miércoles, 11 de abril de 2007

CIERRE DE SAN CARLOS



CIERRE DE SAN CARLOS BORROMEO
Una herejía con rosquillas
Por José Francisco Serrano Oceja

Con más previsión que sorpresa hemos asistido durante unos días de pasión a un espectáculo mediático, a un show bussiness en el que un sacerdote y asistente social –no sé en qué orden– peregrinaba de micrófono en micrófono, de cámara en cámara, denunciando las atrocidades de un arzobispo, de un arzobispado, de un consejo presbiteral –órgano diocesano de representación del clero– y de una Iglesia que le han pedido que asuma que su trabajo no es el que no era, y sí el de agitador social, además de que no hay que tomar el nombre de la Iglesia católica en vano.
Enrique de Castro, a quien nadie le discute su pasión y pulsión por los pobres, defiende ahora el siempre cómodo y confortable calor de la institución para poder vivir bajo el paraguas de una parroquia, San Carlos Borromeo, realidad y símbolo de la comunión de la Iglesia, sin pertenecer a la Iglesia. Si bien es cierto que no se trata de lo que los sociólogos de la religión denominan "creencia sin pertenencia" (Believing without belonging, Grace Davie), no lo es menos que se trata de algo peor. Este caso es paradigmático de una de las más grandes tentaciones del cristianismo contemporáneo: su reducción al humanismo. El cristianismo no es un humanismo al uso de las iglesias ideológicas, tecnológicas y de políticas sociales de usar y tirar. Lo que defiende este singular monitor de política sociales –como Zapatero pero a pequeña escala– es una parroquia a su medida, una liturgia a su medida, una Iglesia a su medida, un Cristo a su medida, una religión a su medida, un hombre a su medida.
Hay quien dice que lo que defienden los curas de San Carlos Borromeo es la teología de la liberación. Otros hablan de teología del pueblo. Todos se apuntan a una dialéctica permanente como progreso de la historia, de su historia, y se han empeñado en una nueva cruzada –eso sí, mediática, amparada por El País y los medios del progresismo eclesial– contra la institución y los institucional, contra la Iglesia institución y los eclesiásticos institucionales. Olvidan lo que se sabe de tiempo atrás y sobre lo que ha escrito, entre otros, con profusión Peter L. Berger: "Nada humano sobrevive sino es de manera institucional". Otra cuestión es que piensen que ellos son los que mantienen las esencias de las formas puras de la fe cristiana y de la Iglesia y que se constituyan, por tanto, en una nueva forma de herejía, de separación. Algo así como una nueva herejía hecha con rosquillas.
El otrora cardenal Joseph Ratzinger, en su libro Dios y el mundo, afirmó que estamos en una época en la que es fundamental "la esencialización –una palabra de Guardini–. No se trata tanto de hacer fantásticas construcciones previas de algo que después será completamente distinto y que es imposible construir de antemano en el laboratorio, sino de vivir para lo esencial después de encarnarse y representarse de nuevo. A este respecto también es importante una forma de simplificación que resalte lo realmente imperecedero y sustentador de nuestra doctrina, de nuestra fe. Que las grandes cuestiones fundamentales, la cuestión divina, la salvación, la esperanza, la vida, lo éticamente sustentador reaparezcan en sus elementos principales y, de este modo, posibiliten nuevas sistematizaciones."
En esa madrileña y vallecana parroquia, la lógica de ese absurdo eclesial más cercano a la astracanada ha conducido a sus responsables a utilizar el nombre de eucaristía para ritos en los que la materia del sacramento de sí mismos eran las rosquillas traídas por las madres de los niños de primera comunión, o el turrón de almendra en las celebraciones de Navidad. Cuentan que así los púberes entendían mejor lo que significaba la mesa común, compartida, de algo que les interpelaba. No sé si en alguna ocasión se les ocurrió hacer una reunión litúrgica con golosinas; la estética de una celebración en la que se consagrasen chucherías infantiles bien mercería una pintura minimalista. Llevado hasta el extremo este argumento de que se celebre con lo que pide el pueblo –¿qué pueblo, cuántos, cómo?–, terminarían cerrando el local cuando más de un sibarita, que siempre los hay, solicitara ostras, trufas y demás delicatessen.
Para enmarcarlo, volvamos al teólogo Ratzinger: "Tampoco me parece muy útil hacer liturgias, por así decirlo, para el mundo técnico o para cualquiera sabe qué otros ámbitos. Todo eso son juegos malabares de cosecha propia. La grandeza de la liturgia deriva de que procede del principio y ha crecido viva. Tenemos que rodearla de respeto y protegerla. Así se engrandece y habla a personas de diferentes civilizaciones –con una riqueza de distintos ritos desde hace mucho tiempo–."
Es posible que al cardenal Rouco Varela se le haya acabado la paciencia. Ante ese panorama, ¿a quién no?

