensibilidad por las ceremonias como el gusto por aquellos que amen las ceremonias".

Probablemente, esta teoría resulte tan peregrina como muchas otras, porque, al fin y al cabo, como decía Hume, "las primeras ideas de religión no surgieron de la contemplación de las obras de la naturaleza, sino por el interés por los hechos de la vida y los incesantes temores y esperanzas que mueven a la mente humana".

Asimismo, hechos como el fallecimiento de familiares pudieron tener mucho que ver con el origen de la religión. De nuevo Dennett: "Lo que parece haber evolucionado en cada lugar, ese buen truco que nos sirve para manejar una situación desesperada, consiste en una elaborada ceremonia en la que se remueve el peligroso cuerpo del entorno cotidiano, enterrándolo o quemándolo y luego se le añade la interpretación de la persistente activación de los hábitos de la perspectiva intencional en términos de la presencia invisible del agente como si fuera un espíritu, una especie de persona virtual creada por las afectadas disposiciones mentales de los sobrevivientes pero casi tan vívida y robusta como una persona viva".

En la raíz de la creencia humana en los dioses encontramos un instinto fácilmente activable, el de la disposición de atribuirle "agencia" a cualquier cosa complicada que suceda, desde los truenos a la lluvia, pasando por el fuego. ¿Podrá ser éste el santo grial que tratamos de encontrar?


La imaginación nos incita a inventar explicaciones sobrenaturales que den sentido a los hechos inexplicables, como cuando de pequeños nos metíamos en la cama pensando en que en la oscuridad los "monstruos" no podían hacernos nada si permanecíamos acurrucados. Estas hipótesis se desechan porque carecen de la más mínima base racional, pero algunas aguantan el paso del tiempo; cuando son más sofisticadas y se repiten y repiten hasta que la gente acaba asumiéndolas.

En sociedades más ignorantes, las explicaciones "sobrenaturales" tuvieron que ser relativamente simples para poder propagarse con éxito. Pensemos en el Génesis. A nadie se le ocurre hoy por hoy aceptar que el mundo se creó en menos de una semana, ni que Adán y Eva fueron los primeros humanos. Aun así, se sigue enseñando en las escuelas.

Cuando éramos niños creíamos que no había una verdad más indubitable que ésa, pero con el paso del tiempo nos percatamos de que era una de esas grandiosas mentiras que nos ocuparon la infancia y que, al contrario que la creencia en los Reyes Magos, no nos proporcionaban una ilusión y estimulaban nuestros buenos deseos. Simplemente, se trataba de un espejismo que debíamos creer a pie juntillas.

Hasta qué punto estemos dispuestos a adentrarnos en un libro como éste viene a ser tanto como decidir si queremos dejar de ser niños y no volver a creer en la serpiente y la fruta del árbol prohibido.

Aunque, eso sí, advierto de que el libro no colmará a quienes emprendan este camino, porque, desgraciadamente, a pesar de que contiene interesantes perlas, resulta un tanto asistemático como para ofrecer un relato contundente que permita al lector concluir que ha leído una obra que pasará a la historia. Ese libro está aún por llegar; pero los que no quieran esperar tanto pueden leer a Dennett, eso sí, con cautela para no creer todo lo allí expuesto ni practicar un escepticismo total hacia todo lo que perturbe los dogmas que sostenemos.

Pero si la fe nos impide aceptar que algunas de las ideas que defendemos pueden no ser ciertas, ¿para qué poner en solfa las bases profundas de nuestras creencias leyendo un libro como éste?
Por Gorka Echevarría Zubeldia

1 comentario:

webmaster tmarin dijo...

Saludos...
A lo mejor voy a mear fuera del tiesto pero hago varias preguntas:
1)¿Hay vida inteligente en otros planetas?
2)¿Tendrán religión,Dios o fé en algo trascendente?
3)y para los creyentes ,creeran(valga la redundancia) que esos "seres" han sido creados por su mismo Dios?
Y ahora quiero compartir con ustedes-vosotros,que diría la inolvidable Lola Flores,esta elegia al ateismo de MOREDAN....un abrazo y muchas gracias Antonio por tu blog....esta atea te aprecia una "jartá".....desde Argentina...
Tere Marin
Elegía del Ateísmo.

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Por Moredan.

Oferta especial: El primer creyente que coja alguna frase de esta aportación y la cite sacándola de contexto para atacarme se llevará un chupete de regalo.

Elegía del ateísmo.

Lectura no recomendada para creyentes.