TRES SACERDOTES DESAFÍAN AL ARZOBISPADO DE MADRID CELEBRANDO UNA LITURGIA PROHIBIDA
Actores del No a la Guerra van a Misa y comulgan con vino para protestar por el cierre de San Carlos Borromeo
Este domingo, la Parroquia de San Carlos Borromeo de Entrevías, del distrito madrileño de Puente de Vallecas acogió la misa del Domingo de Resurrección a pesar del cierre como lugar de culto dictado por el Arzobispado de Madrid debido a que ni la liturgia ni la catequesis que se ofrece en el templo se ajustan a la doctrina oficial de la Iglesia. A las puertas de la parroquia se concentraron dos centenares de personas para protestar contra su cierre, entre ellos el presentador Gran Wyoming y los actores Willy Toledo, Melanie Olivares y Javier Gutiérrez. En esta ocasión se dieron de comulgar mendrugos de pan.

L D (Europa Press) La ceremonia comenzó alrededor de la una de la tarde y a ella acudieron unos 220 fieles mientras en el exterior se concentraban algunos de los actores que se hicieron famosos tras el "No a la guerra". Algunos de los congregados en el exterior colgaron de la fachada principal del templo pancartas con los lemas "De aquí no se va nadie", "Solidaridad con la Parroquia de San Carlos Borromeo" y "La jerarquía puede cerrar un local pero no la iglesia", entre otras que también hacían alusión al Cardenal Arzobispo de Madrid, Monseñor Antonio María Rouco Varela.
A pesar de la prohibición del Arzobispado de seguir oficiando celebraciones litúrgicas en la iglesia, los tres sacerdotes de San Carlos Borromeo, Enrique de Castro, Pepe Díaz y Javier Baeza, cumplieron su palabra de ofrecer a su fieles una ceremonia el Domingo de Resurrección. Al término de la misa, los párrocos fueron aplaudidos por sus fieles, quienes profirieron cánticos de "No, no, no nos moverán".
El párroco Enrique de Castro declaró que al Arzobispado de Madrid no le preocupa la ortodoxia de la liturgia –el motivo del cierre fue entre otras cosas que daban de comulgar rosquillas-, sino que "Jesús no acepta el poder y ellos lo tienen". De Castro pronunció estas palabras a la salida de la misa celebrada en la parroquia de San Carlos Borromeo, momento en el que se abrazó y conversó con varios fieles asistentes al acto. Además, para De Castro el apoyo mostrado por los ciudadanos acudiendo a la liturgia no es "a un parroquia o a unos curas, sino a una manera de vivir o de pensar dentro de la Iglesia"."Eso es lo que nos pone contentos. Hoy somos muchos, otros días menos, pero incluso han venido agnósticos", añadió.
Por último, apuntó que no sabe cómo "hubiera actuado Jesús, pero sí como no lo hubiera hecho". "Queremos vivir como él ha vivido y como nos lo ha descubierto", explicó el párroco, quien aseveró que "es imposible" que el Arzobispado cierre la parroquia donde cada fin de semana se reúnen los fieles, porque "deberían escuchar a las personas". En este sentido, De Castro confió en que el Arzobispado acceda a reunirse con ellos y encontrar así una solución.
EL CENTRO, ABARROTADO POR CENTENARES DE PERSONAS
La 'iglesia roja' celebra una 'misa prohibida'
· Los tres párrocos cumplen su palabra de dar misa pese a la prohibición del Arzobispado
· Acuden el presentador Gran Wyoming y los actores Guillermo Toledo y Alberto San Juan
· Uno de los curas destaca que el apoyo de los fieles es 'a una manera de vivir y de pensar'
EUROPA PRESS REUTERS
MADRID.- La Parroquia San Carlos Borromeo de Entrevías, del distrito de Puente de Vallecas, ha acogido una misa del Domingo de Resurrección, a la que acudieron centenares de personas, alrededor de 250 en su interior.
La celebración se produjo a pesar del cierre como lugar de culto dictado por el Arzobispado de Madrid porque ni la liturgia ni la catequesis que ofrecen los párrocos del templo se ajustan a la doctrina oficial de la Iglesia.
La ceremonia comenzó en torno a la una de la tarde y en ella, los sacerdotes, dieron de comulgar con mendrugos de pan. A las puertas de la parroquia se concentraron otros dos centenares de fieles que no pudieron acceder al interior y que estuvieron acompañados por el presentador Gran Wyoming y los actores Willy Toledo, Melanie Olivares, Javier Gutiérrez y Alberto San Juan.
Algunos de los congregados colgaron, en la fachada principal de la iglesia, pancartas con lemas como 'De aquí no se va nadie', 'Solidaridad con la Parroquia de San Carlos Borromeo' y 'La jerarquía puede cerrar un local pero no la iglesia', entre otras que también hacían alusión al Cardenal Arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela.
Baeza, Díaz y De Castro son respetados entre la clase trabajadora de su barrio por su ayuda a personas marginadas
Con la celebración de esta misa, los tres párrocos de San Carlos Borromeo, Enrique de Castro, Pepe Díaz y Javier Baeza, cumplieron su palabra de ofrecer a su fieles una ceremonia el Domingo de Resurrección a pesar de la decisión del Arzobispado de impedir que continuaran oficiando. Al término de la ceremonia, los párrocos fueron aplaudidos por sus fieles, quienes profirieron cánticos de "No, no, no nos moverán".
'Les preocupa que Jesús no acepta el poder'
El párroco Enrique de Castro afirmó que al Arzobispado de Madrid no le preocupa la ortodoxia de la liturgia, sino que "Jesús no acepta el poder y ellos lo tienen".
De Castro pronunció estas palabras a la salida de la misa, momento en el que se abrazó y conversó con varios fieles asistentes al acto.
Además, para De Castro el apoyo mostrado por los ciudadanos acudiendo a la liturgia no es "a un parroquia o a unos curas, sino a una manera de vivir o de pensar dentro de la Iglesia". "Eso es lo que nos pone contentos. Hoy somos muchos, otros días menos, pero incluso han venido agnósticos", añadió.
Por último, apuntó que no sabe cómo "hubiera actuado Jesús, pero sí como no lo hubiera hecho". "Queremos vivir como él ha vivido y como nos lo ha descubierto", explicó el párroco, quien aseveró que "es imposible" que el Arzobispado cierre la parroquia donde cada fin de semana se reúnen los fieles, porque "deberían escuchar a las personas".
'Queremos ser rebeldes al modo de Jesús', dijo uno de los párrocos
En este sentido, De Castro confió en que el Arzobispado acceda a reunirse con ellos y encontrar así una solución.
"Queremos ser rebeldes al modo de Jesús", dijo, por su parte, el cura Javier Baeza. "Damos la bienvenida a los que comparten [...] no la fe en Jesús, sino la fe en la gente al estilo de Jesús", añadió en el sermón.
Baeza, Díaz y De Castro son profundamente respetados entre la clase trabajadora del barrio por su ayuda a drogadictos, presos, prostitutas, inmigrantes pobres y a sus familias. Visten ropa normal en lugar de las típicas sotanas de sacerdote y en sus misas impartían rosquillas en lugar de hostias para celebrar la Eucaristía.
El Arzobispado transformará el templo en la sede de la institución católica benéfica Cáritas para que continúe con la ayuda a los pobres y necesitados.