¿Porqué soy ateo? / Me preguntas mientras clavas / en mi mirada tu mirada azul... y siempre respondo lo mismo, porque no hay nada que requiera los dioses como explicación... pero hoy estoy un poco cansado de esa explicación tan lógica, tan clara, pero tan fría. Cansado de parsimonia y moderación. Cansado de esconder mis sentimientos para no molestar a nadie. Permítanme ser, por una vez, menos exacto y más emotivo.

Soy ateo porque no permito que nadie me diga para qué existo, porque la misma dignidad humana exige que los seres humanos seamos fines en sí mismos, capaces y libres de elegir su propósito. Porque el ateísmo no sólo me ofrece esa oportunidad, sino que le añade la posibilidad de decidir, cada uno de nosotros, el propósito del Universo entero. ¿Que porqué soy ateo? Soy ateo porque eso me hace un dios.

Me preguntan por la muerte... no, no me gusta la muerte, no me gusta morir ni que después no haya nada esperándome. Pero no voy a creer en algo porque sea bonito, no tomaré esa droga alucinógena llamada fe para tranquilizarme, porque sé que esa droga nos dopa y atonta en la lucha contra la muerte, la lucha más sagrada del humanidad, una guerra noble y dura, con millones de bajas, cuyas batallas se llevan a cabo en centros de investigación médica y genética, laboratorios de cibernética, hospitales y universidades... una guerra contra la muerte, que la humanidad acabará venciendo en nombre de la vida. ¿Que porqué soy ateo? Soy ateo porque amo la vida.

Soy ateo porque he leído el Génesis. Ese libro maravilloso que cuenta, entre lo que dice, lo que calla y lo que sugiere, que si hubiera un Dios nos mentiría, nos diría que nos ha hecho a su imagen y semejanza pero jamás nos daría la posibilidad de conocer y decidir entre el Bien y el Mal. Esa posibilidad sólo nos la podría ofrecer un ser anti-divino: ‘Comed y seréis como Dioses’, y decía la verdad. Como de la fruta prohibida del ateísmo, me hago capaz no sólo de reconocer sino incluso de decidir qué es el Bien y el Mal, de ser dioses nosotros mismos, cada uno de nosotros. ¿Que porqué soy ateo? Soy ateo porque he leído la Biblia.

Y ¡qué terrible sería que hubiera un Dios! Un ser creador, que nos ha creado en medio del dolor, en un mundo lleno de dolor que sólo nuestra ciencia está haciendo soportable, y nos ha dejado allí abandonados... si hubiera un Dios ¿qué otra salida me quedaría que luchar contra Él, en nombre de los muertos, los humillados, los esclavos que su mundo permitía sin necesidad alguna (¿qué necesidad puede tener un todopoderoso?) ? ¿Qué otra salida que declararme su enemigo, contra toda esperanza, contra todo cálculo, simplemente en nombre de la más elemental de las dignidades? ¿Qué porqué soy ateo? Soy ateo porque intento ser digno.

Aquí estamos, aquí estuvimos desde el comienzo de los tiempos, aquí estaremos. Los que no creemos, y nuestros hermanos los que dudan, defendiendo con ellos el derecho a negar y a dudar, luchando por salir de la oscuridad del mito y de la superstición, del yugo de la mentira... “la verdad os hará libres” dijo Juan ...sí, y la mentira, creyentes. El enemigo es aún abundante, tiene más dinero y menos escrúpulos, para defender sus mentiras... pero ya les hemos vencido, una y otra vez, en siglos en los que nuestras cartas apenas se limitaban a la Verdad y poco más. Llevamos siglos derrotándoles: Humanismo (aún teísta), ilustración, librepensamiento, socialismo, altermundismo... y cada vez condenan, se desgañitan, rojos de ira y llenos de odio... y cada vez cambiamos el mundo, cada vez les vencemos. ¡Escuchadlos como empiezan a reconocer su derrota! “La crisis de lo valores morales en la sociedad moderna” ¡Ha! ¡Vuestros valores, los de la opresión, la mentira y la hipocresía, ésos sí están en crisis...! Los nuestros están en alza, el valor de la vida humana del humanismo, el amor al saber ilustrado, la libertad de los liberales, la solidaridad socialista, la búsqueda de un mundo más justo. El sonido de la historia ensordece... sufriremos derrotas y retrocesos, este no es un proceso de años sino de siglos. Pero el futuro se ve cada vez más claro, y no hay sitio para viejos dioses sino para hombres nuevos.

¿Qué porqué soy ateo? Soy ateo porque creo en el futuro.

Moredan - Planeta Tierra, al 2004-02-19.