Los actores del `No a la Guerra´ se van a Misa en protesta por el cierre de la "iglesia roja"
09.04.07 09:13. Archivado en Politica
(Agencias / PD).- Una de las obsesiones de la izquierda más radical es la Iglesia. Es ver un cura o una monja y, lagarto, lagarto. Y para atacar a la milenaria Institución cualquier cosa sirve, hasta ir a Misa. Este domingo, la Parroquia de San Carlos Borromeo acogió la misa del Domingo de Resurrección a pesar del cierre como lugar de culto dictado por Rouco. Allí estaban el Gran Wyoming, Guillermo Toledo, Melanie Olivares y Javier Gutiérrez. En esta ocasión se dieron de comulgar mendrugos de pan.
La ceremonia comenzó alrededor de la una de la tarde y a ella acudieron unos 220 fieles mientras en el exterior se concentraban algunos de los actores que se hicieron famosos tras el "No a la guerra".
Algunos de los congregados en el exterior colgaron de la fachada principal del templo pancartas con los lemas "De aquí no se va nadie", "Solidaridad con la Parroquia de San Carlos Borromeo" y "La jerarquía puede cerrar un local pero no la iglesia", entre otras que también hacían alusión al Cardenal Arzobispo de Madrid, Monseñor Antonio María Rouco Varela.
A pesar de la prohibición del Arzobispado de seguir oficiando celebraciones litúrgicas en la iglesia, los tres sacerdotes de San Carlos Borromeo, Enrique de Castro, Pepe Díaz y Javier Baeza, cumplieron su palabra de ofrecer a su fieles una ceremonia el Domingo de Resurrección. Al término de la misa, los párrocos fueron aplaudidos por sus fieles, quienes profirieron cánticos de "No, no, no nos moverán".
El párroco Enrique de Castro declaró que al Arzobispado de Madrid no le preocupa la ortodoxia de la liturgia –el motivo del cierre fue entre otras cosas que daban de comulgar rosquillas-, sino que "Jesús no acepta el poder y ellos lo tienen".
De Castro pronunció estas palabras a la salida de la misa celebrada en la parroquia de San Carlos Borromeo, momento en el que se abrazó y conversó con varios fieles asistentes al acto. Además, para De Castro el apoyo mostrado por los ciudadanos acudiendo a la liturgia no es "a un parroquia o a unos curas, sino a una manera de vivir o de pensar dentro de la Iglesia".
"Eso es lo que nos pone contentos. Hoy somos muchos, otros días menos, pero incluso han venido agnósticos".
Por último, apuntó que no sabe cómo "hubiera actuado Jesús, pero sí como no lo hubiera hecho". "Queremos vivir como él ha vivido y como nos lo ha descubierto", explicó el párroco, quien aseveró que "es imposible" que el Arzobispado cierre la parroquia donde cada fin de semana se reúnen los fieles, porque "deberían escuchar a las personas". En este sentido, De Castro confió en que el Arzobispado acceda a reunirse con ellos y encontrar así una solución.

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